Ante el creciente número de países que quisieran ingresar a la alianza estratégica, se ha elaborado un protocolo de adhesión sobre la base de unos criterios a los que Sudáfrica hizo aportes importantes
Ricardo Arenales
El grupo de los denominado BRICS, acrónimo de la alianza económica que integran Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, ha experimentado en los últimos meses un particular dinamismo, en la medida en que Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y otras potencias intentan imponer sanciones económicas y aislar a Rusia por su participación en el conflicto en Ucrania y paralelo a ello, una veintena de países, han expresado su interés en ingresar al grupo.
“Los BRICS se han convertido en un gran imán para todos los países que quieren un mundo de paz, más de 30 países quieren unirse a los BRICS. Ahora, en el Banco de los BRICS hay una gran brasileña, la presidenta Dilma Rousseff. (…) Si nos preguntan, decimos que sí, queremos ser parte de los BRICS, de manera modesta, para acompañar la construcción de la arquitectura de este nuevo mundo que está naciendo”, dijo en la reciente cumbre de países suramericanos, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
En este enfoque coincide el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riákov, quien asegura que el número de países que evalúan unirse al grupo BRICS sigue en aumento. Dijo que esta tendencia refleja un “papel creciente y ya muy considerable del BRICS en la escena internacional como una asociación de países afines”.
Protocolo de adhesión
Precisó que el éxito de la alianza es que “definen una agenda constructiva sobre el principio del consenso”. “Tanto el trabajo práctico en el marco del BRICS como un volumen significativo de los documentos conjuntos ya adoptados son una muestra clara de exactamente este camino de desarrollo de dicha unión”.
Ante el creciente número de países que quisieran ingresar a la alianza estratégica, se ha elaborado un protocolo de adhesión sobre la base de unos criterios a los que Suráfrica hizo aportes importantes. A principios de junio, los cancilleres de las cinco naciones socias adelantaron un intercambio de criterios junto a los “amigos de los BRICS”. En la próxima cumbre de la alianza, prevista para agosto, se harán discusiones y contactos adicionales.
El canciller ruso hizo un llamado a los demás socios a abordar el tema de la ampliación del grupo con la mayor transparencia posible. Destacó en ese sentido, que todos los países del mundo árabe y la región del Asia Pacífico solicitaron unirse al BRICS de manera más activa, pues en el bloque no hay representación de estas regiones.
Grupo en expansión
En efecto, Egipto ha solicitado su ingreso, seguido de otros países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Turquía, Túnez, Irán, Argelia, Argentina y Venezuela. El ministro de Finanzas sirio, Kanaan Yagui, informó de la intención de su gobierno de ingresar al BRICS y a la Organización de Shanghái.
Hace poco se lanzó la idea del BRICS+, con el objeto de aumentar de manera gradual el diálogo y la cooperación entre los países miembros y otras naciones en desarrollo. En este sentido, el director del Instituto de Investigación de Modernización y Globalización de China, Wang Wang Zhimin, dijo que 13 países han solicitado oficialmente su ingreso a BRICS.
El grupo tiene entre sus objetivos fomentar las relaciones económicas entre ellos en monedas locales y reducir la dependencia del dólar. BRICS reúne a las economías de mayor crecimiento del mundo. Informes financieros recientes sugieren que BRICS es ya el bloque financiero de Producto Interno Bruto más grande del mundo, pues en la actualidad contribuye con el 31.5 por ciento del PIB mundial, por delante del G-7, que aporta el 30.7 por ciento.
Apoyo sin condicionamientos
Una de las mayores oportunidades y desafíos que enfrentan los BRICS ahora es su capacidad para expandir su número de miembros y mantener al mismo tiempo su crecimiento actual. El tema de ayudar a los nuevos socios a mantener la independencia económica y política, es particularmente vital.
El FMI y el Banco Mundial se han distinguido siempre por otorgar a los países del Sur global apoyo financiero condicionado a medidas de ajuste en condiciones políticas específicas. Esta injerencia la justifican con el pretexto de defender los derechos humanos y la democracia, cuando en realidad están imponiendo la privatización de las entidades del Estado y la apertura de mercados a los inversionistas extranjeros, vale decir, las corporaciones occidentales.
En la medida en que los BRICS se fortalezcan, podrán desarrollar una agenda de ayuda a los países pobres, sin imponerles una agenda social invasiva ni controlar las economías locales.