Trabajo por el cambio

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Anllel Ramírez
@anllel_ramirez

Las promesas de empleo por las que se ‘consensuaron’ las reformas neoliberales en el mundo del trabajo no se cumplieron, en cambio, favorecieron al gran empresariado, en desmedro de las condiciones de vida en las clases trabajadoras. Las cifras así lo demuestran.

En Colombia, según el DANE, para el primer trimestre de 2023, la Tasa de Ocupación, TO, se fijó en 56,5% (más de 22 millones de personas) y la Tasa de Desempleo, TD, en 11,4% (poco más de cuatro millones de personas).

Aunque, un desempleo de más de un digito siempre es preocupante para la ‘salud de la economía’, los datos aquí presentados se complejizan, al menos, en tres aspectos. Primero, porque de esos más de 22 millones de ocupados, el 58% se encuentra en condición de informalidad, es decir, que casi 13 millones son ocupados informales, entendidos estos como “asalariados o empleados domésticos que no cuentan con cotizaciones a salud ni a pensión por concepto de su vínculo laboral con el empleador que los contrató”. Dentro de los nueve millones restantes (42%) se congregan múltiples modalidades de contratación (prestación de servicios, obra labor, término fijo, indefinido), y de ellos solo el 24% (más de dos millones) se cuenta dentro de los contratos a término indefinido. En efecto, solo una de cada 10 personas ocupadas puede considerarse como laboralmente estable.

Segundo, ya que en términos juveniles, la precariedad laboral y el desempleo se agudizan. En jóvenes (15-28 años), la TO fue de 45,8% (casi 10 puntos menos que la del global) y la TD fue de 18,7% (un poco menos de ocho puntos por encima).

Si de lo que se trata es de escudriñar, también, la ocupación juvenil por rama de actividad, los datos son dicientes: comercio y reparación de vehículos (19,2%) y agricultura (14,3%) fueron las actividades económicas que concentraron la población juvenil ocupada, mientras que actividades profesionales, científicas y técnicas (8,5%) y actividades artísticas (8,4%), fueron de las que menor porcentaje ocuparon. Esto es, han primado ocupaciones con escasa profesionalización/cualificación.

Y tercero, dado que, en relación al sexo, el mercado laboral en 2023 remite a una TO en la que el 59,2% son hombres (13 millones), y el 40,8%, mujeres (9 millones), en contraste con lo que sucede con la TD, que es del 45,6% para hombres y del 54,4% para mujeres. Ello quiere decir, una estructura laboral que excluye a las mujeres de las ocupaciones económicas y actividades productivas fuera del hogar.

Las reformas laborales de corte neoliberal, entre las que destacan la Ley 50 de 1990 y la Ley 789 de 2002, no solventaron las condiciones de precariedad y desempleo en Colombia, sino que las agravaron. So pretexto de elevar los índices de empleo, abarataron el costo de la mano de obra, ampliaron la jornada laboral, desestructuraron la organización sindical y los instrumentos de defensa de los derechos de los trabajadores y flexibilizaron las condiciones de empleo, configurándose ajenas al principio de progresividad en el derecho al trabajo.

La Reforma Laboral, Trabajo por el Cambio, construida por el Ministerio del Trabajo, las organizaciones sindicales y el empresariado, es, por lo contrario, una apuesta popular por la defensa de los derechos de las clases trabajadoras, que busca cumplir con el mandato constitucional de elaborar un Estatuto del Trabajo, recuperar para las mayorías de la nación las garantías y libertades arrebatadas por más de treinta años de faena neoliberal.