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El causante de la miseria

Hoy la disyuntiva es: crecimiento o supervivencia de la humanidad.

Crisis ambiental en Casanare 2014

Gerardo Esteban Vargas*

Entre las consecuencias directas del neoliberalismo[1. Giribets Martínez, M.:(2009). Algunas consideraciones sobre la crisis actual del capitalismo, Edición electrónica gratuita. Texto completo en www.eumed.net/libros/2009c/599. (Consultado el 4 de marzo de 2014).] se encuentran la miseria como jamás en la historia de la humanidad ha habido. Los países de la periferia sufren la explotación de su mano de obra y, al mismo tiempo, el saqueo de sus materias primas. El capital extrae los máximos beneficios en diferentes zonas y se lleva luego el capital golondrina.

“La brecha que separa a las naciones ricas de las pobres se duplicó entre 1965 y 1990. Los efectos sociales de esta polarización están a la vista en los datos de pauperización, desnutrición, analfabetismo o trabajo infantil. En este plano, el término ‘globalización’ simplemente encubre el reforzamiento de la semicolonización económica y política”.

La guerra como medio de dominio

Los conflictos bélicos son otra de las consecuencias y necesidades de los neoliberales. La actividad bélica no ha cesado y los gastos militares globales han aumentado constantemente desde el año 1999. Algunos de los países más pobres del mundo, incluyendo Botsuana, la República Democrática del Congo, Nigeria, Ruanda, Sudán y Uganda están entre los que doblaron su gasto militar entre 1985 y 2000. Y no son los únicos: en el curso 2002-2003, los gobiernos de Bangladesh, Nepal y Pakistán invirtieron más en gastos militares que, por ejemplo, en programas de salud, caso similar al de Colombia, que duplica el gasto en defensa en relación con el de salud.

Para mantener su dominio, los EEUU apoyan a las dictaduras y regímenes reaccionarios. Estados Unidos ha prestado apoyo económico, político y militar a las dictaduras más sangrientas de América Latina. Por ejemplo, a Rojas Pinilla en Colombia, Pérez Jiménez en Venezuela, Batista en Cuba, Odría y Manuel Prado en Perú, Stroessner en Paraguay, Castello Branco en Brasil, entre otros.

Además, cada vez que surge un gobierno progresista en América Latina, Estados Unidos apoya directa o indirectamente la organización de movimientos reaccionarios para derrocarlo. Casos como los de Goulart en Brasil, Torres en Bolivia y Allende en Chile. En la actualidad, la actividad imperialista está focalizada en los gobiernos progresistas latinoamericanos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, entre otros, y su injerencia objetiva y clara en el golpe de Estado de Honduras.

Cuando estos mecanismos no son suficientes, Estados Unidos interviene abiertamente apoyando grupos terroristas como mercenarios o paramilitares, caso concreto el nuestro, al igual que en Libia, Siria, Ucrania, Venezuela y otros grupos en diferentes países del mundo. En los primeros decenios del siglo XX hubo ataques militares dirigidos contra México, Haití y Nicaragua; en 1954, contra Guatemala; en 1961, contra Cuba; en 1965, contra Santo Domingo. En Asia, los casos de Corea y de Vietnam se cerraron con sonadas derrotas para el imperialismo.

Destrucción de la naturaleza

Que es lo mismo que la destrucción del planeta. Derivada en una causa efecto, la creciente utilización de materias primas por un lado y el aumento constante de desechos y residuos derivados del exceso de consumo. Como la reposición de la naturaleza es más lenta que la reproducción ampliada del capital, no existe equilibrio –no puede haberlo- entre capital y naturaleza.

El proceso de acumulación del capitalismo, reforzado por la dinámica financiera ha generado un modelo económico que ejerce una fuerte presión en el conjunto de los límites físicos del planeta (agotamiento de los recursos no renovables, presión sobre el agua, etc.) y los equilibrios ecológicos. Mantener el sistema actual de producción supone continuar como hasta ahora con la utilización intensiva de recursos naturales no renovables y la producción masiva de contaminación, lo que agravará los efectos del cambio climático y pondrá en cuestión la futura vida del planeta.

Hace 37 años, en la crisis de 1971, la disyuntiva era crecimiento o bienestar social. La humanidad se dejó arrastrar por el crecimiento. Hoy, tras 37 años de explotación, depredación medioambiental y especulación financiera, las alternativas son crecimiento o supervivencia de la humanidad.

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* Economista Investigador del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS).

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