martes, mayo 7, 2024
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Resistencias ante el modelo neoliberal

Las mujeres del PCC en Ibagué quisieron revelar sus luchas a través de una investigación realizada por dos maestras, quienes hacen parte de la célula del magisterio: Doris Romero y Martha García.

Trabajo organizativo con mujeres del PCC de Ibagué.
Trabajo organizativo con mujeres del PCC de Ibagué.

Renata Cabrales

Durante una jornada de organización del departamento de mujeres del Partido Comunista Colombiano en Ibagué, estas manifestaron su preocupación por la situación económica que las afecta directamente, debido al modelo económico neoliberal y también por la violencia machista que se evidencia a diario en la región.

Es por esta razón que las mujeres del PCC quisieron revelar sus luchas y resistencias, a través de una investigación realizada por dos maestras, quienes hacen parte de la célula del magisterio: Doris Romero y Martha García. A continuación, una breve reseña del documento.

Las mujeres en el posacuerdo en Colombia

Se señala en el documento que las mujeres han sido víctimas, no solo del conflicto armado, sino de todas las violencias ocurridas en Colombia. Siempre han estado involucradas, “pero se ha exacerbado en los últimos 60 años de la manera más atroz. Han sido utilizadas como botín de guerra para humillar al enemigo, para demostrar quién es más poderoso, han sufrido los vejámenes más crueles sobre su cuerpo”… “De parte de los actores armados han sufrido desplazamiento forzado, el asesinato de su pareja; quedándose solas con sus hijos en la lucha por sobrevivir. Hoy se abre una luz de esperanza para todas las víctimas y es el proceso de paz en La Habana, Cuba, en el que se espera que sean superadas todas las formas de violencia a las que han sido sometidas”.

Toman como referencia las investigadoras la declaración de Cristina Andrade, defensora de derechos humanos, quien afirma: “Es diferente ser mujer en un contexto de guerra a serlo en un contexto de paz”. Y en Colombia, advierten, la evidencia es clara: violaciones sexuales como arma de guerra, mayor violencia intrafamiliar en zonas de conflicto, miles de familias destruidas.

Así mismo, se tienen en cuenta las palabras de una mujer, víctima de la violencia en el Chocó, Aurora Buey, quien dice: “Pues uno ve que la vida de una mujer siempre históricamente va como una cadena, que es casi parecida la violencia que llevaba allá, a la que estoy viviendo. Ahora incluso es más, por el desplazamiento, por todo, pero la violencia hacia la mujer, históricamente, siempre ha existido”.

En el aspecto económico se destaca que las mujeres deben ser restituidas, “devolviéndoles sus tierras, ya que tuvieron que abandonarlas porque les asesinaron a sus parejas y tuvieron que huir con sus hijos y por eso hoy se encuentran en una ciudad que muy pocas posibilidades les brinda. Mediante proyectos productivos, estas mujeres podrían reiniciar su vida con dignidad y tranquilidad. Así mismo, hay que garantizar unos precios justos a sus productos mediante mercados campesinos, sin los intermediarios que son quienes se quedan con las ganancias”.

Por otra parte, de acuerdo a los derechos políticos, se destaca el hecho de que las mujeres lideresas puedan volver a ejercer sus dinámicas organizativas y “se les respete su ideología, para que participen en la contienda electoral en igualdad de condiciones que los hombres. El Estado tiene el deber de garantizarles a las mujeres víctimas del conflicto armado, justicia, reparación y garantías de no repetición”.

Las mujeres de Ibagué

Ibagué es uno de los centros más importantes de la confección por maquila. Es por eso que se resalta en la investigación que solamente en el barrio Tierra Firme hay cinco talleres, en los cuales trabajan, en cada uno, cerca de 4 a 5 mujeres, “a la dueña de uno de los talleres le pagaban el año pasado $1.800 por prenda y ella le paga a sus ayudantes $1.500. Estas mujeres tienen que confeccionar 1.000 prendas en temporada alta y de un día para otro”.

En una entrevista realizada por las investigadoras, según afirma una de ellas, cuando van a entregar, deben pagar taxi y al llegar les dicen: “estén llamando para cancelarles, porque ahora no hay plata”.

Si se analiza esta situación, aseveran, “es degradante la forma de explotación que padecen estas mujeres; no cuentan con seguridad social, los servicios públicos los pagan ellas, el salario es miserable y además, les pagan cuando quieren. Este trabajo les genera enfermedades como el reumatismo, debilitamiento en la vista, estrés, dolor en la espalda y caderas. En conclusión, esta forma de explotación a las mujeres, le permite a los dueños de las boutiques ganar un alto porcentaje, pues si vendieran cada prenda a 50 mil pesos, ganarían un total de 50 millones, mientras que las que trabajan la confección se quedan con miserables un millón ochocientos mil. La dispersión y la falta de conciencia y valoración por sus derechos es lo que no permite que estas mujeres se organicen y luchen por unas mejores condiciones de vida”.

Mujeres que trabajan en la informalidad

Así mismo, el estudio realizado visibiliza el hecho de que existen otras mujeres que también sufren desamparo del Estado y “son esas que trabajan en la informalidad y que viven del rebusque diario para mantener a su familia. Ellas son víctimas de la persecución por parte de la policía y el Esmad. El espacio público se encuentra en disputa y además está regulado por el decreto 0179 de 2012, que establece las actuaciones administrativas frente a los vendedores informales y aunque en su contenido decreta que a estos se les deben brindar alternativas económicas, también faculta a la policía metropolitana a realizar acciones inmediatas para regular el espacio público y para decomisar los artículos o productos de la venta informal”.

Es el caso, por ejemplo, de la señora Marta Lucía Carvajal, de 58 años de edad, a quien se le realizó una entrevista; es vendedora informal de productos de paquetes desde hace más de 10 años y ha sufrido la persecución de la policía: “En el momento en que la entrevistamos, un policía le dijo que se quitara de allí, a lo que ella le respondió que en 10 minutos se iría a casa”…”Comenta la señora que le toca trabajar para ella y para su esposo quien se encuentra inválido y carecen de vivienda propia. Lo que se gana es para todos los gastos. La mujer sueña con el auxilio del gobierno para la tercera edad, pues vive en extrema pobreza.

Por otra parte, “la señora Rosa de Toledo vende frutas en la esquina de la carrera quinta con calle 21, hace más de 15 años. Allí tiene su espacio donde coloca la mesita con los recipientes. Ella comenta que ha sido abordada por la policía en varias ocasiones, se va mientras la policía se encuentra en el lugar y vuelve cuando ya se han ido”.

Las mujeres del departamento de mujeres del PCC Ibagué, se encuentran cada vez más organizadas, haciendo trabajo de masas con las mujeres menos favorecidas, con el fin de que estas empiecen a tomar conciencia de los derechos vulnerados y no dejen a un lado esa constante lucha y resistencia contra el sistema económico neoliberal que las somete y ultraja en su diario vivir.

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