Hernán Camacho
@camachohernan
Se cumple un mes de posesionado el gobierno que lidera Gustavo Petro y en el país se siente un ambiente de esperanza y tranquilidad. En tan poco tiempo el ejecutivo ha demostrado que tiene muy clara su agenda política con temas sensibles como la “paz total”, el cambio climático o la lucha contra el hambre.
De igual forma, se ha marcado un cambio considerable en la conducción del Estado en materia de relaciones internacionales, así como se ha abierto el debate para producir más trabajo y perfilar al país hacia el crecimiento económico.
Mientras el gobierno de Iván Duque en sus primeros días malgastó su capital objetando la paz, eludiendo la “ñeñepolítica”, bombardeando menores reclutados forzadamente y feriando el presupuesto público, el presidente Gustavo Petro sentó a la clase política tradicional en la misma bancada que el Pacto Histórico con el compromiso de votar sí a las reformas sociales, presentó la reforma tributaria progresista y reactivó la mesa de diálogo con el ELN.
Las comparaciones son odiosas, pero es imposible no hacerlas si se trata de analizar el arranque de un ejecutivo que llegó a la jefatura de Estado con la promesa del cambio político.
El Gobierno nacional tiene como prioridad la reforma tributaria. Si no se aprueba el proyecto fiscal, las demandas sociales difícilmente serán cumplidas. Conocemos el diagnóstico del país que deja el uribismo: Alto déficit fiscal, elevada deuda pública, dólar por las nubes, la olla raspada y no implementación de los puntos transformadores del Acuerdo de Paz.
Se necesita un estadista para enfrentar la situación interna que se conjuga con la crisis económica mundial, con el fenómeno de la inflación global y los efectos de la guerra en Europa. Lo saben los empresarios de la ANDI que en su reciente congreso escucharon el discurso del presidente Petro sobre el desarrollo de la política industrial y su capacidad para generar riqueza. El jefe de Estado llamó al empresariado a separarse de las políticas neoliberales que marchitan la industria nacional y no generan empleo.
Petro, el comandante en jefe de las Fuerzas Militares, también habló en las ceremonias tradicionales de ascensos y transmisión de mando de la nueva cúpula castrense. Le explicó al generalato y a la oficialidad de alta graduación el objetivo de las nuevas operaciones militares para garantizar la paz en los territorios.
El reto de los militares es transformar sus capacidades en la guerra por compromisos en el territorio como la construcción de vías terciarias, puentes y obras civiles. Después de una revisión exhaustiva de las hojas de vida de la cúpula militar, a discreción del Ministerio de Defensa, se consideró que unos cincuenta generales y coroneles no cumplen el perfil para las nuevas operaciones de la paz.
Los Consejos de Seguridad plantean una renovación en la concepción de seguridad integral y abierta al diálogo social. Desde el corazón del Catatumbo, escuchó a la Fuerza Pública y a los pobladores, convocó a la asamblea nacional de campesinos cocaleros para encontrar junto al Gobierno la hoja de ruta para la rápida sustitución de cultivos ilícitos en la región y pidió gestos de paz a los armados.
Impresionante fue la presencia del presidente Petro en El Tarra, Norte de Santander. Las imágenes quedarán para la historia. El día en que las multitudes martirizadas del Catatumbo aclamaron al presidente como un verdadero “rockstar” del pueblo.