Romper la barbaridad

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Jaime Cedano Roldán
@Cedano85

Señalaba recientemente el magistrado español Joaquín Bosch que asistimos a una embestida brutal contra los principios más básicos de la racionalidad, acertada caracterización de lo que está pasando hoy en el mundo.

Vivimos con angustia la brutalidad y la irracionalidad de la guerra de Putin, Biden, la OTAN y la UE, donde Ucrania es solo una pieza del tablero. Escuchamos la brutalidad y la irracionalidad de quienes amenazan o ensayan ataques con armas nucleares. La brutalidad y la irracionalidad de las muertes, las golpizas y las humillaciones que sufren en las fronteras quienes huyen de las guerras y las hambrunas de los pueblos del sur.

La brutalidad y la irracionalidad de quienes aumentan los presupuestos para los ministerios de Defensa y destinan más dinero para armas y para las guerras mientras la sanidad, la vivienda y la educación públicas están siendo destruidas.

Y rayan en lo irracional quienes contra toda evidencia siguen con el sofisma de que bajarles impuestos a los ricos –o quitárselos- sirve para crear empleos, cuando la historia de la humanidad registra que desde el momento en que se creó la primera mercancía para ser vendida se hizo con el objetivo de la ganancia, de tener un lucro, primero en los talleres artesanales, luego en grandes fábricas, llegando a los monopolios.

Unos producen para vender y sobrevivir y otros, pocos, para acumular más y más. A estos es por quienes las derechas lloran con aflicción porque se les dice que deben tributar un poquito más.

En medio de estos escenarios de brutalidad e irracionalidad es necesario registrar los esfuerzos que se hacen en distintos lugares del mundo para escapar de la locura y la irracionalidad. Como en Brasil que con dificultades busca liberarse del embrujo irracional del bolsonarismo. O el reinicio en Caracas de los diálogos de paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla del ELN, un positivo esfuerzo para liberarse de la irracionalidad de la guerra.

En Bruselas colectivos solidarios del mundo se reúnen para reafirmar el Manifiesto por un Pacto Global de Solidaridad por los Derechos de los Migrantes y Refugiados para espantar la irracionalidad del racismo, la xenofobia y la criminalización de las personas migrantes, en rechazo al Pacto de la Unión Europea sobre Migración y Asilo que convierte los movimientos migratorios humanos en delito y a los y las migrantes en potenciales criminales.

En las Naciones Unidas, el presidente de Colombia Gustavo Petro pidió a los mandamases del mundo que prendieran de nuevo las luces, un profundo llamado a la racionalidad para detener la destrucción global.

Y en reciente conferencia sectorial de comunicaciones, preparatoria del 23 congreso del PCC, Jaime Caycedo señaló que el eje de la política transformadora del nuevo gobierno es “acabar con el habitus de la guerra”, con sus causas objetivas y con los discursos fascistas de odio y de violencia, como los que llaman desde las gradas de la Plaza de Bolívar a seguir asesinando comunistas de la misma manera en que hace unos años un alto directivo del extinto DAS lo hacía desde los campamentos paramilitares.

La paz total y una Colombia potencia mundial de la vida, no es una utopía, es un proyecto complejo, pero bien vale la pena trabajar por hacerlo realidad. Es una batalla ideológica y cultural a fondo contra el fascismo y por la libertad.