La calle de las trampas

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Jaime Cedano Roldán
@Cedano85

Era la segunda o tercera reunión a la que asistía como militante recién ingresado a la JUCO por allá en el año 1972. Las reuniones se realizaban en una vieja casona colonial en La calle de las trampas, llena de adoquines y de historias misteriosas que engrandecen a Honda, “La ciudad de los puentes”. Armando Robledo, el sagaz tinterillo que dirigía al partido, planteó una campaña de expectativas que fuera creando ambiente para las elecciones presidenciales de 1974.

La idea era realizar unas pintas que dijeran UNO-1974. No creo que en esos momentos a los militantes recién llegados nos haya quedado muy claro de que se trataba y solo lo vinimos a comprender algunos años más tarde, incluso después del 74 cuando llenamos la ciudad de carteles, murales y panfletos de la Unión Nacional de Oposición, sacando dos concejales en esa elección.

Años después tendríamos claro, leyendo a Álvaro Vázquez, que la UNO había sido la primera y más importante coalición programática de la izquierda, protagonizada por dos partidos que durante la última década se habían enfrentado fieramente en el marco de la ruptura chino-soviética, pero que tenían clara la idea del poder y lo de la “misión histórica” de la que tanto se hablaba en aquellas épocas en medio de duros debates sobre tácticas y estrategias. Sin embargo, en ese momento la unidad, la campaña, la consigna y el objetivo era ser oposición. Seguramente era más algo de realismo electoral que encasillamiento reformista.

Ha pasado exactamente medio siglo desde aquellos tiempos en que se preparaba la campaña de expectativas de la UNO y esos recuerdos nos vienen a la cabeza, y digo nos, porque estoy seguro que no seré el único, cuando ahora con el Pacto Histórico avanzamos a la posibilidad de pasar de ser eterna oposición y una terca resistencia a la de ser gobierno, rompiendo dos siglos de dominio bipartidista.

Mucha agua y muchos peces han pasado bajo los puentes de Honda, pero hay una línea muy clara en los posicionamientos políticos del Partido Comunista Colombiano, y ha sido el de la unidad de los revolucionarios, la unidad de la izquierda e incluso un poco más allá, el encuentro con los sectores democráticos, especialmente con quienes Gilberto Vieira llamaba “las reservas democráticas del país”.

El protagonismo en las últimas tres décadas de los pueblos indígenas, afrodescendientes, del feminismo, de las muchachadas de las barriadas populares y otros movimientos sociales nos condujeron a nuevos caminos unitarios con denominaciones hasta poéticas como las de “movimiento de movimientos” o “el encuentro de todas las luchas y de todos los sueños”.

Tras la estela del Pacto Histórico está el fugaz Frente Unido, la UNO, la UNO-ANAPO-MIL, el Frente Democrático y la UP. Llegó la guerra sucia y el asesinato de Pardo Leal, Jaramillo y Pizarro y algo nos alejamos de las urnas. Intentos hizo la AD-M19 en 12 años de imposibilidades, hasta que surgieron el PDI y el PDA y finalmente el recién 2018 en el que Petro pasó a la segunda vuelta con ocho millones de votos. Ha sido un recorrido largo y tortuoso con más tristezas que alegrías. Pero un camino de terquedad y de búsquedas, de aprendizajes de unidad.

Cómo han cambiado las cosas desde aquellas épocas de La calle de las trampas.

Cómo está cambiando Colombia.