sábado, abril 27, 2024
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Chantaje a Grecia: ¡Abuelita, viene el lobo!

La Unión Europea, que ha impuesto un recetario de ajustes económicos al pueblo griego, ahora lo amenaza con las siete plagas, con el apocalipsis, si en las próximas elecciones parlamentarias vota por un candidato de izquierda

Alberto Acevedo

Todas las encuestas de opinión recientes coinciden en otorgar una mayoría en las preferencias de los votantes para el candidato de izquierda Alexis Tsipras en las elecciones parlamentarias del próximo domingo 25 de enero en Grecia. Si la izquierda griega llega al poder, acabaría con una hegemonía bipartidista de cuarenta años y pondría en cuestionamiento el conjunto de los acuerdos financieros con la banca europea, que han significado para el pueblo un duro sacrificio para su bolsillo, y la pérdida de importantes conquistas sociales.

Esta circunstancia ha sido aprovechada por la llama troika europea: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Europeo y la Comisión Europea, para desatar una campaña de miedo entre los electores, notificándoles que si gana la izquierda vendrá la debacle. Se presentaría una inmediata fuga de capitales, Grecia saldría de la zona euro, cundiría el mal ejemplo entre países con situaciones similares y sería el final de la Unión Europea y de la redención de los habitantes del Viejo Continente.

Es la estrategia de acudir al expediente del miedo para contener cualquier propuesta de cambio social que se insinúe en el horizonte político europeo. “Viene el lobo”, cierren las puertas, no atiendan a los cantos de sirena del cambio social, sigan pagando la deuda, sacrifíquense, apriétense el cinturón, sigan subsidiando a los bancos y no protesten.

Ventaja de Syriza

Este panorama que presentan los medios de comunicación europeos no es en realidad tan terrorífico. Las encuestas de opinión conceden al partido Syriza, una coalición de centro izquierda que lidera Tsipras, el 30% de las preferencias electorales, frente al 27% del candidato del partido Nueva Democracia, de tendencia conservadora, que lidera Antonis Samarás, actual jefe de gobierno.

La ventaja de la izquierda frente al candidato oficial oscila entre tres y cuatro puntos porcentuales, y Syriza, que en las elecciones anteriores fue la formación política más votada, no alcanzó sin embargo la mayoría suficiente para formar gobierno, y en esta ocasión necesitaría un mínimo del 35% de la votación para conseguir las mayorías parlamentarias necesarias para elegir jefe de estado.

Precisamente, el hecho de que la actual coalición de conservadores y liberales tiene una mayoría muy precaria, hizo que en tres intentos sucesivos para elegir nuevo gobernante, realizadas en diciembre pasado, el candidato no alcanzó la votación necesaria, por lo cual el ejecutivo disolvió el parlamento y convocó elecciones anticipadas para este 25 de enero.

Primero la gente

Syriza no propone la demolición total del edificio, arrasar con toda la casa. Por el contrario, su líder visible ha venido moderando su discurso y ha sido enfático en anunciar que de llegar al gobierno no va a proponer la salida de la zona euro, ni incitar al derrumbe de la estructura financiera de la Unión Europea. Por el contrario, ha defendido su permanencia.

Ha sido claro en cambio en afirmar que va a renegociar la deuda externa, que hoy representa el 177% del producto interno bruto y se convierte en una deuda impagable. Esta postura implica que la prioridad de su gobierno no será atender los compromisos con la banca internacional, sino la desastrosa situación social de la gente.

El pueblo griego ha pagado un duro precio por las imposiciones del recetario del Fondo Monetario Internacional y la banca europea. El sector financiero, para otorgar recursos que aliviaran la crisis fiscal griega, impuso un brutal recorte en el gasto social, la reducción de salarios, de pensiones de jubilación, de subsidios, y ante todo, el sacrificio del empleo.

Destrucción de lo público

Hoy la mayoría de los contratos de trabajo en Grecia son de media jornada. Donde antes había un empleo, hay dos. Y en esa proporción son los salarios, que en general no cubren las necesidades de la canasta familiar. Esta modalidad de subempleo ha crecido en un 35% y el salario promedio se ha rebajado en un diez por ciento.

El salario mínimo tampoco se aplica, porque las jornadas de trabajo son de cuatro horas al día y los empleadores pagan una miserableza. Esta modalidad crece en los sectores peor pagados, el de los inmigrantes y el mercado laboral femenino.

Hoy, uno de cada tres habitantes del país heleno vive por debajo del umbral de pobreza. Uno de cada cuatro ciudadanos ya no tiene acceso al servicio médico. Los ingresos familiares se han reducido en un cuarenta por ciento. Crece el número de niños que no tienen la posibilidad de comer un alimento caliente, una sopa o una bandeja, sino en la escuela. También el número de personas que no tienen calefacción, pues no les llega electricidad a sus hogares por falta de pago.

Syriza ha calificado esta situación como un verdadero “desastre humanitario”. Y de una manera sensata defiende el fin de la austeridad, un paquete de medidas de choque contra la pobreza, la reforma de la administración pública y la reestructuración de la deuda, imposible de pagar. Esto implica además, que la izquierda triunfante no va a continuar con el “plan de rescate” impuesto por el FMI a las finanzas griegas.

Reto de la izquierda

El verdadero peligro para el pueblo heleno no está en la posibilidad de un gobierno de izquierda, que todavía no está completamente asegurado. El verdadero riesgo para su futuro es justamente que pierda la izquierda y se perpetúe una coalición de derecha, plegada al modelo neoliberal.

Ha sido el recetario de la banca internacional el que arrasó con el régimen de libertades y derechos sociales, destruyó la arquitectura del estado nacional, de la administración pública, de la propiedad social, para subsidiar a la banca europea. Y lo que no quieren personajes como la señora Merkel, la mandataria alemana, es que Grecia opte por una vía diferente. Para Europa y Alemania en particular, lo que importa es el pensamiento único y sus prácticas neoliberales.

En estas condiciones, a Syriza y a su líder visible, Alexis Tsipras, les queda por delante un reto descomunal. Vencer la campaña de miedo contra el elector, impuesta desde afuera por el poder financiero, convencer a otros sectores de la sociedad griega de la necesidad de apoyar su propuesta de gobierno y emprender un programa urgente de redención de los sectores más desprotegidos de la sociedad.

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