Pedagogía democrática y por la vida

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Jaime Caycedo
@JaimeCaycedo

Los procesos eleccionarios, en medio de sociedades forzadamente conducidas a respirar y a traducirse únicamente a través de las lógicas del mercado, se manifiestan como fracasos o éxitos según los resultados cuantitativos que se expresan en los protocolos procedimentales presentados como el contenido real de la democracia.

Esta forma de mirar las cosas, oficializada por la ideología neoliberal como la carta de presentación y legitimación de la democracia, representa una castración absoluta del contenido moral de la misma y una desnaturalización de lo que representa la intervención popular creciente en los asuntos públicos, la batalla por ampliar las libertades y garantías de los sectores excluidos y, ni siquiera escuchados, en las decisiones que atañen a los intereses colectivos, objetivamente mayoritarios de la sociedad.

En estas condiciones, tan democracia es Colombia como lo es Israel. La ideología neoliberal en su forma extremista nos presenta estas estructuras como representativas de la democracia occidental, aceptada y aceptable por Washington, por lo tanto venerable e insustituible.

Estados Unidos se enorgullece de respaldar a Israel bajo la idea de defensa de la democracia en el Medio Oriente. Al mismo tiempo, señala como antisemita la actitud patriótica y digna del presidente de la república de Colombia, en su actitud de repudio al genocidio que ocurre a la vista del mundo en Israel contra el pueblo palestino.

La postura del presidente Petro es coherente con una visión distinta de la democracia de folleto, que el poder capitalista imperial pretende seguirnos imponiendo. No puede existir democracia con genocidios ni en Israel ni en Colombia. El respeto por los principios de justicia, humanidad, libertad política real, derecho internacional, acatamiento de los compromisos en las relaciones internacionales, es parte sustantiva del soporte de la democracia y garantía para la paz interna y externa en el sistema mundial interestatal. El desconocimiento de estos principios no otorga patente de corso ni a Israel ni a Estados Unidos para imponer la arbitrariedad y la muerte como las reglas para el mundo.

En Colombia la batalla del Pacto Histórico por las reformas, cruelmente postergadas por el sistema económico y social subordinado al imperio, que ha regido en la historia, es una nítida expresión de democracia. La reforma agraria, la reforma laboral, la de la salud, la pensional, la educativa, representan contenido esencial de la democracia, de su construcción, de su ampliación, de su proyección incluyente, de su objetivo destinado a derrotar la inequidad, la injusticia, la muerte y el genocidio como formas de dominación de unos seres humanos minoritarios sobre otros, inmensamente mayoritarios. El duro debate de ideas que libramos en el contexto de lucha contra la derecha, dominante en los medios de comunicación, contra los intentos continuados de un “golpe de estado blando” y contra los prejuicios creados a contrapelo de la realidad y la experiencia vivida es un costo inevitable de la lucha por la democracia, en una Colombia que brega por superar el genocidio, la violencia política contra la y la estigmatización convertida en gheto político contra la izquierda.

Nuestras candidatas y candidatos, nuestras aliadas y aliados, las y los centenares de miles de votantes que enarbolan la bandera de la esperanza, son la avanzada de la democracia popular que debe construir a una Colombia potencia mundial de la vida.

* Presidente del Partido Comunista Colombiano