Renata Cabrales
El presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, ha salido en público a presentar “disculpas” por el polémico beso sin consentimiento, que le ha estampado a Jenni Hermoso durante la premiación de la selección de España como campeona en el mundial de fútbol femenino.
Pero el señor en cuestión ha hecho de todo, menos disculparse, pues en su presentación aseguró que las críticas hacia él y su actitud machista eran “idioteces”, y que hay gente que se ha sentido dañada y “no queda otra que disculparse”.
Idioteces, sí, porque de esta forma se han tratado siempre las violencias contra las mujeres, como exageraciones, como cosas que se hacen “sin mala fe”, porque incluso, en muchos espacios, las mujeres deben sentirse agradecidas por los gestos que muchos hombres en diferentes ámbitos aún pretenden mostrar como halagos hacia sus colegas mujeres. A pesar del escándalo por su proceder machista, que no ha sido solo el beso sin consentimiento a una jugadora, sino la actitud grotesca de agarrarse los genitales a la hora de celebrar el triunfo.
Rubiales se resistió a dimitir aludiendo que el beso forzado a Jenni Hermoso fue solo un “pico consentido” y que no merecía ser linchado por eso. Porque eso sí, a la hora de victimizarse un macho, además narcisista, no tiene escrúpulos para voltear el asunto y negar su responsabilidad. Incluso, apeló a la lástima mencionando que sus hijas estaban presentes en ese momento.
Pero Rubiales llegó aún más lejos con la conocida técnica narcisista de convertir al abusador en víctima, cuando en medio de las absurdas justificaciones de sus actos, afirmó que detrás de todo este escarnio público se encuentra ese “falso feminismo, que tanto daño hace”.
Sí, el falso feminismo que tanto daño hace al machismo, al enemigo histórico de las mujeres y que por medio de luchas legendarias ha conquistado diversos derechos para estas en muchos rincones del mundo. Un falso feminismo que poco a poco ha logrado que las deportistas conquisten ámbitos históricamente machistas y misóginos como lo es el del fútbol a nivel mundial.
Con este ejemplo es claro que, desde el primer mundo, la China y la Conchinchina, las mujeres en la cancha de fútbol han sido víctimas de los mandatos patriarcales. Cómo olvidar que las superpoderosas colombianas también han pasado por las duras y las maduras por culpa de la misoginia, la desigualdad y el menosprecio hacia sus esfuerzos como deportistas. Queda claro que la misoginia no es exclusividad del tercer mundo.
Las palabras de Jorge Vilda, seleccionador español de fútbol femenino, son dicientes: “Hemos demostrado que sabemos sufrir, este equipo ha creído y somos campeones del mundo”. Sí, “CAMPEONES”, porque el fútbol sigue siendo cosa de machos, así que no se crean mucho “chicas”.
La peor escena de este patético capítulo del fútbol femenino está siendo protagonizada por la madre de Rubiales, quien ha convocado una concentración en apoyo a su “pobre muchacho”. En la iglesia en donde esta se ha declarado en huelga de hambre indefinida, hasta que se encuentre una solución a la “cacería, inhumana y sangrienta” que se está haciendo con su hijo, algo que “no se merece”.
Faltaba más, al parecer la señora va a morir de inanición, pues el “falso feminismo”, seguirá con su “cacería sangrienta”, hasta la muerte definitiva de este sistema patriarcal agonizante.