martes, abril 30, 2024
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Bolivia: Un paro contrarrevolucionario

En Bolivia no estamos en crisis ni se están tomando medidas de ajuste, por lo que el único expediente útil para la derecha es la problemática regional, con el argumento de un inventado abandono del gobierno central.

Violenta protesta en las calles de Potosí.
Violenta protesta en las calles de Potosí.

Mauro Alcócer

He nacido y he vivido casi toda mi vida en Potosí, por lo que no soy ajeno a las preocupaciones y expectativas de la urbe minera. Es una hermosa ciudad dos veces paralizada por un comité cívico elegido por roscas dirigenciales, un comité por el que nadie vota democráticamente en elecciones. La primera vez fue cuando ese muchacho, Celestino Condori, nos tuvo 19 días en un paro sin ningún sentido ni resultados; ahora es el señor Johny Llally, al que en su momento le dio respaldo para su elección el masista ex gobernador Félix Gonzáles, que debería estar explicando su tremendo error político.

Los revolucionarios debemos estar más allá del regionalismo e incluso del patrioterismo. Por eso, y viendo las fuerzas políticas actuantes y los métodos que se están utilizando en el paro potosino, puedo afirmar que se trata de una medida contrarrevolucionaria. Veamos el accionar de los grupos de choque, conformados por jóvenes “de buena familia” que se mueven en vehículos nuevos o en motocicletas, que son los encargados de amenazar al que se atreva a abrir su tienda o su restaurante. ¿Se puede llamar a eso un paro conscientemente asumido?

También hablo del rol de la Iglesia Católica, que seguirá siendo profundamente conservadora aunque el papa Francisco lance homilías revolucionarias; los curas están totalmente involucrados en este movimiento contrarrevolucionario, no sólo brindando apoyo logístico sino arengando a través de su radio Fides, una de las que más está caldeando los ánimos con sus emisiones. Me refiero también a la burguesía cooperativista minera representada por el ex militante de la Acción Democrática Nacionalista (ADN) Emilio Alave de la Cooperativa ComPotosí, que junto a otros está financiando el paro.

Hace una semana los contrarrevolucionarios apuntaron a la Central Obrera Departamental de Potosí, la asediaron prendiendo fuego cerca de la puerta y allí adentro de su sede retuvieron durante varias horas a 80 dirigentes. Y no es casualidad: tenían que neutralizar a la dirigencia de la clase obrera, que aunque no comparte la línea de reencuentro de la COB con el gobierno de Evo, tampoco ha cometido el error de sumarse a la derecha representada por el asambleísta Gonzalo Barrientos, que fue diputado del gonismo y ahora lo es de los “demócratas” de Rubén Costas.

Seguro algún incauto dirá que en las movilizaciones hay universitarios y gente de sectores populares, incluso trabajadores mineros a los que se ha amenazado con la pérdida de sus fuentes de empleo. Efectivamente los hay, tal como en el colgamiento de Gualberto Villarroel en 1946, organizado por la oligarquía minera de entonces que también logró en base a consignas demagógicas movilizar a esa base social. El carácter y la orientación de una movilización no necesariamente la determina la composición social de los movilizados, sino las fuerzas políticas y sociales que predominan en su conducción ideológica.

En el caso que nos ocupa es la burguesía cooperativista minera y los grupos políticos de derecha en el seno de la clase media potosina. Creo que también están involucrados los empresarios mineros asociados al capital transnacional, como el señor Jaime Villalobos, ex ministro de Minería del MNR y actualmente vinculado a la Compañía Minera Barrosquira.

Buscan desestabilizar el proceso de cambio en Bolivia, desestabilizar al gobierno de Evo Morales. Sabe la derecha que acá en Bolivia no será posible como están haciendo en Venezuela, aprovechando la grave situación económica que vive ese país como resultado del derrumbe de las exportaciones petroleras. Sabe la derecha que no podrá hacer como en Ecuador, donde se prendió el conflicto por unas medidas impositivas que aprobó el presidente de ese país, Rafael Correa.

En Bolivia no estamos en crisis ni se están tomando medidas de ajuste, por lo que el único expediente útil para la derecha es la problemática regional, con el argumento de un inventado abandono del gobierno central. Por esta razón es que los dirigentes de Comcipo insisten hasta el cansancio en que no hay obras ni proyectos de desarrollo en Potosí. De poco valdrán las explicaciones que den los ministros porque los cívicos ya tienen un libreto, una hoja de ruta para la expansión del conflicto, y se van a aferrar a eso.

Además el conflicto busca desestabilizar el régimen de autonomías, tratando de mostrar que ha fracasado, cuando en realidad los que fracasó fue el intento separatista de la derecha “autonomista” que utilizó esa bandera, recordemos los tiempos de la “Media Luna” donde estaban el ya mencionado Rubén Costas, Mario Cossío, Manfred Reyes Villa, Leopoldo Fernández y Ernesto Suárez Sattori. Hoy la derecha quiere relanzar el regionalismo pero desde el occidente del país. Por eso comienzan a agitar una nueva bandera: “Potosí federal”.

Estamos ante un paro contrarrevolucionario y el gobierno de Evo Morales debe resistir este ataque. Pero no debe hacerlo sólo como gobierno, hay que explicar al pueblo y convocar a las fuerzas sociales revolucionarias para hacer frente a una medida de presión que sólo se cumple en la ciudad de Potosí, pues no ha podido irradiarse a ninguna provincia del departamento. El paro no se va a poder sostener mucho tiempo más, hay que preparar a la izquierda en Potosí para retomar la iniciativa poniendo en evidencia el engaño derechista.

Escuela Nacional de Formación Política

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