domingo, abril 28, 2024
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Nuevo Jerusalén, nuevo nido paramilitar del Valle de Aburrá

Tal como lo afirma el director nacional del Sistema de Alertas Tempranas, Jorge Enrique Calero Chacón, los grupos armados ejercen como Estado en el sector. La Gobernación de Antioquia está enterada, al igual que las alcaldías de Bello y de Medellín. La Fuerza Pública y la Fiscalía también lo saben.

Redacción AnalisisUrbano.com

El asentamiento urbano conocido como Nuevo Jerusalén, cuyo nombre real es finca o predio El Cortado, se convirtió en el nuevo nido paramilitar del Valle de Aburrá. El terreno en sí, ocupado de manera ilegal, es uno de los más grandes negocios que sostienen la economía criminal de los grupos armados en el municipio de Bello, cuyos mandos políticos y militares responden ante alias Soto, uno de los jefes de ‘La Oficina’.

El Cortado, un terreno de aproximadamente 60 hectáreas ubicado sobre la quebrada La Loca, que limita al suroccidente con el barrio París, al suroriente con el barrio La Maruchenga, y al norte con predios del Hospital Mental de Antioquia y algunas fincas particulares, entre ellas La Palma, famosa en el sector y conocida por su habitantes como “la finca de Don Berna”, es el infierno terrenal de al menos 1.118 de sus habitantes que, apunta Jorge Enrique Calero Chacón, defensor delegado para la Prevención de Riesgos de Violaciones a los DDHH y DIH, y director del Sistema de Alertas Tempranas, son víctimas de “amenazas, actos de intimidación y agresiones” por parte de ‘Los de París’, organización que “participa dentro de la estructura de la Oficina de Envigado, grupo armado posdesmovilización de las AUC”, según Calero.

La situación de El Cortado es alarmante. Su riesgo va desde crisis ambiental, zona insalubre, alto riesgo de deslizamiento, y hasta peligro inminente de incendio a causa de un tubo de Ecopetrol que por allí pasa, que ha sido múltiples veces perforado por parte de los grupos armados para vender su gasolina.

A esto se suma la violencia que deben soportar: el reclutamiento forzado de menores, la violencia sexual, las extorsiones, intimidaciones y amenazas, el despojo urbano, la desaparición forzada y los asesinatos, se volvieron parte del paisaje en un sector gobernado por la dictadura de las armas, cuyo dictador recibe el alias de Germán, persona que no tartamudea en decir “el dios de aquí soy yo”, como denuncian varios de sus habitantes.

Y es que Germán supo engendrar el temor a Dios en El Cortado a fuerza de demostrar que sí lo era. “Él hace lo que se le da la gana con nosotros y cómo no se va a llenar uno de terror, si la Policía sube a cada rato, lo captura y luego lo suelta. No más hace quince días subieron dos patrulleros, lo capturaron, lo montaron en la moto en la mitad de los dos, lo ‘banderearon’ por todo el barrio y pa qué, pero nos alcanzamos a sentir felices, pensamos que por fin se iba a acabar. No pasaron ni 20 minutos cuando lo vimos subiendo por el morro y delante de todos nosotros llamó a uno de sus muchachos, le pidió 200 mil pesos y dijo que era pa darle a esos manes”, relataron dos testigos de los hechos.

La invasión que actualmente es El Cortado fue denunciada desde el 2005 por las únicas personas con derecho a hacer uso del terreno, y aumentó a finales del 2006, época en la que en realidad se estaba presentando un reacomodo paramilitar luego de su supuesta desmovilización. Para el 2007 ya existían memoriales, dirigidos tanto el municipio de Medellín como al de Bello, alertando de la situación, y documentación oficial que daba fe de la problemática. Hace ocho años secretarías de Gobierno, secretarías de Hacienda, Personería y hasta Fiscalía fueron advertidas de lo que sucedía en El Cortado y desde entonces nadie ha hecho nada.

El director nacional del Sistema de Alertas Tempranas, Jorge Enrique Calero Chacón, elaboró el informe de riesgo N° 029 de 2013 dedicado exclusivamente al tema El Cortado y su asentamiento ilegal, y lo envió al secretario de Gobierno de Antioquia, Santiago Londoño Uribe, el 26 de agosto del 2013. El texto resume la situación que se vive el territorio y está lleno de argumentos que justifican la palabra con la cual da inicio el documento: Urgente.

El informe finaliza con una serie de recomendaciones a la Alcaldía de Bello, al Incoder, a la Unidad de Atención y Reparación Integral a las Víctimas, a la Unidad de Restitución de Tierras del Ministerio de Agricultura, al ICBF, a la Policía Nacional, al Ejército Nacional, a la Comisión Intersectorial de Alertas Tempranas del Ministerio del Interior y a las autoridades civiles competentes, para que básicamente intervengan y frenen la problemática.

Calero Chacón incluso le recomienda a la Alcaldía de Bello “realizar acciones permanentes que eviten que los actores armados sustituyan la presencia y las funciones legitimas de las autoridades del Estado. En particular se recomienda presencia activa y directa en el asentamiento Nuevo Jerusalén de un inspector de policía, como puente entre la Alcaldía y la comunidad y como instancia legal para la resolución de conflictos entre los vecinos, función usurpada por los actores armados”.

Un año y cinco meses han pasado desde que la Gobernación de Antioquia fue notificada, y más de un lustro desde que las autoridades competentes (civiles y judiciales) y la Fuerza Pública tuvieron conocimiento. Sin embargo, en El Cortado la ilegalidad y el crimen siguen siendo la ley que domina.

Los camisas negras del Valle de Aburrá

Los paramilitares, o “paracos” como los llaman sus habitantes, continúan imponiendo su orden y lo hacen bajo la vista de la Fuerza Pública. “La Policía sube casi todas las semanas, se sienta en una tienda de alias Rafa, llegan los manes (paramilitares) hablan con ellos, se pasan plata y luego se van”, afirma Pablo*, un habitante que asegura haber visto el intercambio de dinero.

“El año pasado a finales vino hasta el Ejercito, se hicieron en la iglesia de arriba del morro. Eso sí, trajeron regalos, motilaron a los pelados, pero hicieron un sancocho y hasta con esos manes comieron. Todos saben lo que acá pasa, es sólo que no quieren hacer nada porque esto es un negocio, si es que a nosotros nos ‘vacunan’ por todo. La luz, que la pusimos nosotros como comunidad, se la debemos pagar a los que mandan aquí, el agua lo mismo”, cuenta otro habitante de El Cortado, añadiendo: “todos los quince de cada mes nos cobran. 20 mil damos por la luz y seis mil por el agua y este año dizque nos van a subir 10 mil, multiplique eso casi por cinco mil casas, porque la invasión ya tiene todo ese gentío”.

“Hay que pagar, si usted no paga o lo matan o lo hacen ir del barrio, así de sencillo. A uno le da mucha rabia, uno sin qué comer y tener que pagar eso, uno está aquí por pura necesidad para no tener que dormir debajo de un puente… si yo tuviera modo hace rato me hubiera ido, pero acá al menos tengo un techo”.

“Uno trabajando pa poder darle de comer a la familia, pa poder comer uno, y tener que verlos todos los quince borrachos, bebiéndose la platica que uno trabajó, eso sí da mucha hijueputa rabia, pero lo peor es pasarles por el lado y tener que agacharles la cabeza, eso sí que duele, hasta nos dicen que ellos son nuestros dioses. Si la Policía quisiera, hace rato esto se habría acabado, pero la verdad es que nosotros no le importamos a nadie”, cuenta Antonio*, a quien se le quiebra la voz por el desespero de llevar varios años viviendo en El Cortado soportando esta situación.

El grupo armado que controla el sector está lejos de ser delincuencia común, combo o banda, término que se acuña en algunos casos con la aparente pretensión de evitar la responsabilidad estatal. En un intento de hacer un sondeo sobre la cantidad de miembros que podrían integrar la estructura criminal que controla El Cortado, la respuesta, básicamente, siempre fue la misma: “Uff, eso es imposible de decir, es que son muchos, demasiados”.

Según varios de sus habitantes, el comportamiento de la estructura armada poco difiere de un ejército. “Ellos entrenan, o por lo menos eso es lo que uno siente. Siempre lo hacen después de las diez de la noche, nunca antes. Después de las diez apagan El Cortado y se empieza a escuchar mucha gente como marchando y también los cantos como militares, esos que canta el Ejército cuando entrena. También se escuchan los tiros, pero no como si estuvieran combatiendo sino entrenado, usted me entiende”, afirma Carlos* habitante de El Cortado, al tiempo que otros dos asienten con la cabeza.

Uno de estos testigos agregó: “También tienen uniforme, no es camuflado, pero es su uniforme. Todos los que pertenecen al grupo deben llevar una camisa negra, obligatoriamente, y una gorra. No importa como sea la cachucha pero deben ponérsela, la camisa no puede tener ningún estampado, tiene que ser toda negra. Lo llevan desde los ‘carritos’ hasta los armados, los únicos que no se lo ponen son los jefes, de resto todos. Sólo se lo quitan los sábados porque es el día que ‘rotan’ (…) ¿Qué es rotar? Es el día que los dejan bajar a París o por ahí a ‘loliar’, a pasear, a hacer sus cosas”.

“No le miento, vaya ahora mismo y ahí los ve, pero esa es otra cosa, no va a poder entrar. Allá nadie puede entrar, ni siquiera los habitantes del barrio París. Allá sólo se entra con alguno de nosotros, un habitante, e inmediatamente el visitante se tiene que guardar en una casa. Si a la persona la ven sola y dando vueltas se le acercan a preguntarle quién es y qué quiere, si dice a donde quién va, se relajan y hasta la orientan; si no sabe qué responder, le dicen ‘venga para acá’, se la llevan y la desaparecen. El Cortado está rodeado de fosas comunes”.

Nuevo Jerusalén o El Cortado es el nuevo nido paramilitar del Valle de Aburrá. Tal como lo afirma el director nacional del Sistema de Alertas Tempranas, Jorge Enrique Calero Chacón, los grupos armados ejercen como Estado en el sector. La Gobernación de Antioquia está enterada, al igual que las alcaldías de Bello y de Medellín. La Fuerza Pública y la Fiscalía también lo saben. Una acción popular se ganó en primera y en segunda instancia, en el 2013 y en el 2014, para corregir la desbordada problemática y ya existe un posible desacato precisamente porque no se está resolviendo nada. Los camisas negras están a Bello y al parecer llegaron para quedarse.

Esta es una historia que requiere varias entregas para ser contada, esta es tan sólo la primera.

*Nombres cambiados para proteger la seguridad de las fuentes.

Análisis Urbano

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