Se conmemoran tres décadas y media del magnicidio del dirigente sindical, militante del Partido Comunista y presidente de la Unión Patriótica. Homenaje a un revolucionario ejemplar, un enamorado de la vida y un representante de la alegría
Redacción VOZ
Se cumplieron tres décadas y media del asesinato de Jaime Pardo Leal, abogado, juez, profesor universitario, dirigente sindical, militante del Partido Comunista y presidente de la Unión Patriótica. El de Jaime fue un magnicidio. Se perdió a un hombre de Estado, un revolucionario ejemplar, un enamorado de la vida y un representante de la alegría.
Pardo Leal fue un hombre excepcional. De gran inteligencia, orador vibrante y dueño de un humor único. Su característica humana era la nobleza, acompañada siempre de algo de picardía y de ruidosas carcajadas. Su paso por el escenario político como dirigente del Partido Comunista y candidato de la Unión Patriótica a la presidencia en 1986, jalonó como nunca a los sectores revolucionarios y democráticos del país.
Huellas en el pueblo
Fue un hombre aguerrido. No vaciló en denunciar con nombre propio a los militares comprometidos en crímenes contra el pueblo. Eso desató el odio de los sectores más reaccionarios del país. Quizás desde ese momento comenzó a prepararse su asesinato, el que una vez ejecutado desencadenó el repudio nacional. El gobierno de Virgilio Barco ante su féretro hizo declaraciones de paz y asumió el compromiso de castigar a los responsables. Nada de eso se cumplió. Hoy conocemos que esa administración fue determinante en el genocidio.
Pardo fue consciente del peligro. Sabía que lo podían matar. Es más, conocía que el militarismo adelantaba un siniestro plan para liquidarlo. Pero no hubo mella en su capacidad de combate. El optimismo y el arrojo fueron superiores a cualquier temor, aún en un hombre enamorado de la vida como él.
Muchas huellas quedaron en el corazón del pueblo colombiano. Lo más importante que hizo fue haber irradiado optimismo a los sectores populares, inclusive en los peores momentos cuando la guerra sucia se intensificaba y los operativos de exterminio se extendían por la geografía nacional.
¡Siempre!
La obra de Pardo Leal es muy grande y trascendental. Los diálogos de paz y las posibilidades de una salida negociada del conflicto interno encontraron en él un ferviente apoyo. Planteó con fuerza la necesidad de depurar a las Fuerzas Armadas y de encontrar el camino para la renovación democrática de Colombia. En la concreción de estos objetivos consagró sus días y sus fuerzas, siempre al servicio de la patria, del Partido, de los trabajadores, del pueblo y del cambio democrático.
Jaime Pardo Leal fue un militante comunista. Desde muy temprana edad ingresó a la JUCO. Fue activista estudiantil y dirigente sindical, pionero de la organización de los trabajadores de la rama judicial. Comunista firme. Un hombre de Partido, profundamente comprometido con su política y programa. Fiel a los principios y a la democracia interna.
Hombre modesto, tolerante y respetuoso. Muchos fueron sus valores. Su legado un rico acervo para el proceso en Colombia. Hoy que el país experimenta por primera vez el ejercicio de un gobierno popular, las fuerzas democráticas lo recuerdan con una frase de su autoría: ¡Los que combatimos por la vida, aquí estaremos siempre!