La violencia sobre la ley

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Jefferson Corredor (Jepes)

En la historia de Colombia del siglo XX han ocurrido múltiples acontecimientos que marcaron la vida política del país. Uno de ellos es la Masacre de las Bananeras, que 94 años después sigue siendo una muestra de la crueldad del Estado. Pero también fue el presagio sobre el devenir de la clase trabajadora, que tuvo que conquistar sus reivindicaciones laborales bajo el fuego de las armas y de la sangre de muchos hombres y mujeres que entregaron su vida a la lucha sindical.

Esta masacre fue el fatídico desenlace de una huelga de los trabajadores de la United Fruit Company. Ante la negativa de la multinacional para negociar un pliego de peticiones, cientos de trabajadores decidieron hacer un cese de actividades y congregarse en Ciénaga, Magdalena.

Frente a este hecho el general Carlos Cortés Vargas, ordenó en la madrugada del 6 de diciembre de 1928 la disolución de la aglomeración, pero como nadie se movió, abrió fuego en contra de los huelguistas, lo que dejó un saldo de más de mil personas asesinadas.

Otro ejemplo del tratamiento violento del Estado a los conflictos laborales es el que ocurrió el 23 de febrero de 1963 en Santa Bárbara, Antioquia. Cuando en medio de un bloqueo de la vía por parte de los trabajadores de Cementos el Cairo, las Fuerzas Armadas decidieron terminar la huelga haciendo uso de gases lacrimógenos y disparos. Sin embargo, no conformes con ello, a las siete de la noche los soldados cortaron la energía del municipio e ingresaron a las viviendas para agredir e intimidar a la población.

Estos dos hechos ilustran una de las tácticas de la clase dominante para desarticular al movimiento sindical. De acuerdo con los datos de la Escuela Nacional Sindical, entre 1973 y 2019, hubo 3.340 sindicalistas asesinados. En lo transcurrido del siglo XXI el panorama de la clase trabajadora no ha cambiado mucho, ya que, aún siguen sobreviviendo en medio de la informalidad, debido a que en las últimas dos décadas los gobiernos de turno han impulsado la flexibilidad laboral como una estrategia para crear empleo, pero sus resultados han sido adversos.

No obstante, con la llegada del plan de gobierno del Pacto Histórico a la Casa de Nariño, existe la oportunidad de transformar esas condiciones en cabeza de la ministra de Trabajo, la camarada Gloría Inés Ramírez, quien es un referente del sindicalismo clasista del país. Así que ante este nuevo contexto es nuestra tarea acompañar e impulsar la implementación del Estatuto del Trabajo, como un primer paso para recuperar las reivindicaciones que nos fueron arrebatadas.

No será fácil, pues la nueva reforma laboral deberá dignificar el trabajo, mejorar las condiciones materiales de la población en general, garantizar las libertades sindicales, la seguridad social y la posibilidad de entablar un diálogo equitativo entre los trabajadores y los empresarios.

Para lograr implementar lo anterior es importante que el movimiento sindical y el movimiento social se reagrupe en un bloque popular, que sea capaz de construir una agenda de movilización que impulse en las calles los cambios que requiere el país, y que además le brinde las herramientas necesarias a la ciudadanía para que pueda defender los triunfos alcanzados en las urnas de los ataques de la clase dominante.

Nota: Gracias al semanario VOZ por permitirme escribir una vez al mes. Les deseos felices fiestas y un 2023 cargado de mucha rebeldía.