Verdad en riesgo

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Luis Jairo Ramírez H.
@JairoRamirezh

Durante la década de los años ochenta las luchas campesinas en el Magdalena Medio fueron por la posesión de la tierra; a raíz de estas tensiones la represión se intensificó; los operativos militares se incrementaron a partir de 1989, detrás venían las tropelías paramilitares.

La justificación que tenían era la persecución a la guerrilla, para encubrir realmente los atropellos contra los trabajadores y campesinos de la región que luchaban por sus derechos. Por este motivo muchas personas fueron asesinadas, detenidas, torturadas y enviadas a la cárcel para ser investigadas. A eso le llaman ahora “la liberación” de Barrancabermeja.

A pocos meses de que la Comisión de la Verdad entregue su informe final, surge un hecho que aparece inocente, pero que deja muchos interrogantes.

En un foro organizado por la revista Semana el jesuita Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, refiriéndose al gobierno de Uribe, afirmó que el país se “salvó” porque “entró el Plan Colombia a golpear muy duro a las Farc”; y la decisión de un país que nombró al presidente Uribe “para ganar la guerra” … “y una cosa que jugó un papel muy importante, fue el paramilitarismo”; que Álvaro Uribe “desmontó” el paramilitarismo, y que Barrancabermeja fue “liberada” por los paramilitares del Bloque Central Bolívar. Posteriormente el Padre de Roux ha pedido disculpas, pero sus explicaciones no terminan de aclarar la situación.

Recientemente Mancuso confirmó algo que ya sabíamos, pero que las esferas del poder negaban: “La UP no fue exterminada por las Autodefensas, su gran victimario fue el Estado colombiano”; 17 fallos de la Corte Interamericana de la OEA condenaron a Colombia luego de verificar que el paramilitarismo era un instrumento del Estado para exterminar a la oposición política y al movimiento social, tal como lo había advertido el movimiento de víctimas.

Recientemente también la JEP confirmó que durante “las guerras” del uribismo fueron asesinados 6.402 jóvenes inocentes, solo porque necesitaban demostrar a los norteamericanos que el “Plan Colombia” contra la guerrilla era exitoso. Ahora Uribe dice que “había sido engañado” por sus oficiales del Ejército.

Es evidente que nunca se desmontaron las estructuras de poder del paramilitarismo, ni sus nexos con el Estado; ahora se llaman Clan del Golfo, Águilas Negras, Autodefensas Gaitanistas, y también actúan conjuntamente con batallones y brigadas militares; es la razón por la cual  en zonas densamente militarizadas los clanes del narcotráfico actúan libremente, aumenta el cultivo de coca, se asesinan líderes sociales y el mindefensa Molano va y viene realizando inútiles “consejos de seguridad” para maquillar la situación.

El narco-paramilitarismo sigue enquistado en las altas instituciones del Estado colombiano, en el Congreso y los lucrativos negocios de las élites, como lo demuestran Sanclemente, el Ñeñe, Lafaurie y otras especies de la Universidad Sergio Arboleda.

Preocupa que esta suma de episodios esté preparando el camino para un informe donde prime el criterio de la simetría. Las investigaciones publicadas anteriormente por el Centro de Memoria mostraron una alta responsabilidad del Estado (fuerza pública-paramilitares) en los más de ocho millones de víctimas reconocidas por la Unidad Nacional de Víctimas.

No le pueden salir al país con la historia que “todos somos responsables” de la violencia y en consecuencia borrón y cuenta nueva, como los 300 mil muertos de la época de la violencia que el Frente Nacional dejó en la impunidad.