Clara López Obregón
El ambiente que reinaba mientras se anunciaba el resultado de la segunda vuelta presidencial de Uruguay era cauto. El Frente está compuesto por una treintena de organizaciones, desde el centro con la Democracia Cristiana hasta la izquierda de los extintos Tupamaros. Los dirigentes veteranos, al lado de la nueva promoción de jóvenes, explicaron con orgullo cómo habían reconducido al Frente Amplio después de la debacle.
La primera decisión fue la de salir a hablar con la gente. Vino la pandemia y resolvieron convocar a un Congreso dedicado a la autocrítica. A finales de 2020, eligieron dos mil delegados, la mitad por los partidos y la otra mitad por los comités de base. Estos están integrados por vecinos de los barrios y poblados, ciudadanos comunes y corrientes, la mayor parte se autodenominan “frenteamplistas”, pues no militan en ninguno de los partidos.
El Congreso de Autocrítica estableció tres principales causas de la derrota: haberse alejado de las bases en el ejercicio de gobierno; sostener un programa que había dejado de ser atractivo para amplios sectores sociales y dejar pasar falencias en la organización partidaria. Para corregir las deficiencias, elaboraron un plan de acción fundamentado en la decisión de “salir a la escucha de la gente” y de reconstruir participativa y colectivamente la organización de base y el programa político. En materia organizativa, se comprometieron a conformar quinientos comités de base, cada uno con su casa de apoyo en el seno de la comunidad.
Como resultado, las elecciones internas para elegir candidato presidencial, candidatos de los distintos partidos y comités de base a los cargos de representación popular y a la dirección nacional, lograron congregar a 400 mil votantes, el 15% de la votación total del país. Es de resaltar la cultura política que se refleja en la convocatoria de un Congreso de esas características, su deliberación sin dividirse; y la definición de un plan de acción acordado para ser ejecutado colectivamente. Este complejo proceso determinó el triunfo obtenido en las elecciones parlamentarias y presidenciales de octubre y noviembre que acaban de sumar un gobierno progresista más a América Latina.
También surgieron algunos consejos sabios de la experiencia en unidad de este Frente que cumplió ya medio siglo de existencia, con una dictadura de por medio. “La democracia es la base de la unidad.” “Cada dirigente es un compañero o una compañera más”. “Para aspirar a una candidatura debe haber asistido al menos a tres reuniones de discusión programática”. “Los tiempos de la unidad no son rápidos”. “En la negociación no vas por todo, ni con todo”. “No sabemos cómo hacer la unidad, pero sí sabemos cómo se rompe. Por eso, nadie cruza el umbral”.