viernes, abril 26, 2024
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Ucrania: Peligrosa escalada de guerra

Los enfrentamientos entre tropas regulares ucranianas y grupos separatistas causaron ya un centenar de muertos y decenas de heridos. Rusia y la OTAN concentran tropas en la frontera. Gobierno de Kiev convoca mercenarios para combatir a rebeldes

Ciudadanos nacionalistas en las calles de Ucrania
Ciudadanos nacionalistas en las calles de Ucrania

Alberto Acevedo

Un compromiso anterior entre Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos, denominado ‘acuerdo de Ginebra’, que demandaba el desarme de grupos opositores y paramilitares en torno a la crisis de Ucrania, quedó hecho añicos la semana pasada tras los enfrentamientos entre opositores y defensores del régimen golpista de Kiev, que dejaron casi un centenar de muertos, decenas de heridos y el país al borde de una guerra civil, que podría incendiar esa región del planeta.

La situación es tan delicada, que varios analistas han dicho que el gobierno de facto de Kiev entregó en bandeja de plata el pretexto para que Rusia intervenga militarmente en cualquier momento con el argumento de que debe proteger la vida y la integridad de sus nacionales y en general de la población rusoparlante, residente en la zona oriental de Ucrania.

En efecto, el gobierno de Moscú había declarado días antes que permanecería atento al desarrollo de los acontecimientos y respondería ‘adecuadamente’ si sus intereses nacionales o los de sus ciudadanos son atacados. Entre tanto, el canciller Serguei Lavrov puntualizó que “un ataque contra ciudadanos rusos es un ataque contra la Federación Rusa”.

Entre los hechos lamentables de la semana pasada está la intervención de tropas ucranianas, el 3 de mayo pasado, contra la región de Donetsk, donde se atacó a un grupo de milicianos en la ciudad de Kromatorsk, con un saldo de 10 civiles muertos y más de 30 heridos.

Contra la casa de los sindicatos

Con pocas horas de diferencia, un grupo de ultranacionalistas del partido denominado Sector Derecho disparó y mató a diez personas que realizaban una cadena humana en el pueblo de Andréevka, cerca de Slaviansk. El mismo grupo, el 2 de mayo atacó con armas automáticas y químicos el edificio de la Casa de los Sindicatos de Odesa, provocando un incendio en el que murieron 46 personas, muchos de ellos miembros del Partido Comunista, y resultaron al menos 200 heridos.

Ese mismo día, en enfrentamientos callejeros en Odesa, perdieron la vida al menos cuatro personas. Ante la gravedad de los hechos, las autoridades de Moscú exhortaron a las de Kiev a desarmar los grupos paramilitares y parar el derramamiento de sangre entre hermanos. El ministro del Interior de Ucrania respondió a este clamor llamando a una escalada del conflicto y anunció la intención de contratar al menos 300 mercenarios de países vecinos para que participen en el combate a los grupos separatistas rusófonos en Ucrania.

Esta situación ha sido aprovechada por la OTAN y la Casa Blanca, en Washington, para apuntalar al régimen de facto en Kiev, que se niega a desarmar a los grupos paramilitares de extrema derecha. La OTAN viene concentrando tropas cada vez más cerca de la frontera rusa, y otro tanto hace el Kremlin, que ha trasladado unos 40 mil soldados a la zona limítrofe de Ucrania.

Para algunos observadores, Ucrania es una bomba de tiempo que ha explotado. Occidente mueve fichas del ajedrez político, buscando el control de la región y el aislamiento de Rusia. Moscú por su parte, plantea que no se va a dejar arrinconar ni permitir el avance de la OTAN sobre sus fronteras. En tales condiciones no se avizora con claridad una salida a la crisis que tome en cuenta el interés del pueblo ucraniano de decidir en forma soberana su destino.

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