María Eugenia Londoño (*)
“Ganar, cueste lo que cueste”, es la premisa de una ultraderecha guerrerista en el poder profundamente preocupada, la que, sin duda, ha dejado los escrúpulos de lado para asumir con determinación cualquier medida, por despreciable que sea, que garantice su triunfo electoral.
Por su parte, la innegable convicción en un proyecto progresista de largo aliento por parte de los “nadies”, se hizo manifiesta en las urnas y con base en la experiencia, un gran número de personas buscaron defender el triunfo, desenterrando los votos que ellos, los “innombrables”, habían enterrado en los conteos no realizados y en los números tachados, lo que dejó cerca de 400 mil votos adicionales, con el dedicado trabajo de un enorme equipo escrutador, no con los “brazos cruzados” como dijo el señor Uribe en sus redes; en efecto, se ratificó el gran triunfo con creces, por lo que las reacciones y llamados a la represión, no se hicieron esperar.
Hoy, las posibilidades reales de una transición que garantice la paz con justicia social, la recuperación y garantía de derechos por cuenta del arrasador triunfo del Pacto Histórico, se encuentra en grave peligro, pues el llamado tanto a las fuerzas represivas, como a la burocracia aportada para sus propósitos, vale aquí incluir al Registrador Nacional quien es hijo de un excandidato condenado por compra de votos, pide a gritos detener el avance de un proceso electoral que les será adverso en sus intereses de clase, y en ello, han demostrado que no les interesa acudir a lo más bajo.
Las órdenes han sido claras: represión al punto de un golpe de Estado, reconteo total para desaparecer los votos encontrados y al final, se dará el desconocimiento de los resultados, lo que definitivamente terminará en multitudinarias movilizaciones en amparo de las curules conquistadas y por supuesto de la candidatura de Gustavo Petro a la presidencia gritando a una sala voz que “no todo se vale”.
El momento histórico demanda de las más alta identidad y conciencia de clase, para ir a las urnas masivamente el próximo 29 de mayo y ratificar la votación del pasado 13 de marzo, ganando la presidencia en primera vuelta, de no ser así, la segunda vuelta será una suma de votos de centro y derecha contra el pacto por la vida, por la paz, la reconciliación, la esperanza. No es tiempo de triunfalismos motivados por portadas de famosas revistas que dejan a Petro como el ganador rotundo o por encuestas que dan como absoluto ganador a Petro.
Es tiempo de ir voz a voz, casa a casa, es tiempo de hablar con el vecino, con la madre de familia, con el vigilante, con cada persona que no haya votado nunca, con cada indeciso y llevar en nuestra palabra, la claridad de lo que implica un triunfo del Pacto Histórico como hecho inédito en la vida política y por ende gobiernos de nuestro país, lo que implica el desarrollo programático en el cierre de las brechas sociales, en la reducción de la pobreza estructural, en la posibilidad de hacer oposición sin ser asesinado en el intento, en la garantía de la democracia, en la defensa de la salud y la educación como derechos.
Finalmente, de lograrlo, habremos demostrado que lo único que vale es la convicción en la vida digna y que ella no cuesta.
(*) Comité Ejecutivo de Fecode