¡Optimismo, sin triufalismo!  

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Nixon Padilla
@nixonpadilla

A menos de cuatro semanas de las elecciones de congresistas y de las consultas presidenciales de tres sectores del espectro político colombiano, es un hecho que la principal coalición progresista y de izquierdas, el Pacto Histórico, tendrá un resultado inédito en la historia del país.

No obstante, lejos está la posibilidad de cantar victoria anticipada. El triunfalismo puede obnubilarnos y enceguecernos, sin posibilidad de comprender que la derecha aún no está derrotada y que tiene en su armería, numerosos y eficientes métodos para evitar su fracaso.

En primer lugar, encontramos el clientelismo, que se aceitó muy eficazmente con la feria de contratos estatales que a toda velocidad se firmaron antes del 28 de enero pasado, garantizando el estimulo necesario para que jefes regionales y locales se ajuicien en la tarea electoral. A esto se le suma la eliminación, por parte del Congreso y la presidencia, de las garantías que imponían la veda de contratos interadministrativos en época electoral, los cuales son utilizados para repartir las tajadas a las clientelas en los territorios desde el nivel central.

Cabe recordar que, a cada jefe político de los partidos de gobierno, se les han entregado la dirección de las instituciones estatales, así como en las entidades territoriales.  Pero el clientelismo no esta circunscrito a la esfera estatal. Muchas son las denuncias de presión a empleados de empresas privadas para que voten y consigan votos, so pena de perder el puesto de trabajo. Es el emprendimiento electoral que llaman.

Por otra parte, encontramos la compra de votos. La evidente superación de los topes de financiación electoral, en la propaganda y actos de campaña, es nada comparado con las sumas de dinero que se invierten en la compra directa del voto. Tanto es así, que los clanes políticos acuden a la cartelización para incidir en el valor del voto en el mercado electoral, el cual se establece en función de variables como las necesidades materiales de la población, la urgencia del comprador, las dificultades de movilización del voto y la competencia del voto libre. Las denuncias de Merlano contra los clanes Char y Gerleín, no amilanan al mercado electoral, lo vuelve sofisticado, hasta el punto de que ahora utilizan novedosos métodos informáticos de control y distribución de recursos, así como de garantías de resultados.

De mochileros de barrio a ingenieros de sistemas, así avanza la industria 4G de la compraventa de votos. Cabe afirmar que, en el actual debate electoral, el valor del voto está al alza y las inversiones que están obligadas a hacer las mafias serán astronómicas, dineros que de alguna manera pasan por el sistema financiero con la complicidad de importantes sectores de la banca.

Sobre la mesa siempre estará la sombra del fraude electoral. Desde el cambio de los resultados de las urnas en los formularios E-14 y E-28, las dificultades para la defensa del voto en los escrutinios territoriales, hasta complejísimas maniobras sobre los sistemas de procesamiento e información del voto, son amenazas que en ocasiones anteriores cobraron curules a la izquierda y a sectores democráticos.

En esta ocasión la amenaza continúa, expresada entre otros, en los cuestionamientos a la contratación que desarrolla la Registraduría Nacional, sobre los distintos softwares que controlarán la actividad de dicha institución en el proceso electoral. La expresión “el que escruta elige”, atribuida al padre Camilo Torres, sigue siendo la máxima del Establecimiento colombiano.

Continuara…