Jaime Cedano Roldán
@Cedano85
Que en Macondo no había pasado nada, nunca había pasado nada y que ese era un pueblo tranquilo. Una respuesta novelesca cargada del mismo cinismo con que un coronel del ejército, este sí de la vida real, diría diez y ocho años después que estaba ahí “defendiendo la democracia, maestro”, tras el arrasamiento del Palacio de Justicia que estaba completamente envuelto en llamas, con cadáveres regados por todos sus pasillos, baños y sótanos y con personas detenidas que iban siendo conducidas a sitios de torturas y humillaciones para pasar luego a ingresar los listados de los desaparecidos y las desaparecidas.
Desde aquellas fechas del militar de las bananeras, y seguramente desde muchos años antes, en el país hay cosas que nunca pasan o que las autoridades nos quieren hacer creer que no pasan. Nunca ha habido un conflicto interno, jamás se ha torturado a nadie, sino que algunos se auto torturaban para hacer quedar mal al gobierno, no se ha desaparecido a nadie, no ha habido falsos positivos, las águilas tales no existen y el clan del Golfo está desaparecido. No hubo casi un millón de votos del Pacto Histórico refundidos el 13 de marzo, de la misma manera que no hubo muertos ni heridos durante las protestas del paro nacional.
Y por supuesto que no hay, ni ha existido ninguna intención, plan o maniobra para aplazar las elecciones, y que eso solo eran imaginaciones de Gustavo Petro producidas por el sofocante calor barranquillero en medio de una delirante multitud de más de cuarenta mil personas.
Pero es que antes de Petro había otra gente denunciando lo mismo, Rodrigo Lara entre ellos. Que estaban creando las condiciones para aplazar las elecciones ante el descenso continuo del candidato uribista en las encuestas y que una de las opciones era crear un clima de agitación y caos en las calles para utilizarlos como pretexto para el aplazamiento.
El gobierno ha desmentido las denuncias, apenas lógico y esperado. Son los mismos que durante toda la vida se la han pasado diciendo que en Colombia no pasa nada. Quien seguramente algo sí se olió o escuchó en los encumbrados salones fue Andrés Pastrana quien en forma bastante rara y sospechosa invitó a Petro a su casa a conversar para defender la democracia y unas horas más tarde estaba señalando de fraude la votación histórica del Pacto Histórico en las parlamentarias del 13 de marzo.
Quizás la mejor interpretación a esta situación fue la que diera la periodista Laura Gil en el sentido de que la denuncia que con tanta fuerza se hiciera en Barranquilla sirvió como tate quieto a los promotores del pucherazo. Aunque no sabemos si entre el momento de escribir esta columna a cuando salga el periódico de la imprenta haya ocurrido algo, pues al contrario de lo que decía el militar macondiano, en Colombia sí pasan cosas y las oligarquías en su desesperada agonía son capaces de cualquier locura y esto lo han demostrado durante todos estos largos años y décadas.
Esperemos con ilusión, con esperanzas, con calma y vigilantes, que sí pase algo extraordinario, maravillosamente extraordinario. Que el 29 de mayo empiece la posibilidad de una nueva historia, se logre recuperar el país para empezar a remendarlo, tarea larga y complicada, durante dos siglos esperada.
Y que reconozcan los resultados.