jueves, mayo 2, 2024
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El valor de la amistad

Plinio Mendoza eleva a delitos, que no lo son, la amistad y la militancia comunista. Está claro que no conoce el valor de la amistad.

Plinio Apuleyo Mendoza, calumnista de El Tiempo.
Plinio Apuleyo Mendoza, calumnista de El Tiempo.

Carlos Lozano Guillén

Plinio Apuleyo Mendoza escribió, el viernes 18 de diciembre del presente año, una columna de opinión en EL TIEMPO, titulada: ‘El coronel Plazas Vega ¡Al fin libre!’. La decisión de la Corte Suprema de Justicia –Sala Penal– fue calificada de absurda por los familiares de los desaparecidos en el Palacio de Justicia, porque continúan en la impunidad los delitos cometidos por los militares en la brutal retoma de la sede de las altas cortes hace 30 años, cuando un comando del M-19 se la tomó de forma fácil porque la Fuerza Pública había sido retirada por orden superior.

Mendoza, al justificar la decisión y abogar por que se haga lo mismo frente a otras condenas de militares delincuentes, arremete contra el fiscal general de la Nación, Eduardo Montealegre Lynett, en lo que parece un nuevo deporte de los grandes medios de comunicación, columnistas desaforados y voceros de la derecha y la extrema derecha colombiana, tan anquilosada como agresiva.

Según el autor de la columna: “No es un secreto que cuando se produjo la toma del Palacio de Justicia, el entonces compañero Montealegre militaba en las filas de la Juventud Comunista y era muy cercano al jefe de ese partido y a Carlos Lozano, director del semanario ‘Voz Proletaria’, de quien sigue siendo muy buen amigo”.

Como quien dice, los problemas del Fiscal son que fue comunista en su juventud y ser amigo de Carlos Lozano un dirigente comunista. Mendoza eleva a delitos, que no lo son, la amistad y la militancia comunista. Como en las peores épocas de las dictaduras conservadoras y militar. Añora la ley de los caballos, el turbayista “estatuto de seguridad” y su heredera la “seguridad democrática” uribista. ¡Qué horror!

Lo que está claro es que Plinio no conoce el valor de la amistad. Bien recordamos cómo perdió una larga y entrañable relación con el nobel Gabriel García Márquez y su familia, debido a su deslealtad y a divulgar intimidades familiares que no podían ser del dominio público.

A las familias Montealegre Lynett y Lozano Guillén nos ha unido una estrecha relación de amistad de toda la vida. Gustavo Montealegre Lynett, un médico eminente, fue mi gran amigo en los años de adolescencia. Nelly Beatriz Montealegre Lynnet, destacada profesional, ha sido la mejor amiga de mis hermanas y Eduardo, el menor de todos, siempre fue parte de ese círculo familiar de estrechas relaciones. Mis padres eran los padrinos de bautizo de Nelly.

Eduardo nunca fue militante comunista pero, como la mayoría de los jóvenes de la época, aspiraba a un cambio revolucionario de la sociedad. Se formó en las disciplinas del derecho y de las ciencias sociales y, fiel al legado ideológico de nuestros padres, del cual me aparté en mi rebeldía comunista, Eduardo es un liberal racionalista, demócrata, de avanzada, progresista.

Es lo que no entiende Plinio porque sus nuevas amistades son los ‘parapolíticos’, los militares de los ‘falsos positivos’, los políticos regionales y nacionales del bipartidismo que pudieron haber ordenaron el genocidio de la Unión Patriótica y de los comunistas. Toda la retranca y la intolerancia que se opone a la paz y a la reconciliación nacional. No olvide, señor Mendoza, que, escudados en el argumento de que ser comunista es un delito, fueron asesinados cinco mil militantes de la izquierda colombiana. Y usted agrega otro “delito”, el de la amistad.

El Tiempo

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