viernes, mayo 3, 2024
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Venezuela: La salida es defender la revolución

La derecha fascista en Venezuela quiso reeditar el golpe de estado de febrero de 2002 contra el presidente Chávez

Maduro ha recibido un cálido respaldo de amplios sectores populares, dispuestos a salir a las calles a defender la revolución bolivariana. Foto Prensa Miraflores.
Maduro ha recibido un cálido respaldo de amplios sectores populares, dispuestos a salir a las calles a defender la revolución bolivariana. Foto Prensa Miraflores.

Alberto Acevedo

El entramado golpista de la derecha nacional e internacional en Venezuela, reveló sus hilos perversos. Ahora se sabe de la existencia de un plan desestabilizador que pretendía reeditar los episodios de abril de 2002, que apartaron por unas horas del poder al presidente Hugo Chávez, y que buscaban cortar el proceso de reformas sociales en el vecino país.

El nuevo designio debía ser ejecutado el 12 de febrero de este año, y los detalles conocidos hablaban de bloquear calles, provocar enfrentamientos, muertos y heridos, asaltos a sedes gubernamentales de altos dignatarios del Estado, recrudecer la escasez de alimentos y el acaparamiento, a fin de propiciar un clima de malestar y confusión que facilitara propinar un golpe al presidente legítimamente elegido, un quiebre institucional que permitiera el retorno de los sectores más retrógrados de la burguesía de ese país al Palacio de Miraflores y al disfrute de sus antiguos privilegios.

El objetivo central del plan es innegociable: el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro. El plan recibió el sonoro nombre de “La salida”. Que en realidad, más que un movimiento de protesta, como inicialmente fue presentado, tenía los ingredientes de un golpe de estado. Sólo que en esta ocasión, también se frustró la intentona derechista.

En realidad, la idea de detener el proceso de transformaciones sociales democráticas ha sido un codiciado anhelo de la burguesía venezolana. Así lo demostró durante el intento de golpe en abril de 2002. Más recientemente, divulgaron la idea de que con la muerte de Chávez se desvanecería el proyecto chavista. Y le jugaron a ganar las elecciones presidenciales pasadas, que no lograron, pues mayoritariamente el pueblo votó por Maduro.

Después quisieron convertir las votaciones municipales siguientes en un “plebiscito”, en el que forzarían la renuncia de Maduro o la convocatoria a un referendo, en caso de que ganaran la mayoría de cargos en alcaldías y gobernaciones. Tampoco lo lograron.

Ahora el plan es más desenfadado y siniestro. Escalar el nivel de escasez de productos básicos de la canasta familiar, que los grandes empresarios y comerciantes producen, comercializan y esconden en bodegas clandestinas. Crear una especie de comercio paralelo de divisas y un mercado negro de productos, para desestabilizar la economía. Tomar como pretexto la inconformidad que esta situación causa, incitar a la ‘protesta’ callejera, provocar muertos y heridos y los demás hechos sediciosos ya suficientemente divulgados. El gran golpe llegaría a su clímax el 12 de febrero. Pero de nuevo, la intentona fascista de la derecha se ha visto frustrada.

La mentira como arma

Los líderes de la oposición, representados en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), hablan de ‘cambio de régimen’. Que para ellos es igual a un golpe de estado que ponga fin al proyecto chavista. Porque los cambios iniciados con la revolución bolivariana significaron el fin de sus privilegios, y del saqueo a la renta petrolera de uno de los países más ricos del mundo en reservas del crudo.

Para justificar su propósito, la derecha golpista venezolana no ha vacilado en emplear la mentira como una de sus herramientas preferidas. Llaman a la paz, al tiempo que organizan grupos fascistas armados, causantes de muertos y heridos en las últimas manifestaciones.

Grupos de choque que aparecen como ‘estudiantes’ y presentados como ‘jóvenes soñadores’, son en realidad criminales que han provocado incendios y ataques a sedes del gobierno. Generosamente financiados por agencias norteamericanas como la Usaid, con el apoyo de empresas transnacionales de la comunicación, como CNN.

Y aunque en las movilizaciones de la oposición han participado algunos grupos estudiantiles, esas movilizaciones no han sido convocadas por la dirección del movimiento estudiantil, sino por el partido ultraderechista Voluntad Popular, que dirige el señor Leopoldo López. Han sido tan torpes esos grupos que la semana pasada impidieron el paso del sepelio del popular cantautor Simón Díaz, símbolo de la música llanera venezolana.

Movilización popular

En la confrontación que se vive en las últimas semanas aparecen elementos nuevos, que vale la pena mencionar. Uno de ellos es la detención de Leopoldo López, acusado por las autoridades de ese país de instigar los incendios, asaltos y muertes de varios manifestantes. Este hecho envía un mensaje a los elementos recalcitrantes de la derecha en el sentido de que sus crímenes no quedarán impunes; que una cosa es su derecho a hacer oposición, dentro de los cauces institucionales, y otra es el bandidaje, por el cual más temprano que tarde responderán ante los tribunales de justicia.

Otros elementos son, de una parte, el aumento de la violencia antichavista en los estados fronterizos con Colombia, en especial, en el Táchira, y la campaña internacional de desinformación de los grandes medios transnacionales. El presidente Maduro ha actuado con mano firme, y les ha notificado que no van a pretender incendiar el país, hacer apología de una división que no existe, en favor de los planes golpistas de la derecha, mientras el pueblo va al trabajo en forma pacífica y defiende las conquistas sociales alcanzadas en los últimos lustros.

El presidente Maduro ha llamado a la paz, a la cordura y al diálogo. Reconoce las dificultades en materia económica y ha llamado a sectores de la oposición, no comprometidos en aventuras golpistas, a buscar de consuno caminos para encontrarles solución. Los sectores populares, al mismo tiempo, llaman a la movilización en las calles para defender las conquistas sociales de la revolución. Esa movilización es la verdadera salida, han dicho los voceros populares.

Habla embajador venezolano

Entre tanto, respondiendo a una pregunta de VOZ, en el marco de una rueda de prensa celebrada en Bogotá el pasado miércoles 18 de febrero, el embajador de Venezuela, Iván Rincón Urdaneta, admitió que tras los enfrentamientos de los últimos días en su país se esconde una compleja trama internacional, en donde los grandes centros de poder alientan, financian y organizan grupos subversivos que estimulan un golpe contra el presidente Nicolás Maduro.

El diplomático aclaró que las fuerzas de seguridad de su país jamás han agredido a un manifestante de la oposición, mientras líderes y activistas de ese lado gritan consignas como “matamos a Chávez y ahora vamos a matar a Maduro”.

Rincón reveló que varios líderes de la denominada MUD reconocieron que vienen pagando hasta tres mil bolívares por persona a quienes participan en las llamadas marchas estudiantiles y han llegado incluso a hablar de un magnicidio contra un candidato, para crear un clima de desestabilización política.

Desmintiendo la especie de una censura de prensa en Venezuela, el embajador Rincón dijo que en los tiempos de la revolución chavista los medios de comunicación han crecido en un 150%, de los cuales el 70% son privados.

Dice que la prensa internacional especula con el hecho de que el gobierno impidió que algunos medios transnacionales atizaran la violencia desde dentro y no mencionan los atentados contra VTV (Venezolana de Televisión) por parte de la oposición, el cerco de una semana a los medios oficiales de televisión ni los periodistas heridos por grupos de oposición durante las últimas confrontaciones. “¿Eso es democracia o es fascismo?”, se preguntó el diplomático.

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