Zabier Hernández Buelvas
Lamentablemente los vientos del sur siguen en nuestros territorios, teñidos con la sangre de nuestros pueblos, de líderes y lideresas que trabajaban por la paz total e integral.
El 10 de octubre de 2022 murió el médico tradicional sabedor ancestral Awá, Gerardo Pai Nastacuas al caer en un campo minado en zona rural de Tumaco. La semana pasada fue asesinada la joven lideresa indígena del Cauca Yermy Chocué. El fin de semana pasado fueron asesinados dos líderes de Cofanía Jardines de Sucumbíos, suroriente de Nariño, Faustino Carabali y su primo Jonás Carabali.
La subregión del Sanquianga y el Bajo Patía en Nariño han sido escenario todo este año de confrontaciones entre grupos armados generando una crisis humanitaria que arroja 22.862 personas desplazadas y 13.272 confinadas en el primer semestre de 2022, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, OCHA.
Hubo misión humanitaria, en cabeza del ministro del Interior Alfonso Prada, verificando la situación de crisis humanitaria en las comunidades de los municipios de Maguí Payán, Policarpa y Cumbitara del río Patía en Tumaco. Al instalar el quinto PMU por la vida, el funcionario recibió el triste e inaceptable informe sobre los 300 asesinatos en 2022 en esta región del país. En Nariño, siguen existiendo las fuerzas de tarea conjunta Poseidón y Hércules, las dos brigadas 23 y 29.
Los vientos del sur soplan fuerte, pero siguen siendo vientos con olor a muerte y desgracia. Sabemos que la política pública de Paz Total inició, sabemos de los esfuerzos que está haciendo el gobierno del cambio, no obstante, quienes recorremos permanentemente los ríos, veredas, corregimientos y municipios de este sur, sabemos también del dolor diario de nuestras gentes, recibimos en cada rincón las expresiones de miedo y frustración.
Para quienes viven el día a día las consecuencias del conflicto, hoy, es inevitable la desazón y la incredulidad. Esto debe cambiar.
¿Cómo acelerar los impactos benéficos de la Paz Total? Es la preocupación que hoy nos piden que transmitamos al gobierno, al Congreso, a los países amigos y garantes y los organismos internacionales. Los vientos del sur siguen firmes en el apoyo al gobierno y a todo el programa de cambio que lideran Petro y Francia, pero el dolor es más fuerte, la pérdida irreparable de tantas vidas humanas, hermosas, pensantes y comprometidas, como dice el vallenato, daña el pensamiento.
Hoy ya no son suficientes las expresiones públicas y mediáticas de aceptación de la propuesta de Paz Total por parte de los grupos armados. Se necesita decisión real y concreta de parar la confrontación y detener el asesinato y de líderes y lideresas. Si la voluntad de paz es de verdad, los grupos armados deberían pensar en una tregua entre ellos y realizar cuanto antes una cumbre que pacte las condiciones de tregua por el respeto a la población civil, desarmada y no combatiente.
También, son insuficientes los PMU, las misiones humanitarias y las alertas tempranas. Es necesario y urgente establecer PMU territoriales y subregionales que muevan más rápido las capacidades de prevención y reacción del Estado para proteger comunidades y líderes. Además, es necesario acelerar contundentemente la depuración de la fuerza pública, pues se ven aún altos niveles de complicidad con grupos paramilitares, narcotraficantes e insurgencias.
Si se hace esto, los vientos del sur de la paz y la vida triunfarán.