Jaime Cedano Roldán
@Cedano85
Con Neruda vivimos intensamente el Madrid que rodeaba su casa, aquella que era llamada la casa de las flores, desde donde veía el rostro seco de Castilla, escuchaba el alegre palpitar de la vida, de sus calles llenas de luz, música y de tomates repetidos hasta el mar.
Pero también con el mismo Neruda, en ese poema donde intentaba explicar algunas cosas, hemos sentido el estruendo de las bombas, las sirenas, las llamas, los gritos, las carreras, las angustias y la sangre de los niños, sobre todo la sangre de los niños, que por las calles corría simplemente como sangre de niños.
Y cuando vemos, cuando yo veo, las imágenes, las reales, no las falsas, de las miles de personas, jóvenes, ancianas y niños que huyen espantadas de Kiev y que por los inmensos trancones o la falta de transportes tienen que caminar con sus maletas y desesperanzas al hombro, simplemente puedo ver refugiados y verlos con la misma angustia con las que hemos visto los refugiados de Siria, de Libia, o los desplazados de Urabá o del Chocó.
Quizás Neruda diría que por las carreteras los refugiados caminan simplemente como refugiados, la mayoría de ellos seguramente inocentes de los bombardeos contra la región del Donbass o del incendio de la casa sindical de Odessa y de los incinerados.
Entonces, a pesar de los análisis geopolíticos, históricos o de los que sea, solo vemos, o veo, refugiados que huyen en sentido contrario de por donde vienen los tanques rusos, refugiados que se desgarran cuando por la ley de emergencia los hombres entre los dieciocho y los sesenta no pueden salir, que tienen que enfrentar, además de la prohibición marcial.
También a los comandos fascistas que no los quieren dejar salir pues los necesitan como carne de cañón. Y la gente negra ni siquiera tiene el derecho de ser refugiada en la frontera polaca. No los dejan pasar y Polonia no los recibe.
Entonces me digo que no hay absolutamente ninguna razón que justifique la guerra y que la responsabilidad de ella la tienen ante todo y sobre todo la OTAN, Biden, el corrupto neonazi Zelenski, la Unión Europea, el borracho de Johnson y los mercaderes de las armas, del gas y del petróleo, y también Putin, por supuesto.
Y como en todas las guerras, la tragedia cae sin piedad sobre la población civil, en la gente inocente ajena a las estrategias imperialistas. Por eso el no a la guerra y a la OTAN, inequívoco y sin peros. Las guerras no son originadas por los pueblos y en este caso no las originaron los pueblos rusos ni los ucranianos y ni Putin está realmente a favor de los derechos humanos de la población rusoparlante de las repúblicas independizadas de Ucrania, ni la OTAN está por los derechos humanos de las y los ucranianos.
La UE está convirtiendo a Ucrania en un peligroso arsenal. Envían armas por toneladas y con las prisas que nunca han tenido para enviar vacunas ni a Ucrania ni a ningún otro pueblo.
Es lunes 28 de febrero y ya está dispuesta la mesa para las negociaciones. Esperemos que se pueda parar esta locura y se encuentren las vías de la solución pacífica y el desmonte de toda la parafernalia guerrerista. Pero ni la UE ni la OTAN están por la paz.