sábado, abril 27, 2024
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La Aída Bella

La que regresa, es lo de más, del dolor, del genocidio, del exilio, de la tristeza y de la melancolía, a dignificar, solitaria, un atril que avergonzó a los otros cuatro.

Estefanía Uribe Wolff

Me han dicho, y por momentos he llegado a creérmelo, que soy escritora. Una buena. De «gran, gran talento». Pero no es este un espacio para promocionarme, y espero que me perdonen por haber empezado conmigo, porque lo que pretendo con esto es halagar y llenar de flores a doña Aída Avella, a quien todos los halagos y las flores parecieran no quedarle, y no por no ser nunca suficientes, sino porque es tan digna, tan bonita, tan íntegra, que se sonrojaría y preferiría que esas cosas se extendieran a sus camaradas, a sus amigos entrañables, a esos miles que enterró. 

Es mera percepción mía, porque de verdad que apenas vengo a conocerla. Y decía que era escritora buena porque debo señalar que andaba «seca» desde hace dos años (exactamente desde el 10 de agosto de 2012) y que, pese a ruegos de muchos para que volviera a escribir y retomar ese ejercicio que me duele, que me carcome, que no me gusta y me avergüenza, no había podido encontrar nada que decir; algo que mereciera que me «vertiera en letras», como describió mi quehacer alguien, por allá en 2006. 

En medio de esta pelea entre Juanito Alimaña, «que es malicia viva» y Pedro Navaja, «matón de esquina que no está en na'», a la que han adherido personajes de izquierda que hasta el momento de su adhesión fueron respetables (bueno, no, Petro no, porque ni de izquierda ni respetable ha sido) es una bonita coincidencia que Aída se llame Aída, que viene del árabe, y significa «la que regresa». Más que los cervantinos o quijotescos, he venido adquiriendo gustos por los personajes saramaguianos, como ella o como Fabio Castillo, que aparecen de repente, sin proponérselo. A mí, por ejemplo, me hizo regresar a la escritura, pero eso es lo de menos.

La que regresa, es lo de más, del dolor, del genocidio, del exilio, de la tristeza y de la melancolía, a dignificar, solitaria, un atril que avergonzó a los otros cuatro. Seguro hoy ellos y sus patrones y sus asesores deben andar cogiéndose la cabeza con las manos (bueno, no, el oficialista no tiene patrones, él es patrón y señor del Universo) por la arrogancia de haber despreciado a la televisión pública y a los televidentes…. Ja, qué va. Si saben los petardos que irrespetar es lo que da votos, y acaso porque, sobradores como han sido siempre, un debatico, unos voticos que se le sumen a Clarita de cuenta de la bizarra Avella, no hará ninguna diferencia.

Porque ese es otro punto de este asunto. Todos estos ven en el voto una cifra, un número, un porcentaje, y no a un sujeto ni a un ciudadano que empeña todas sus esperanzas en su candidato y le delega su poder para que lo represente, quede o no elegido, así eventualmente sea destituido. Ven cartas o tarjetones marcados para enfermarse de poder; nunca, nunca, a ciudadanos que confiaron en ellos con toda la buena fe.

—Hola, don Juanmanuelito, -¿qué tal, doctor Petro?, -¿cómo le va, Piedá’ Esneda?, -¿qué hay de su vida, profe «notodovale», «lavidaessagrada», Mockus? -¿quiubo, «glorioso» Partido Liberal Colombiano? Saludos a la prole del Nuevo Liberalismo; y a usted misma, tía Clara, que sacó de su partido al Partido Comunista y a la Marcha Patriótica con acusaciones por parte de ese señor Gaviria de ser financiados por las FARC, al mejor estilo de Uribe, ¿cómo me les va? ¿Qué tal los trata la democracia representativa, la participativa?—

… todo para que llevaran a cabo sus promesas de campaña y no para crear frentes con personajes oscuros y cuestionados en nombre del miedo, la burocracia, y exaltando la traición como un valor que debemos aplaudir los colombianos en pleno, como diciendo que aquello de la ética es para filósofos y que, vea, es que «depende del marrano, que dese cuenta de quién fue el traicionado». Bravo por los videos, sean montajes o no, y bravo las maldicencias y las acusaciones por parte y parte.

¿Y las ideas y las propuestas? ¿Me van a mandar a sus páginas de internet, descarados? Ah, y la prensa, que en teoría, más que la policía y que el ejército, debiera ser guardiana de la democracia, a esa hay que hacerle una ovación de pie por su objetividad, su decencia, su pulcritud y el manejo limpio que le ha dado a la información. Hasta ahora van ganando sus micrófonos, abiertos para las encuestas y el escándalo, ¡muy bien!

En fin, «la que regresa» me hace regresar a mí también a las urnas, que había abandonado por un ideal que, aprovecho para decirlo, fue traicionado. Destituyeron a la señora por la que siempre voté y, como sentí mis derechos básicos vulnerados, aunque estéril y tonta, quijotesca y perdedora, prometí no volver a votar hasta que le devolvieran sus derechos políticos. También, y no desestimen esto por ser una perogrullada, por el desencanto que produce la política en este país. Si aquí esas verdades de Perogrullo las tomáramos con menos ligereza y burla, tal vez avancemos, aunque sea un poquito.

Señores del Polo Democrático Alternativo: por primera vez en mi vida les doy el honor de depositar mi confianza en ustedes, obviando lo que les hicieron a mis hermanos de Marcha Patriótica y al Partido Comunista, como también que pasaran por alto lo de los Moreno, y precisamente por el desprecio con el que me han maltratado a Aída, a su partido, a la memoria de sus camaradas y a la de toda la izquierda con su arrogancia de que «si se nos unen, nosotros no nos unimos a nadie». Ustedes me la han tratado, señores, ustedes mismitos, de mamerta. ¿Ya se les olvidó que mamertos somos todos los que no apoyamos la lucha armada? Quisiera pensar que no saben de historia a sentir ese dolor que punza la garganta de saber que es por insultarla y descalificarla. 

Este, sí, es solo un voto que les logró sumar la Aída Bella. Valga decir que no tuvo que usar una sola palabra para convencerme, porque quien de palabras se vale para obtener mi voto y persuadirme merece más mi desprecio que otra cosa. Es por su muy digna actitud, de aguantarles esas cosas, de seguir dando la pelea en medio de esta tragedia de país; por ser símbolo de esperanza y vida; porque al verla siempre se me viene a la mente ese poema que Serrat musicalizó de Miguel Hernández, Para la libertad: «Retornarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado que retoño, ¡aún tengo la vida!» ¡Aún tenemos a la Aída!

«Puntillita: Dice el doctor Oscariván, haciendo eco de lo que y a quien representa, que las FARC son el más grande cartel de la droga. Eso no es cierto. Lo es, curiosamente, para que les avise a los asesores y diseñadores de campaña, el de los Zetas, después del de Sinaloa.»

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