domingo, abril 28, 2024
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La mutilación genital femenina

La tradición que hasta hace pocas décadas era silenciosa en Occidente, es una muestra de cómo las formas culturales, con profundo sentido patriarcal, continúan manifestándose. La violencia ejercida sobre el cuerpo de las mujeres persiste principalmente en varias regiones del África subsahariano

Anna Margoliner
@marxoliner

La mutilación genital femenina, MGF, también conocida como mutilación genital femenina/circuncisión femenina, MGF/CF, se refiere a prácticas que implican la alteración o la eliminación parcial o total de los genitales externos femeninos por razones culturales, religiosas o sociales. Esta práctica, que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, es una violación de los derechos humanos y tiene graves consecuencias para la salud física y psicológica de las mujeres.

Esta práctica está actualmente prohibida, pero persiste en muchos países, especialmente en niñas menores de cinco años, ya que resulta más difícil de identificar por la ley. Este hecho contribuye a un conocimiento limitado sobre el impacto real de las campañas de concientización lideradas por la ONU en las últimas décadas.

Qué es la ablación

Según Bénédicte Lucas en su artículo Aproximación antropológica a la práctica de la ablación o mutilación genital femenina: “Existen varios tipos o grados de A/MGF según la amplitud de la extirpación. La OMS elaboró, en colaboración con Unicef, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, Unfpa, y el Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer, Unifem, una clasificación de esos distintos tipos en un informe que se está revisando. Si retomamos la clasificación del borrador de la nueva versión de este informe, así como los informes de Amnistía Internacional podemos establecer la siguiente clasificación:

-Tipo I: escisión circular del prepucio clitoridiano con o sin extirpación parcial o total del clítoris. Se suele denominar circuncisión “sunna”.

-Tipo II: extirpación parcial o total del clítoris con extirpación parcial o total de los labios menores. Corresponde a la clitoridectomía.

-Tipo III: extirpación del clítoris, de los labios menores y de los labios mayores, y cosido o estrechamiento, es decir, sutura de los costados de la vagina dejando tan sólo un orificio diminuto para el paso de la orina y de la sangre menstrual. Se denomina infibulación, y es la forma más radical de A/MGF. No es la forma más frecuente; corresponde a un 20% de los casos conocidos. Se suele practicar en Sudán y Somalia de manera importante, y en Egipto, Eritrea, Etiopia, Gambia y Kenia en menor medida, pero la prevalencia interna varía mucho de un país a otro.

Cabe añadir que el orificio siendo mínimo una “desinfibulación” es necesaria para el parto, y después del parto se suele practicar una “reinfibulación”. También se suele realizar una “desinfibulación” el día de la boda para permitir la relación sexual – acto, que, en ciertas comunidades, lleva a cabo el propio marido con un cuchillo – y luego la mujer es “reinfibulada”.

-Tipo IV: abanico de prácticas variadas e inclasificables que incluyen: la punción, perforación o incisión del clítoris y/o de los labios, el estiramiento del clítoris y/o de los labios, la cauterización del clítoris y del tejido circundante, el raspado del tejido que rodea el orificio vaginal (cortes del “angurya”) o corte de la vagina (cortes del “gishiri”), introducción de substancias o hierbas corrosivas en la vagina para provocar un sangrado o para estrechar el conducto vaginal, y cualquier otro procedimiento que se adapte a la definición.

Ocurre a la vuelta de la esquina

Hoy en día se pueda categorizar como una manifestación profunda de desigualdad de género y una forma extrema de discriminación contra las mujeres, sin embargo, en muchos casos, se percibe que este ritual es necesario para la “purificación” del género femenino.

Esta creencia persiste en los lugares ya reseñados, impulsada por el temor a que las mujeres enfrenten dificultades para contraer matrimonio en el futuro o para evitar la exclusión social de la familia. En ocasiones, los miembros de estas comunidades desconozcan la raíz de este ritual, pero su práctica persiste por razones arraigadas en la tradición y el miedo a posibles consecuencias sociales.

Históricamente, resulta desafiante determinar con precisión el origen del ritual de la mutilación genital femenina en el África subsahariana. Aunque no hay un consenso claro sobre la primera comunidad o ubicación que llevó a cabo esta práctica, algunas fuentes sugieren su presencia en el antiguo Egipto. En este contexto, se argumenta que se llevaba a cabo con el propósito de garantizar la fidelidad de la mujer hacia el hombre.

Se ha señalado que, en muchos casos, se aplicaba el sellado de la vagina de la mujer, a veces utilizando crines de caballo. Esta medida tenía como objetivo permitir al hombre verificar la pureza de su esposa durante la noche de bodas. Sorprendentemente, esta tradición perduró a lo largo del tiempo, ya que se han descubierto vestigios de esta práctica en momias que datan de aproximadamente 4.000 años atrás en esta región.

Estigmatización para la erradicación

Buena parte de los esfuerzos que se desarrollan en la actualidad para reducir y eliminar por completo esta práctica, pueden ir en vano si existe una estigmatización por parte de Occidente hacia las comunidades donde esta tiene vigencia bien sea por factores religiosos o tradicionales

La mutilación genital femenina no es exclusiva del continente africano, como se podría pensar inicialmente. Aunque su prevalencia es menor, estudios, como el de Amnistía Internacional en 1998, indican que hasta un 20% de mujeres en países como India, Indonesia, Malasia, Pakistán y Sri Lanka también son sometidas a esta práctica. Además, se han registrado casos en América Latina (Brasil, Colombia, México y Perú), Australia, y países de Oriente Próximo (Yemen y Omán).

La práctica también se lleva a cabo en naciones “industrializadas” que acogen a inmigrantes de regiones donde es tradicional, abarcando países europeos y no europeos, como Canadá, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda.

Según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, en el 2023 se reconocieron casos de mutilación genital femenina “en el marco del restablecimiento de derechos a 16 niñas víctimas de violencia sexual en Risaralda y Chocó, el ICBF abrió doce procesos administrativos de restablecimiento de derechos y realiza la verificación de derechos en otros cuatro casos”.

Tampoco tiene un carácter exclusivamente religioso, a pesar de la creencia errónea que la asocia principalmente con el cristianismo o el islam. Su origen precede a la aparición de religiones monoteístas, y desde un punto de vista histórico y cronológico, no puede vincularse directamente con el cristianismo o el islam.

Las mujeres se liberan

Muchos de los testimonios que se encuentran en internet o en la gran pantalla, como es el caso de la película Flor del Desierto, que está basada en el libro autobiográfico del mismo nombre escrito por Waris Dirie, una mujer somalí que escapó de su país como consecuencia del impacto psicológico que tuvo la ablación en su vida, evidencian que en la actualidad muchas mujeres se han apartado de esta tradición, evitando que continue en sus hijas o incidiendo en la comunidad.

La violencia sobre los cuerpos de las mujeres, justificada a través de la tradición, es usual desde los gestos de micromachismos hasta el ejercicio de poder sobre sus cuerpos. En el caso de la mutilación genital femenina la pelea es contra la estructura cultural detrás de la comunidad que la práctica, por eso es más difícil incidir en su eliminación. Más allá del placer, las mujeres deben decidir sobre sus cuerpos.

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