miércoles, mayo 1, 2024
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Minar la unidad latinoamericana, un objetivo del imperialismo

Para el politólogo cubano, Roberto Regalado, quien estuvo de visita en Colombia, las fuerzas del imperialismo tratan de revertir el proceso de unidad en América Latina, estimulando conflictos locales, introduciendo tratados de libre comercio, propiciando proyectos exógenos como la Alianza del Pacífico

Roberto Regalado.
Roberto Regalado.

Alberto Acevedo y Hernán Camacho

Con el fin de impulsar la difusión de nuevas obras de la biblioteca latinoamericana de Ocean Sur, y dictar un ciclo de conferencias en varias universidades de la capital, la semana pasada visitó el país el prestigioso historiador, latinoamericanista, politólogo y doctor en ciencias filosóficas, el profesor Roberto Regalado. Autor de numerosas publicaciones sobre la realidad continental, es un destacado investigador de la Universidad de La Habana. Su última publicación, “FMLN: un tsunami de votos rojos”. Regalado visitó la redacción de VOZ.

–¿Cómo ve usted, desde afuera, acontecimientos como el paro nacional agrario en Colombia?

–La situación en América Latina ha cambiado, digamos, que para bien, durante las últimas décadas. Era algo que después de que se desmoronó el campo socialista, la caída de la Unión Soviética, parecía impensable. Parecía que la izquierda en general en el mundo, y en América Latina en particular, tuviera que esperar cuarenta o cincuenta años para recomponerse.

Sin embargo, apenas menos de diez años después de ese hecho, ya teníamos en América Latina un fuerte movimiento social, político, de gran combatividad en la lucha contra la restructuración neoliberal. A partir de diciembre de 1998, con la victoria electoral del compañero Chávez en Venezuela que abre el camino a la ocupación de espacios institucionales por parte de fuerzas progresistas y de izquierda en nuestra región, algo que solamente tuvo como antecedente la victoria de la Unidad Popular en Chile, es indudable que se adelantó al momento histórico.

De manera que hoy tenemos una situación en la que lo más importante es la correlación de fuerzas, entre el imperialismo y las fuerzas de derecha en América Latina y, estos movimientos sociales y populares, que han desempeñado una importante lucha.

Dentro de este panorama, Colombia desempeña un papel fundamental, con una masa territorial extraordinaria, un país que tiene costas en ambos océanos, fronteras con varios países progresistas. Obviamente la lucha popular colombiana, la construcción de una sociedad más justa y más igualitaria, por supuesto que mejoraría considerablemente esta correlación de fuerzas.

–A nivel de lo que usted puede percibir, parecería que Colombia es como una ínsula, en contravía de las tendencias progresistas en América Latina…

–Precisamente, en virtud de estos cambios, en la composición de los gobiernos, que es una parte importante de la región, se da en América Latina una situación inédita, en cuanto a la posibilidad de formación de mecanismos de integración. Yo recuerdo la larga historia de lo que es hoy la CELAC. Comienza, yo diría, a principios de los años 80 con el Grupo de Contadora, que eran cuatro países, en virtud de la crisis del sistema interamericano a que se vio sometida la OEA, por la incapacidad de Ronald Reagan de resolver los problemas de la región. Y es el primer antecedente de que gobiernos de América Latina se opusieran a la política de fuerza del imperialismo norteamericano, en este caso particular en Centroamérica, y más específicamente de oposición frente a una posible agresión a Nicaragua.

Panorama cambiante

Después de eso, cuando termina el conflicto centroamericano, una cosa positiva es que decidan no disolverse, sino que se planteen temas como el de Las Malvinas, el de la renegociación de la deuda externa, y que aquello se convierta en Grupo de Río. ¿Por qué hago esta historia? Porque tenemos que ubicarnos en los momentos y en los actores. Es decir, en el momento en que el Grupo de Contadora surge, como una cuestión positiva, como una cuestión progresista.

En los años en que se constituye el Grupo de Río, en el momento en que se constituye le cierra la puerta a Cuba en la cara. Adopta una serie de procedimientos que excluyen a la revolución cubana. Ahora, ¿de quién estamos hablando? Estamos hablando de Carlos Saúl Menem en Argentina, de Luis Alberto Lacalle en Uruguay, de Fernando Collor de Melo en Brasil, de Andrés Rodríguez en Paraguay, y de otros.

El mecanismo de concertación está ahí. En la medida en que cambia el panorama político en América Latina, que triunfa Chávez, que triunfa Cristina, que triunfa Tabaré, después Mujica, cambia la correlación de fuerzas. Ese mismo Grupo de Río, se convierte en algo contrario a lo que ha sido. En el año 2009 invita a Cuba a que se incorpore, se impone dentro de la OEA el levantamiento de las sanciones a Cuba. Tenemos una correlación de fuerzas alta.

Batallas de signo progresista

En mi opinión lo principal, en esto es que se ha logrado formar una alianza estratégica, entre el ALBA y el Mercosur. Frente a eso el imperialismo norteamericano trata, por supuesto, de contrarrestar esa fuerza, y se establecen los tratados bilaterales de comercio. Más recientemente está la conformación de la Alianza para el Pacífico. Yo diría que en este momento América Latina está librando batallas en la escena nacional y en la escena regional. El elemento fundamental, de signo progresista, de signo de izquierda, es precisamente esa esa alianza Mercosur y Alba.

–¿Estos organismos de cooperación han bajado la guardia?

–Hay un conjunto de problemas y yo diría, hay un plan del imperialismo para tratar de minar la unidad latinoamericana. ¿Cómo usted explica que en Bolivia a un senador separado de su cargo por un conjunto de razones, se le de asilo dentro de la embajada de Brasil, un asilo que no fue consultado por las autoridades brasileras? Está el lamentable tema de que Argentina y Uruguay no se hayan podido poner de acuerdo con respecto al tema de las pasteras; el problema limítrofe con Nicaragua. La cuestión también de Chile y Bolivia, pero con la manipulación que se hace en momentos determinados, sin negar que haya problemas reales, yo sí creo que se está tratando de minar la unidad latinoamericana.

Blindaje

Unasur, en mi opinión, ha tenido una actuación muy importante, frente al intento de golpe contra el presidente Correa, el intento de separatismo en Bolivia, un conjunto de acontecimientos importantes, y que Unasur ha venido y ha puesto como un anillo, ha puesto como un blindaje: ‘esta es nuestra posición como gobiernos latinoamericanos’, y eso frena la política injerencista de los Estados Unidos, de las potencias europeas. Ese elemento es vital, obstaculiza de manera efectiva la política injerencista del imperialismo. Ese elemento está tratando de ser destruido, de múltiples maneras, por la férrea campaña en contra del gobierno del presidente Maduro, cuestionando su legitimidad.

–¿Con todo y esto usted es optimista frente al proceso de integración en América Latina?

–Cuestiones como abrirle las puertas a la OTAN, ciertamente implican darle una puñalada a la región. Unasur, yo diría es el anillo más completo en cuanto a esto que yo señalaba. Eso el imperialismo quiere destruirlo y volver al estatus anterior. Ahora hay temas muy sensibles. Ningún presidente latinoamericano puede dejar de condenar el atropello al presidente Evo Morales. Ningún presidente latinoamericano puede dejar de condenar un intento separatista en Bolivia. Yo creo que es ahí donde el imperialismo está tratando de poner el dedo en la llaga.

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