Las brujas de Hollywood

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“Era ya pasada la primera semana de mi estancia en San Andrés y no esperaba que durase mucho más. Habíamos aterrizado de emergencia en la Isla, cuando el motor derecho del DC3 que volábamos con el Capitán Barrientos -el Che para sus amigos-, se negó a seguir funcionando”

Juan Guillermo Ramírez

En estos tiempos, esa famosa lista negra en la que se incluían cineastas de Hollywood ‘comprometidos’ por sus simpatías comunistas, puede causar irritación y al mismo tiempo una mueca de risa dolorosa. Fue el caso de una gran cantidad de directores, guionistas, montajistas y actores quienes perdieron su empleo sin razón y cuyas vidas cambiaron de rumbo de una manera inesperada y sorpresiva.Además, nunca tuvieron la oportunidad -no les dieron la posibilidad de tenerla- de explicar su irremediable decadencia forzada. Se puede pensar que todos los infortunios del mundo, los referidos a aquellos que aparecían en la lista negra del cine estadounidense, hablaron fuerte. Y puede asegurarse, encontrándolo consecuente con el momento histórico, viendo el número de actores y de dramaturgos que se encontraban en cada metro cuadrado de los estudios de Hollywood, que el énfasis, el patetismo, subían tan alto que justo hoy podría volver a atraparnos, muchos años después. A partir de 1947, en plena guerra fría, huno una crispación política sin precedentes hasta entonces, en el mundo de las artes. Los políticos querían aprovecharse de la luz y crearon una terrorífica histeria colectiva a expensas de Hollywood y en esa máquina de sueños sustentaron su existencia. Dentro de este clima de histeria y temor, la mediocridad, el conformismo y la hipocresía lograron imponerse.

Irwin Winkler, virtuoso productor, intenta auscultar este fragmento histórico para prevenir a las jóvenes generaciones. Culpable por sospecha (1991) su película, no tiene nada para ser refutada en el plano histórico, como tampoco en el dramático. Tuvo razón al acelerar su propósito en aras de la ficción contando con el acierto del elenco encabezado por ese par de personajes: Robert De Niro y Annette Bening, pareja desunida que se acerca nuevamente en plena tormenta. La lección de coraje, una bella instrucción de dignidad (que se vuelve una costumbre) y de historia, expresada por De Niro, director cinematográfico exitoso y consentido del productor Zannuk, que hubiera podido delatar a sus amigos y prefirió más bien el silencio. La única observación crítica que se le podría hacer a la película es que no está a la altura de su tema. Sin querer denunciar a un cineasta que realiza su ‘ópera prima’, se puede uno preguntar ¿por qué el productor Winkler no le confió a un director, a uno de oficio, a uno verdadero, un guión tan bien documentado? La proximidad de talentos (Winkler y Scorsese, entre otros) no ofrecen la existencia de vasos comunicantes. Pero para el punto de vista histórico y de convicción, la lección de dignidad, es una virtual ganadora.

¿He sido miembro del partido comunista, o nunca lo ha sido? Esta pregunta es la que se le dirige, incansablemente a todos los sospechosos, al final de la década del 40 y comienzos de los 50, durante ‘la cacería de brujas’. Sin ninguna duda, el período menos glorioso de Hollywood, simbolizado por un solo nombre, el senador de Wisconsin Joseph McCarthy y quien, en algunos años, diezmó al cine, privándolo de algunos de sus mejores talentos. Aquellos que rehusaron denunciar a los simpatizantes comunistas ante la Comisión de Actividades Antinorteamericanas no tuvieron oportunidad ni suerte: algunos fueron llevados a la cárcel, otros abandonaron los estados Unidos para no ser condenados, otros simplemente estarán escritos en la lista negra, es decir, que les será prohibido trabajar con su nombre.

Este es el telón de fondo que ha escogido el productor Winkler para dirigir Culpable por sospecha. Un tema nada fácil para sus comienzos, la cacería de brujas: un tema tabú para Hollywood. La historia se desarrolla en 1947 y cuenta cómo Darryl Merrill, un realizador, se encuentra en la lista de sospechosos por haber asistido doce años antes, a dos manifestaciones comunistas. Intimidado por Zannuk, el patrón de la 20th Century Fox, para testimoniar ante la comisión, antes de comenzar a rodar su nueva película, Merrill se rehúsa. Pero en Hollywood, él comienza a padecer las negativas de trabajo, no va a volver a trabajar en cine, se exilia en Nueva York, pero allí es hostigado por los agentes de la FBI que quieren su testimonio. Mientras que su universo se derrumba, Merrill se convierte en otro hombre. Se trata de un cuento moral, que posee todos los elementos de Rocky y algunos de la historia de Job en la Biblia, señala Winkler. El personaje que encarna De Niro está lleno de incertidumbre que, a pesar de todo, se convierte en héroe. Un tema frecuente en la carrera cinematográfica de Winkler como productor.

En un principio, Winkler debía contentarse con producir una película basada en una idea inspirada a Bertrand Tavernier por sus conversaciones con John Berry durante la filmación de Autour de Minuit (quien hace de barman). Berry, en efecto, había sido denunciado por Edward Dmytrick, en 1951 y fue obligado a huir de los Estados Unidos, como lo fueron también Joseph Losey y Jules Dassin, para radicarse en Francia.

Abraham Polonsky, el guionista de Culpable por sospecha también figura en la lista negra. Pero Winkler, quien inconforme con la idea de hacer un personaje principal un comunista radical, reescribe el guión. Habría sido más fácil para el público, comprender por qué la Comisión se vuelve terca con Merril, si lo hubiera presentado como un comunista. Mi intención con esta película, no era registrar una defensa del comunismo, sino una defensa de la libertad en general. Quise insistir en el hecho que trata un hombre con una extrema rectitud moral prisionero de su éxito. Lo que es interesante es que una vez que los símbolos de su poder comienzan a escapársele, David Merrill se da cuenta de los verdaderos valores y encuentra nuevamente una dignidad que había perdido. Winkler está orgulloso de haber incorporado en su película los detalles propios del cine. El apartamento de Merrill se encuentra en Mulholland Drive, al lado de la de Frank Sinatra. La secuencia en la que Merrill filma bajo un nombre falso, se trata simplemente de un homenaje al último plano de El tren silbará dos veces de Fred Zinnemann. Es Sam Wanamarker, otro nombre en la lista negra y obligado a exiliarse en Inglaterra en 1951, quien irónicamente encarna al abogado del estudio de la Fox, Félix Graff, el que aconseja a sus clientes a colaborar con la Comisión. Sólo regresará a los Estados Unidos, diez años más tarde. El se acuerda de este doloroso período: Nunca supe hasta qué punto fueron empujándome las presiones para extraditarme a Inglaterra. Era un período de intimidación y de miedo.

A los 60 años, Winkler es un productor con una carrera fecunda y testimonia un gusto ecléctico, una perspicacia y una pasión por le riesgo. Sacrifica lo comercial, produciendo la serie de Rocky, para pasar al otro lado, aquel que hace posible el cultivo de los ‘autores’ como Scorsese (New York, New York, El toro salvaje y Buenos muchachos). Winkler reconoce haberle mostrado el guión de su película a De Niro a fin de conocer su opinión, pero deseando secretamente si le interesaba. Estos dos hombres se conocen muy bien por haber trabajado juntos en 6 películas.

John Berry es el verdadero personaje que inspiró a David Merrill. De regreso a Los Ángeles, por algunos días, el director estadounidense de 73 años prepara el estreno de su nueva película Cautiva en la isla, filmada en Siberia. Su nombre real es Jack Szold, nació en Nueva York y después de haber sido boxeador, se convirtió en actor formando parte del famoso grupo teatral ‘Mercury’ de John Houseman y Orson Welles y llega, algunos años más tarde a la dirección de cine. Descubierto por un cazador de talentos de la Paramount Pictures, en 1943 es contratado. Al año siguiente realiza su primer largometraje: Miss Susie Slagle, con Veronica Lake y Lilian Gish. Tiene sólo 20 años. Su vida se va encadenando de película en película y se impone como uno d ellos más brillantes talentos en la cinematografía de su generación. Pero en 1951 acepta dirigir The Hollywood ten, un documental que asume la defensa de las diez primeras víctimas de la lista negra, diez personas a quienes les fue prohibido trabajar en Hollywood y fueron llevados a prisión por haber rehusado participar en la cacería de brujas que comenzaba. En plena guerra fría, Estados Unidos se sentía acosado por un enemigo interior: los rojos. Entre ellos figuraron los guionistas Ring Lardner Jr. y Dalton Trumbo, un militante comunista que purgará un año de prisión y escribirá el guión de Espartaco de Stanley Kubrick. Amenazado pro correr la misma suerte, John Berry prefiere huir de Hollywood, sin esperar ser convocado por al Comisión. Se instala en Europa y allí proseguirá su carrera de actor y de director, tanto en el teatro como en cine. Filma con Eddie Constantine, Soy un sentimental, se casa con la comediante francesa Myriam Boyer y vuelve a encontrar el camino que lo conducirá a Hollywood, en 1974 con Claudine.

Link de la película: https://ok.ru/video/1300889078345