domingo, abril 28, 2024
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Caballería ligera: La siembra del mal

Revivir los resultados del bombardeo atómico, causa una emoción deprimente, nos obliga a maldecir a los autores intelectuales y materiales de esa hecatombe y sentimos y pensamos que no pertenecen a la especie humana. Finalmente concluimos: son imperialistas norteamericanos.

Foto: Hiroshima Atomic Bomb Art #1 via photopin (license)
Foto: Hiroshima Atomic Bomb Art #1 via photopin (license)

José Ramón Llanos

Los Estados Unidos con su omnipotente aparato mediático y los medios de comunicación colonizados de todo el mundo, ha logrado que sus estratagemas propagandísticas contra cualquier pueblo o estado que cuestione sus acciones depredadoras hagan carrera. Así crearon los infundios contra el sistema socialista europeo y contra Cuba. También crearon las condiciones ideológicas y políticas que facilitaron la imposición del neoliberalismo y difundieron el concepto del espíritu del mal. Sin embargo, sus acciones destructoras no han podido borrarlas de la conciencia de los pueblos ni de la historia.

Algunas acciones han sido tan destructoras y pavorosas que el mundo las rememora en las fechas en que realizaron sus acciones de lesa humanidad. Tal acontece con el salvaje genocidio de Hiroshima, cometido hace setenta años y que la opinión mundial, y los medios de comunicación, recuerdan con horror. Ningún otro gobierno a lo largo de la ya extensa historia humana, ha incurrido en tal desalmado y cruel ataque contra la población inerme, recién nacidos, niños, mujeres embarazadas y ancianos.

Revivir los resultados del bombardeo atómico, causa una emoción deprimente, nos obliga a maldecir a los autores intelectuales y materiales de esa hecatombe y sentimos y pensamos que no pertenecen a la especie humana. Finalmente concluimos: son imperialistas norteamericanos.

En esos malditos días de Hiroshima y Nagasaki el gobierno de los Estados Unidos, sembró en la tierra la simiente del terror que hoy pende como la espada de Damocles sobre toda la humanidad: las armas nucleares. Así como en Luvina anidó la tristeza, en el imperio del norte anido el mal y lo difundió en todo el orbe. Son los Estados Unidos los verdaderos engendros del mal.

No existen gobernantes del mundo que más invoquen a Dios que los estadounidenses. Sin embargo, no encontramos en esos líderes políticos ni arrepentimientos, ni voluntad de no repetición. La barbarie hace parte de su agenda de gobierno, recuerden a Vietnam, Afganistán, Irak y Abu Grahib. La conciencia humana hoy clama: Nunca más Hiroshima ni Nagasaki. Eliminación de todas las armas nucleares.

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