El violador

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José Ramón Llanos H.

El uribismo en su corta existencia se destaca por su destrucción sistemática y continua de la institucionalidad del país. Las primeras acciones de esta naturaleza estuvieron relacionadas con la utilización del DAS para perseguir a los adversarios políticos e incluso a funcionarios que no actuaban acorde con las acciones violatorias de la legalidad de Álvaro Uribe. Recuérdense la trama de espionaje urdida por el Presidente y ejecutada por el director del DAS en las oficinas de la Corte Suprema de Justicia.

Álvaro Uribe orientó al DAS a hostigar, a encarcelar y hasta asesinar a intelectuales defensores de Derechos Humanos, viene a la memoria el sacrificio del investigador y docente universitario Alfredo Correa de Andreis. Del mismo tenor es la masiva extradición de paramilitares para evitar que denunciaran a granjeros, empresarios y políticos cómplices de esos delincuentes.

El objetivo de ser reelecto presidente decidió lograrlo a como diera lugar y para ello contó con el apoyo de su amigo Fabio Correa quien se inventó la expresión de que bastaba cambiar un articulito de la Constitución para participar otra vez como candidato en la elección. Era tan de tal naturaleza la decisión de ser reelegido que Álvaro Uribe no excluyó la posibilidad de violar la ley para continuar en la Presidencia de la República.

Era el costo que tenía que pagar el país y su institucionalidad por haber elegido un individuo que tenía una concepción mesiánica de su personalidad. Como ya sabemos terminó reformando la Constitución y para ello indujo a sus ministros a sobornar a dos senadores que se prestaron para configurar la votación necesaria para cambiar la Constitución. Una acción más para acabar la institucionalidad.

Ya siendo expresidente creó el Centro Democrático, el más efectivo instrumento para reformar las instituciones del país en beneficio de sus intereses y sus socios militaristas y de la extrema derecha. Los medios de comunicación contribuyeron a crear la imagen de un Álvaro Uribe omnipotente con aureola de prestigio inmarcesible, le adjudicaron ridículamente la calidad del teflón.

Finalmente, implantaron en la opinión pública la idea de que Uribe tenía el poder de hacer presidente a quien él señalara. Efectivamente, señaló maquiavélicamente al inepto Duque como continuador de su tarea de aniquilar las instituciones de la nación.

Los resultados los tenemos a la vista. Iván Duque acabó con la independencia y autonomía de la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría, que son según la Constitución órganos de control. El presidente y algunos ministros están siendo claramente contradictores del candidato Gustavo Petro. El país ve con profunda preocupación que la procuradora Margarita Cabello repite parcialmente la canción de su paisana: es sorda y ciega. Pero hablante para defender su ineptitud y complicidad con la violación de la Constitución del presidente Duque.

La permanente violación de la Constitución del presidente Duque ha estimulado a otros funcionarios que deben acatar la Constitución a repetir las acciones ilegales del mandatario. Aunque la opinión de entendidos y del pueblo en general considera culpable a Zapateiro por su participación en política, nosotros, en cambio consideramos que el General actuó así, en vista del repetido accionar presidencial.

Claro que es preocupante y casi una amenaza la expresión del mencionado General cuando dice que en el ejército quedan miles de Zapateiros. En realidad, esta caótica situación es el legado que le deja al país Álvaro Uribe Vélez, espíritu diabólico.