domingo, abril 28, 2024
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Palabra itinerante: Cercando

Podrán gustarnos más o gustarnos menos actitudes de la Cristina y de Maduro, pero lo que está en juego es mucho más grande que sus posiblemente controvertidas personalidades.

Foto: Arribo presidencial de jefes y jefas de estado Unasur, 05 diciembre 2014 Quito. via photopin (license)
Foto: Arribo presidencial de jefes y jefas de estado Unasur, 05 diciembre 2014 Quito. via photopin (license)

Jaime Cedano Roldán

El mundo del capital ha lanzado una ofensiva de grandes proporciones para derrotar y humillar a quienes osan salirse del molde, del discurso orientado y de la receta neoliberal concebida como obligatorio medicamento para todos los males. Una batalla que se libra en distintos puntos del planeta y que hoy tiene un eje que va de Grecia hasta Argentina, pasando por Venezuela. Parecen conflictividades diferentes. Allí, es la supuesta complicidad del gobierno de Cristina Kirchner para desviar una investigación judicial por un atentado terrorista. Allá, es la irresponsabilidad de un gobierno que se niega a cumplir con los compromisos, y por el otro lado, es una dictadura incapaz, inmadura y caótica.

No hay que ser especializado analista para no pillar el hilo conductor que enlaza los escenarios y que no podría ser otro que el gran capital intentando recuperar su viejo patio trasero y que ha ubicado a Argentina y a Venezuela como los eslabones débiles de la cadena mientras se siente en la obligación de doblegar al nuevo gobierno griego para mostrarlo arrodillado como escarmiento a quienes pretendan por el acorralado sur de Europa seguir su ejemplo. Que no se subleve el patio trasero de la troika.

Y en esta confrontación, mientras la mayoría de los gobiernos de América Latina rodean a los gobiernos cercados, Europa ofrece el indignante espectáculo de que en la batalla de un país pequeño y empobrecido del sur contra los poderosos, sea desde el mismo sur de donde salgan las más airadas voces de condena al rebelde. Los gobiernos de España y Portugal han saltado como los más acérrimos defensores de las condiciones, léase recortes, de los rescates y los préstamos de Merkel y compañía. Es vergonzante.

Son países donde ha aumentado la pobreza, la inequidad y la desesperanza por culpa de esas políticas y esas condiciones de las que ellos quieren mostrarse como los más duros defensores. Humillar al sublevado es esconder su propia humillación. Nos recuerdan el papel de zapa que en América han jugado gobiernos como los de Uribe Vélez, Piñera y Toledo y del que no ha sido ajeno Juan Manuel Santos, aunque ahora juegue más simulada y astutamente a varias bandas. Pide un juicio justo para el alcalde Ledezma, que deben garantizárselo, pero no dice nada de opositores colombianos como David Rabelo, condenado en un descarado montaje judicial.

Podrán tenerse diferencias políticas e ideológicas con Tsipras y con Syriza pero es imposible no ver que su batalla es la de David contra Goliat y que su derrota y humillación serán la derrota y humillación de todos los pueblos de Europa. Igual, podrán gustarnos más o gustarnos menos actitudes de la Cristina y de Maduro, pero lo que está en juego es mucho más grande que sus posiblemente controvertidas personalidades.

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