domingo, abril 28, 2024
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El legado de Yira Castro

A través del trabajo periodístico de Yira se evidencian los problemas estructurales de la sociedad colombiana que aún prevalecen y han evolucionado conforme a las dinámicas capitalistas. El trabajo con las comunidades vulnerables debe ser la prioridad de los periodistas

Anna Margoliner
@marxoliner

Yira Castro Durán, nacida el 20 de febrero de 1942 en Sincelejo, Colombia, fue una destacada activista política, periodista y educadora. Su vida estuvo marcada por su compromiso con la lucha revolucionaria y su participación en movimientos comunistas. Estos son algunos aspectos clave de su vida: nació en el hogar comunista de Gustavo Castro y Aurita Chadid. Fue la hermana mayor de una familia de seis hijos.

A los diecisiete años, después de la caída del régimen dictatorial en 1958, se unió a la Juventud Comunista. En 1960, formó su hogar y tuvo dos hijos, Iván y María. Durante este período, trabajó en el Comité Regional de la JUCO de Bogotá y se unió a la redacción de “Voz Proletaria”. En 1966, viajó a La Habana y luego a Praga. En Checoslovaquia, trabajó como funcionaria de la Unión Internacional de Estudiantes ─UIE─ y creó un periódico mural para América Latina.

En 1970, regresó a Colombia y fue promovida dentro del Partido. Fue elegida al Comité Central en el XI Congreso en 1972. Ingresó al Círculo de Periodistas de Bogotá en 1973 y también trabajó como educadora en el Centro de Estudios e Investigaciones Sociales, CEIS. En 1980, fue elegida al Concejo de Bogotá. Aunque falleció poco después, en noviembre de 1980, el XIII Congreso la designó en el cargo de suplente del Comité Ejecutivo, el principal organismo de dirección del Partido.

El papel de la mujer

Dentro de su labor política, nunca excluyó a la mujer como un sujeto revolucionario que debía enfilar su lucha hacia la causa partidista. Así lo menciona:

“El marxismo-leninismo es la ciencia que muestra el verdadero camino que conduce a la liberación femenina y a la conquista de la plena igualdad de derechos. Ese camino es el mismo que debe recorrer la clase obrera y, por lo tanto, el puesto de la mujer está en el partido de clase del proletariado”.

Sin embargo, ese no fue el único frente desde el cual desarrolló su militancia. Dentro del archivo del Semanario VOZ, las letras que dejó escritas Yira recuerdan su incidencia dentro de varios campos políticos, desde los intereses de la juventud, tal como el frente universitario, hasta la vivienda, los sindicatos, los niños vulnerables y la lucha agraria.

En un recorrido por la década de los setenta, sus aportes, válidos incluso para el momento histórico que estamos viviendo, así nos lo recuerdan.

Lucha por la vivienda

El crecimiento de la capital, mediado por los intereses de los burgueses, además de la ocupación de espacios habitados por gente humilde, no es un problema meramente actual. Ya en 1972, Yira escribía sobre los padecimientos de los habitantes de la Avenida de Los Cerros, actual Avenida Circunvalar, que históricamente había sido ocupada por población vulnerable dado que, en ese momento, se encontraba en las afueras de la ciudad. Hoy en día el problema de la gentrificación del centro de Bogotá es latente y crece a pasos agigantados:

“Los pronunciamientos de los concejales de la oposición y la discusión suscitada en torno al proyecto, ha revelado que no resolverá el problema del transporte y que agudizará notablemente la carencia de vivienda en el Distrito Especial, al lanzar a la calle a centenares de inquilinos que viven en los barrios del sur y a muchos propietarios afectados por el reavalúo catastral.

“Ya anteriormente nos hemos referido al reavalúo de los barrios del sur que inicialmente se anunció que sería de un 30 por ciento pero que, según los inspectores, visitadores e ingenieros que se han encargado de estudiarlo, puede subir a un 200 o 300 por ciento. Lo mismo ocurrirá con las casas beneficiadas por la Avenida que seguramente serán reavaluadas en tal forma que sus propietarios se verán forzados a buscar nueva vivienda, perdiendo la que fue su habitación durante muchos años”, escribió Yira.

Reforma agraria

Históricamente el problema de la tierra ha sido una gran preocupación para las organizaciones sociales, principalmente por la reivindicación del campesinado y la resolución de múltiples conflictos que se han generado alrededor de ellas. Yira Castro entrevistó en 1973 a Ancízar Rico, exdirigente de la ANUC, presidente de la Asociación de Organizaciones Campesinas del Norte del Valle y secretario general de la Acción Campesina Colombiana, quien afirmó en ese momento que:

“Nosotros siempre hemos sostenido que en Colombia no se ha cumplido la Reforma Agraria. Las modificaciones que se le hagan a la ley existente necesariamente degenerarán en planes de desarrollo y no en una auténtica Reforma Agraria. Mientras no exista una decisión política por parte del gobierno, una participación real del campesinado en la elaboración y en la ejecución de la ley, es inútil hablar de un cambio en la estructura agraria.

“La primera ley, la 135 de 1961, se elaboró a nivel de clase dirigente. No se puede olvidar que las modificaciones actuales tuvieron su origen en un acuerdo de partidos políticos, gobierno y terratenientes en Chicoral y no puede esperarse que signifique un cambio en las estructuras de la tenencia de la tierra. Lo máximo que puede esperarse que algunas de las fórmulas contenidas en esta ley beneficien la política desarrollista, pero esto no significa una verdadera Reforma Agraria”.

Sobre la salud

La importancia de la actual Reforma a la Salud es revertir el daño que se impuso al sistema colombiano de salud, teniendo en cuenta que el acceso a un servicio efectivo y oportuno depende del dinero que tengan los pacientes. No puede ser el privilegio de unos pocos, como lo representaba la pluma periodística de Yira Castro en 1980, con respecto al Hospital Infantil Lorencita Villegas de Santos:

“La privatización del Hospital Infantil es la fórmula genial que ha surgido frente a la crisis financiera por la que atraviesa. Creado inicialmente con fines humanitarios, sostenido con donaciones voluntarias, recibía aportes del Servicio de Salud de Bogotá que últimamente no se cumplen y que cuando se pagan puntualmente no alcanzan, todo lo cual ha ido acumulando un déficit que tiene al hospital al borde del colapso y del cierre inmediato de 80 camas. La consecuencia previsible es que poco a poco el pensionado irá devorando al resto del Hospital. En medio de la escasez de recursos tienen prelación los que pueden pagar cuartos a $1.800 diarios”.

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