Medios de miedo

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Renata Cabrales

Los mensajes del presidente Gustavo Petro, a través de su cuenta en Twitter han sido motivo de pronunciamiento de la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP, que afirma que sus mensajes “pretenden sembrar la duda sobre el trabajo de la prensa en Colombia”. Un llamado de atención fútil, cuando es claro que los medios de comunicación hegemónicos son instrumentos de manipulación de la ultraderecha, siempre a favor de los grandes empresarios, dueños de estos y sujetos a sus intereses.

Lo que sí debería hacer la FLIP es una investigación sobre el papel de las entidades encargadas de regular los medios de comunicación en el país (¿El Ministerio de Tecnologías de Información y Comunicaciones, MinTIC, la Comisión de Regulación de Comunicaciones, CRC, RTVC Sistema de Medios Públicos?), ya que estos hace tiempo perdieron de vista sus objetivos: informar y educar, sin perder los principios de imparcialidad, objetividad, investigación, selección de fuentes confiables, etc.

Los supuestos comunicadores no deben olvidar la ética y la imparcialidad, y tampoco algo que la Red de Periodismo con Visión de Género ha demandado hace tiempo, por el derecho a la comunicación de las mujeres: el fin del lenguaje sexista.

En razón del lenguaje sexista en los medios, la Universidad Central y la campaña No Es Hora De Callar lanzaron el Observatorio de Género y Medios, con el análisis de 1.000 publicaciones sobre feminicidios, entre marzo de 2015 (cuando fue sancionada la Ley 1761) y el 2017. El informe concluye que entre algunos hallazgos unas víctimas fueron empaladas, otras torturadas, descuartizadas, quemadas o violadas antes de ser asesinadas, pero al presentar la noticia, siguen recurriendo a términos que justifican los hechos: “crimen pasional, celos e infidelidad”, expresiones que dirigen la atención hacia la supuesta causal del delito y no del acto feminicida, justificando al verdugo.

El llamado de atención en estos días es por la responsabilidad que tienen estos sobre la imagen pública de las mujeres, pues debido a la falta de ética al “informar” sobre un feminicidio, antes de crear conciencia, perpetúan la misoginia en una sociedad que aún no entiende sobre patriarcado y los roles y estereotipos que este impone a las mujeres.

En 2022, en Colombia hubo 614 feminicidios y en lo que va del 2023 se han reportado nueve casos. Sin embargo, los medios se han concentrado en las últimas semanas en el feminicidio de Valentina Trespalacios. Y no está mal, pero el manejo de este caso es un ejemplo del incumplimiento del principio de ética, pues han convertido la violencia machista en un circo mediático, logrando que gran parte de la población exprese más empatía por el verdugo que por la víctima y sus familiares.

Titulares como, “No, bebé”: Los chats de Valentina Trespalacios a Santiago Luna cuando se fue a vivir con John Poulos. “Ella dijo mentiras”; “Se revela chat de WhatsApp de Valentina Trespalacios; no estaría convencida de matrimonio”; “Revelan que John Poulos sabía que Valentina Trespalacios “lo estaba usando”; han recibido comentarios misóginos que describen a la víctima como una “mujer infiel, que merecía ser asesinada por un pobre gringo celoso”.

Queda claro que los medios de miedo buscan enviar un mensaje moralizante a las mujeres, haciendo entender a la sociedad que la violencia machista, en la peor de sus manifestaciones como lo es el feminicidio, sigue siendo culpa de las víctimas y no de los victimarios.