domingo, abril 28, 2024
InicioEdición impresaComisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas: Del otro lado

Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas: Del otro lado

“Una superación real del conflicto debe fundarse en la verdad y la transparencia y no en falsedades o ficciones”.

Jorge Giraldo, Gustavo Duncan y Daniel Pécaut, integrantes de la Comisión Histórica del Conflicto
Jorge Giraldo, Gustavo Duncan y Daniel Pécaut, integrantes de la Comisión Histórica del Conflicto

Yanet Corredor

Los doce expertos, además de dos relatores, convocados para elaborar desde la academia unas reflexiones sobre el conflicto armado y sus víctimas, hacen un importante aporte a lo que podría ser en el futuro la base de la historia no oficial y la que tendrá que ser relatada nuevamente desde las aulas escolares, porque, como afirma el padre Javier Giraldo[1. Javier Giraldo, S.J. informe Comisión Histórica del Conflicto Armado y sus Víctimas, pág. 407 y ss.], “una superación real del conflicto debe fundarse en la verdad y la transparencia y no en falsedades o ficciones (…)”.

“Algunos hacen un relato contradictorio, o incompleto, o complejo. Sin embargo, todos concluyen en la necesidad de la terminación del conflicto aunque con diversas (plurales) argumentaciones sobre el conflicto y su persistencia. Afirmaciones en algunos de los relatos dejan entrever el talante de sus autores y muestran igualmente la complejidad y dificultades del proceso de paz”.

Gustavo Duncan

Para el profesor Duncan[2. Gustavo Duncan, Informe Comisión, pág. 249 y ss.], “es necesario hacer dos lecturas. Una primera lectura es que unas guerrillas marxistas se rebelaron contra el Estado y las elites por las condiciones de exclusión de la población. El objetivo de estas guerrillas era que al final de la confrontación, luego de vencer militarmente al Estado, tuviera lugar una revolución social o, en el peor de los casos, luego de que los costos de hacer la guerra fueran tan altos para las elites nacionales, obligarlas a pactar una serie de reformas que aliviaran los problemas de exclusión, tal como ocurre hoy en La Habana”.

“En la práctica las guerrillas nunca estuvieron cerca de ganar la guerra (…) sus máximos logros han sido obtener concesiones del Estado y las elites a través de acuerdos de paz. Estas concesiones han estado centradas principalmente en la asimilación de la jefatura insurgente dentro de las instituciones políticas del Estado”. ¿Hay un reproche al proceso de La Habana y sus alcances?

Jorge Giraldo

El experto Jorge Giraldo[3. Jorge Giraldo, Informe.. pág. 541 y ss.] recapitula su ensayo con la afirmación de que “cualquier ejercicio de política comparada demuestra que no hubo en Colombia –ni en otro país- ninguna característica que pueda llamarse “estructural” u “objetiva” que determinara fatalmente la ocurrencia de la guerra. En general, en las guerras no hay causas distintas a las decisiones de las unidades políticas y en Colombia la guerra se inició por la voluntad de grupos revolucionarios que desafiaron mediante las armas al gobierno y a la sociedad, y que fueron imitados después por los narcotraficantes…”. ¿Quizás voluntarismo o capricho tropical? Tema para la filosofía o la teoría política…

Vicente Torrijos

El experto Vicente Torrijos[4. Vicente Torrijos, Informe pág., 652 y ss.] “señala una versión interpretativa del conflicto irregular colombiano entre una sociedad democrática y sus fuerzas armadas contra dos organizaciones político-militares ilegales, alias FARC y el ELN (…) animadas por el resentimiento (…) articuladas evolutivamente tanto a escala interna como transnacional. Agrupaciones armadas que en 1964 tomaron una decisión racional, colectiva, estructurada y expansiva que se dio, no bajo criterios subjetivos, sino en el marco (…) de procesos revolucionarios expansionistas en América Latina y cinco macrorregiones colombianas de alta complejidad física y cultural en las que no siempre se ha dado una presencia integral del estado”.

“En suma un conflicto de poder entre autoritarismo [con alto egotismo subversivo] y democracia en perfeccionamiento constante; democracia que, mediante la autorregulación estratégica, ha superado déficits y disfunciones como las provocadas por agentes estatales que, enajenados, alienados, y embargados por conductas aberrantes y desviadas, han incurrido [envueltos en un paroxismo contrainsurgente] en violaciones de derechos humanos alejándose de las legítimas políticas de seguridad y defensa que, con base en la prevención, la transformación, la anticipación y la coordinación interactiva han venido desarrollando las Fuerzas Armadas”.

¿El general Alejo del Río, por ejemplo, o los responsables de los falsos positivos, o los responsables de las chuzadas del DAS estarían entre los enajenados y aberrados?

En otro aparte de sus conclusiones el experto Torrijos apunta que “(…) las agrupaciones se han valido, adicionalmente, de tres tendencias: violación sistemática del orden humanitario internacional, (…), oposición desleal al sistema (ejercida también por simpatizantes, o sea, por una insurgencia no armada), y neoinjerencismo [o sea, el apoyo sostenido y escalonado de varios procesos revolucionarios hemisféricos: el cubano, el sandinista y el bolivariano”. ¿Una velada influencia retórica sobre el peligro del castro-chavismo heredado del innombrable?

Daniel Pecaut

Daniel Pecaut[5. Daniel Pecaut, Informe Comisión Histórica del Conflicto Armado y sus Víctimas, pág. 599, y ss, traducido por Alberto Valencia Gutiérrez, profesor Universidad del Valle.] hace una diferenciación entre el conflicto armado y la llamada violencia en sus discontinuidades (¿dos etapas diferenciadas?), cuando encuentra que “la paradoja consiste en que este conflicto armado, al igual que la violencia, ha terminado por acentuar finalmente las desigualdades sociales y políticas”. Resume el por qué hay sectores adversos al acuerdo desde siempre en estos términos:

“El temor experimentado por numerosos sectores con respecto a un acuerdo de paz proviene en muchos sentidos de que presienten que este tipo de acuerdo dejará el campo libre a reivindicaciones sociales y políticas que no habían podido expresarse hasta ahora. La deuda en el campo social es inmensa y afecta tanto al mundo rural como al mundo urbano; no se refiere solo a los perjuicios que resultan del conflicto, sino a problemas no resueltos desde hace cerca de un siglo”.

“Si el conflicto armado llega a un final, Colombia se vería confrontada a desafíos que exigirían una voluntad política mucho más constante y compartida que la manifestada hasta ahora para hacer frente al conflicto de los últimos años. Ya no se puede apelar a una fórmula del tipo Frente Nacional. Se impone una democratización que ponga fin a las redes de poder clientelistas o armadas de las últimas décadas”.

El temor también podría estar en la pérdida de la administración y manejo de los contratos millonarios de la maquinaria de guerra. El debate está abierto. Estos relatos son parten de la historia de todos nosotros.

RELATED ARTICLES

Most Popular

Recent Comments