Marcha LGBT Bogotá: de lucha política a destino turístico

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Manuel Antonio Velandia Mora

Desde la primera marcha hace 40 años, la séptima venía siendo la ruta por la que se transitaba en el ejercicio político de la conquista de nuestros derechos como minorías sexuales. En la primera marcha nos la negaron y enviaron a la Plazuela de las Nieves, en las dos siguientes nos tomamos, en patines la ciclovía y caminamos entre el Parque Nacional y la calle 72, en la marcha de 1999 algunas personas marchamos hacia el sur porque nos interesaba el tema de la paz, fue el momento en que algunos pocos militantes llegamos por primera vez a la Plaza de Bolívar con nuestra bandera arcoiris, al mismo tiempo otros se dirigían a la calle 72. Fue una gran conquista en 2002, con la VI Marcha “Cuerpo primer territorio de Paz”, tomarse la Plaza de Bolívar. Este año 2023 la marcha sale del Concejo de Bogotá y termina en el Parque Simón Bolívar.

El inicio de la lucha por los derechos maricas

En 1980 participamos de la despenalización de la homosexualidad, en 1981 se hizo
vigente, pero estaba el “estatuto de seguridad”, un régimen penal de seguridad promulgado y puesto en práctica el 6 de septiembre de 1978, mediante Decreto 1923 de 1978 por el gobierno de Julio César Turbay Ayala de 1978 a 1982. Con este Estatuto se pretendía hacer contrapeso a los grupos insurgentes, regular y prohibir la protesta social y frenar el crecimiento de los movimientos guerrilleros. Influenciado por la Doctrina de la seguridad nacional de los Estados Unidos. Con amparo en el polémico Estado de Sitio, el Decreto 1923 se convirtió en el centro de la discusión pública hasta su derogatoria en junio de 1982. Ya teníamos las puertas abiertas para pedir el permiso para marchar. Esta es la razón por la que debimos esperar hasta el 28 de junio de 1983 para hacer la primera marcha. Luego nos dedicamos a la prevención del sida y hasta 1995 nos decidimos a realizar la segunda época de marchas; con la consigna – lema: “Los maricas tenemos derechos” nos tomamos la ciclovía. Organizada por Manuel Velandia desde Equiláteros Proyecto colombiano de Diversidades y Minorías sexuales, 12 homosexuales portamos una bandera arcoiris de16 metros de larga. Sin permiso de la autoridad correspondiente, se tomó la ciclorruta.

Perdimos la plaza

Este no es un hecho baladí, ha sido simplemente bajarse los pantalones para entregar el cuerpo político al mejor postor. Bien se decía durante mucho tiempo que “al enemigo no hay que darle el culo”, así nos pinte maravillas porque siempre hay escondido un animal salvaje que nos puede morder e incluso asesinar.

Para hacer una analogía tenemos que decir que la marcha LGBT de Bogotá sufre de una grave, casi mortal, infección nosocomial. Muchas de las infecciones bacterianas resistentes a los fármacos son nosocomiales, es decir, contraídas en el propio centro hospitalario durante la convalecencia de los pacientes, mejor dicho, en los mentideros políticos.

Lo que estoy afirmando es que en los comienzos de la política pública LGBT para hacer atractivo el cierre de la marcha se pensó en invitar personajes públicos reconocidos por los sectores sociales LGTBI, el paso siguiente fue convocar artistas hasta el punto de perder el contenido político para convertir la marcha en un producto turístico para esto es necesario pasar de un epicentro político, la Plaza de Bolívar, a un espacio digno de un espectáculo multitudinario, el Parque Simón Bolívar. Los derechos trans, un tema político de gran importancia, por obra y gracia del “Pink Washing” están siendo utilizados como artilugio que disfraza las verdaderas intenciones de la ciudad con las que se quiere convertir a Bogotá en el más importante destino “Gay driednly” de Latinoamérica.

Bogotá lanzó, el pasado el 23 de febrero, una guía turística especializada para posicionarse como destino para la comunidad LGTBI+, para ello se utilizó la “Vitrina Turística 2023” de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (ANATO).

Aun cuando no lo informaron explícitamente se veía venir, evidentemente el cambio de ruta quita la marca política de la marcha, dirán que el eslogan demuestra lo contrario “#LeyIntegralTransYa”.

Claudia López ha dicho: “Hoy Bogotá se viste de colores 🏳️‍🌈🏳️‍⚧️ para celebrar más de 40 años de orgullo, movilización y reivindicación por los derechos LGBTIQ+, un acontecimiento que cambió la historia del activismo de las personas de los sectores sociales diversos. Los esperamos a las 12m en la Plazoleta del Concejo de Bogotá para marchar hasta el Parque Metropolitano Simón Bolívar, donde se realizará un concierto de cierre con artistas como @goyocqt @farinamusic, La Morena del Chicamocha, y Juliana Velásquez”.

Por el hueso baila el perro

La gente no leerá el cambio de ruta de la marcha como una pelea con el “gobierno del cambio”, pero aun cuando eso es bien cierto, también es verdad que el “Pink Washing” tiene mucho peso, en especial si el llamado “mercado rosa”, en el que se incluye el turismo marica, ve en nuestro sector social un renglón económico muy importante. La nueva sede, el Parque Metropolitano Simón Bolívar, es un epicentro de espectáculos… un lugar turístico por excelencia en el que, por supuesto cabe mucha gente, y sobre todo se quita ese tinte político maricón que ya no parece ser necesario.

Mientras nos seguirán asesinando, a las trans las seguirán asesinando, las seguirán vulnerando en sus derechos, se les seguirán negando sus cuerpos, porque bien sabido es que en varias oportunidades han dicho que “la teta trans es peligrosa” y hay que esconderla. En especial, porque el “Pink Washing” es políticamente correcto e incluso cristiano recalcitrante y tanto beso y cuerpo político va en contra del turismo de familia.