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¿Qué pasa en Brasil?

Manifestaciones contra el alza del transporte público se transforman en protestas por la inconformidad social. Falta un mayor compromiso del PT con las transformaciones que reclama la mayoría de la población. Los cambios sociales no llegan

Foto: BrunoBrunan via photopin cc
Foto: BrunoBrunan via photopin cc

Pietro Lora Alarcón
Especial para VOZ

El gobierno del estado y la Alcaldía de San Pablo anunciaron el aumento del pasaje del transporte público, buses, metro y trenes que a diario circulan en la capital conduciendo a más de dos millones de personas. De inmediato el movimiento social Pase Libre llamó a una manifestación popular realizada el 6 de junio, y desde entonces otras se sucedieron y contaron con una mayor cantidad de personas en las calles, especialmente jóvenes.

Bajo la disculpa de que las manifestaciones interrumpían el tránsito y el derecho de locomoción, la represión militar fue la respuesta del gobierno del estado, y las imágenes reproducidas por los medios de comunicación mostraron lo inocultable: disparos con balas de goma a quemarropa contra la multitud, periodistas heridos, jóvenes perseguidos por la calles y militares entrando en hospitales y centros comerciales buscando a los bandoleros y vándalos, con un resultado final de más de 30 personas detenidas.

En lugar de ocasionar la dispersión, el movimiento creció, se nacionalizó, pues hasta hoy, más de 65 mil personas participaron en San Pablo de las manifestaciones, que se han extendido a Río de Janeiro, Porto Alegre y Brasilia, la capital federal, donde la gente se tomó el edificio del Congreso, sumando más de 300 mil personas en el país.

En ese proceso, las manifestaciones ya no son solamente contra el alza del transporte, sino por educación, salud y contra la corrupción administrativa, en el país de los grandes estadios de fútbol, que prepara la Copa del 2014, pero que continúa sin las grandes transformaciones sociales y económicas que reclaman la inmensa mayoría.

El papel de la juventud

La juventud ha jugado un papel determinante en la movilización, y aunque se trata de una juventud bastante difusa, que niega a partidos y organizaciones tradicionales, que usa su rebeldía pero carece de estructuras sólidas que puedan dar continuidad táctica para la conquista de objetivos a largo plazo, está sin embargo presente, demostrando inconformidad, fuerza e instinto, claves para poder avanzar a reivindicaciones de mayor envergadura y peso político.

Para el Partido del Trabajo (PT), que gobierna la ciudad de más de 14 millones de personas y un presupuesto mayor que el de países como Paraguay o Uruguay, el desafío consiste en generar, con rapidez y creatividad, las salidas que permitan solucionar definitivamente el problema de una San Pablo semiparalizada por la precariedad del transporte y comenzar a rediseñar una estrategia efectiva para otros tantos problemas como vivienda y educación infantil, responsabilidades constitucionales de los municipios.

Un país que reclama cambios

Las protestas se han intensificado ante el aumento del pasaje del transporte público. La policía militar, bajo las órdenes del gobernador del estado, reprimió con extrema violencia a los manifestantes, lo que precipitó el creciente rechazo ciudadano. El pasado lunes 17 de junio, 35 mil personas salieron a la calle ya no solamente contra el alza del transporte, sino contra el desperdicio del dinero público, la falta de recursos para la salud y la educación. Las movilizaciones comenzaron a extenderse por el país y en Río de Janeiro, Brasilia, Porto Alegre y Belo Horizonte se registraron confrontaciones entre los manifestantes y la Policía Militar.

Del gobierno del estado poco se puede esperar, luego de más de 20 años de programas cada vez más excluyentes y privatizaciones escandalosas.

Para el Brasil las movilizaciones de hoy parecen ser el preámbulo de nuevas jornadas, y el gobierno de Dilma Roussef debe tomar atenta nota porque no puede ni debe vacilar ante las fuerzas que presionan para una salida económica neoliberal, privatizadora, a los recursos que deben ser obtenidos con el presal[1. El término «presal» se refiere a un conjunto de rocas ubicadas en las porciones marinas de gran parte de la costa brasileña, con potencial para la generación y acumulación de petróleo. Se consideró apropiado denominarlo «presal» porque forma un intervalo de rocas que se extiende por debajo de una extensa capa de sal que, en determinadas áreas de la costa, alcanza un espesor de hasta dos mil metros. Se utiliza el término «pre» porque, en el transcurso del tiempo, se fueron depositando esas rocas antes de la capa de sal. La profundidad total de esas rocas, que es la distancia entre la superficie del mar y los reservorios de petróleo por debajo de la capa de sal, puede llegar a más de siete mil metros.

Los mayores descubrimientos de petróleo, en Brasil, fueron realizados recientemente por Petrobras en la capa presal ubicada entre los estados de Santa Catarina y Espírito Santo, donde se encontraron grandes volúmenes de crudo ligero. En la Cuenca de Santos, por ejemplo, el crudo ya identificado en el presal es petróleo de alta calidad y de mayor valor de mercado.] y que amenazan con hacer retroceder las pocas políticas sociales en curso y el tibio proceso democratizador en la conducción de la gestión pública.

Con toda seguridad el pueblo aprende en la lucha y no sería raro que en este nuevo cuadro se agigante en un Brasil de riquezas naturales incalculables, pero que reclama un gobierno mucho más audaz para un urgente proceso de transformaciones económico-sociales.

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