Las pinturas elaboradas por Vincent Van Gogh desde el inicio de los años ochenta del siglo XIX llegan hasta nosotros con la misma intensidad colorística con que fueron creadas.
José Ramón Llanos
“Vincent Van Gogh: El genio del color” es el evento más importante sobre el autor de “Campesinos durmiendo la siesta” que se haya presentado en Colombia hasta ahora. Es además una de las exposiciones que utiliza la tecnología más avanzada: la digitalización de las reproducciones para lograr que el espectador perciba los colores originales de las distintas obras.
Se podrá admirar el estallido de colores de su época de París o el contraste del negro de los cuervos y el amarillo encendido del entorno en que vuelan las aves del cuadro “Campo de trigo y cuervos”. O el torbellino cromático de “Carretera con ciprés bajo cielo estrellado”. Las pinturas elaboradas por Vincent Van Gogh desde el inicio de los años ochenta del siglo XIX llegan hasta nosotros con la misma intensidad colorística con que fueron creadas.
El visitante de la exposición se sumerge en un ambiente que le permite vivir condiciones que le producen sensaciones intensas relacionadas con el tema y las características de las obras presentas en tercera dimensión o 3D, tal sucede con las obras “Las comedoras de patatas”, “Los girasoles”, el “Dormitorio de Vincent en Arles” y el “Cuarto en Saint Remy”.
La técnica es exagerar los colores
Van Gogh es el impresionista que inventa a partir de 1888 nuevos matices de colores y logra trazos y formas que le dan a sus pinturas una dinámica asombrosa. El corto período vivido cerca a París en la pequeña población de Auvres, de apenas dos mil habitantes y en verano tres mil, por el flujo de turistas, alimentó la renovación de su paleta con amarillos, verdes y azules intensos, y trazos y volutas que le daban a sus pinturas una apariencia de gran dinámica.
Los colores son exagerados. Además logró, con la exageración del color, transformar los objetos, tal como lo deseaba: “Yo busco ahora exagerar lo esencial. No quiero reproducir exactamente lo que tengo delante de los ojos, sino que me sirvo arbitrariamente del color para expresarme con más fuerza”.
Por esa técnica la posteridad lo reconocerá como un pintor genial. En vida vivió mantenido por su hermano Theo. Nunca vendió una pintura por un precio decente; pero fue consciente de que la posteridad lo reconocería como un excepcional artista.
Van Gogh también identificó la miseria y la naturaleza mezquina y antihumana del capitalismo que le tocó vivir y lo imperioso del cambio: “Estamos en el último cuarto de un siglo que acabará en una revolución colosal… Ciertamente, no alcanzaremos los tiempos mejores de aire puro y renovación de toda la sociedad después de esas grandes tormentas. Pero una cosa importa: no dejarse engañar por la falsedad de su época, no menos hasta el extremo de que no se advierta en ella las horas malsanas, sofocantes y deprimidas que preceden la tempestad”[1. Citado por Fayad Jamis. Vincent Van Gogh. Grupo Editorial Norma. Bogotá. Barcelona. Buenos Aires. 2011. p. 13.].
Todas las personas que estén interesadas en saber más sobre el impresionista y neoimpresionista holandés tienen la oportunidad de conocer su obra asistiendo a la exposición colgada en Cafam-Floresta hasta el día 16 de junio, donde se exhiben 226 de sus pinturas.
