Manuel Antonio Velandia Mora
Colombia es un país que por los cambios políticos es cada vez más polarizado. Por supuesto es frecuente que grupos con diferentes ideologías políticas, sociales o culturales intensifiquen el debate. La pregunta tiene que ver con que algunas veces pensamos que esto sucede porque unos están a la izquierda otros en el centro y unos más a la derecha; sin embargo, los estudios demuestran que esto como muchas de las otras cosas que nos suceden en las relaciones humanas tiene que ver con la estructura de nuestro cerebro.
Un estudio publicado recientemente en Scientific Reports, revela que la dificultad para interpretar los pensamientos y creencias de los demás no se debe a una falta de interés por conocer las ideas del grupo opuesto, sino más bien a una representación mental deficiente en la mente de quien escucha el mensaje del “adversario”.
La investigación fue dirigida por Bryony Payne, Geoffrey Bird y Caroline Catmur, se pregunta sobre ¿cómo fallamos a la hora de hacer inferencias precisas sobre las creencias y actitudes de las personas miembros de grupos con los que no nos identificamos?
El estudio analiza las razones cognitivas detrás de la desconexión lógica e informa sobre por qué nuestras suposiciones sobre los demás suelen ser incorrectas, aun cuando intentamos comprenderlos.
El estudio se presenta en un momento en que el debate sobre las ideas es más álgido que en otros momentos de la historia. Evidentemente la polarización política y social en democracias occidentales es cada vez más álgido. Para nadie es extraño que esto se presente actualmente en las elecciones en Estados Unidos; en Colombia la polarización ha llevado a la idea de que existe la posibilidad de un golpe de Estado; sin embargo, esto sucede también en los equipos de trabajo en donde somos más cercanos a unas pocas personas y lejanos de la mayoría de aquellas con quienes se supone conformamos un grupo que se orienta a acciones comunes.
Los frecuentes malentendidos son alimentados por los medios de comunicación masiva que tienen el poder económico, quienes evidentemente hacen todo lo posible para incrementar la desconfianza hacia el gobierno como también entre las personas. Pareciera que el objetivo es crear las condiciones para que no haya un diálogo constructivo entre las facciones opuestas.
Buscando dar una respuesta, el equipo de investigación llevó a cabo dos estudios con 128 participantes en cada uno. Los científicos evaluaron la capacidad de las personas estudiadas para inferir las creencias personas ya fuera que hicieran parte de su propio grupo (el «grupo interno») o de grupos con los que no compartían afinidad (el «grupo externo»).
Se tenía como objetivo medir la exactitud de las predicciones, y de paso se buscó determinar si las personas eran conscientes de cuán precisas o imprecisas eran en sus predicciones. Sorprendentemente Se concluyó que las personas no fallan en comprender al «otro» por falta de esfuerzo o interés, sino que además buscaban más información sobre Las personas del grupo externo que sobre aquellas de su mismo grupo. Cabe destacar que los errores en las inferencias sobre las creencias del grupo externo fueron significativamente mayores.
Pudiera concluirse que todo tiene que ver con un problema de representación mental. Ellos tienen que ver con algo llamado «teoría de la mente» que el ser humano la utiliza para entender y predecir los pensamientos y creencias de las otras personas. Es un proceso mental que implica inferir los estados internos de otras personas; dicha inferencia parece estar condicionada por las experiencias previas de los sujetos y los “sesgos de grupo”. Extrañamente las personas participantes en el estudio pudieronacceder a información adicional sobre las creencias del grupo externo, pero no lograban procesarla de manera efectiva debido a una representación mental deficiente de los individuos de ese grupo.
Aquí cabe señalar que el estudio no hace énfasis en que las emociones son los motores de la acción humana, pero es bien sabido que no es cierto que seamos ser ilógicos sino seres emocionales que piensan, yo mismo me he atrevido a decir en algunas publicaciones que somos seres emocionales que actuamos, pero poco pensamos.
El estudio referencia cómo percibimos a los miembros de otros grupos. Cuando se trata de personas que consideramos similares a nosotros, nuestros cerebros utilizan las propias experiencias y creencias como la referencia válida para hacer suposiciones sobre lo que esas otras personas piensan. Pero cuando se trata de individuos con los que no compartimos una afiliación o un trasfondo común, esta estrategia no funciona tan bien.
Nuestros cerebros, en el caso de las personas que nos son lejanast se ve obligado aconstruir un modelo mental completamente nuevo, y lo hace de manera menos efectiva. Esto nos conduce a hacer suposiciones equivocadas, lo que contribuye a una mayor distancia y polarización entre los grupos.
El segundo de los estudios averigua sobre el costo de la confianza equivocada, específicamente con la confianza en las propias inferencias. Cuando las personas investigadas trataban de inferir las creencias de otras personas miembros de su propio grupo, su nivel de confianza en la precisión de sus predicciones estaba bien alineada con su capacidad real para predecir con exactitud. Sin embargo, cuando hacían inferencias sobre el grupo externo, esta relación se rompía. Las personas que actuaron como informantes a menudo sobreestimaban su capacidad para entender al «otro», lo que sugiere que no son conscientes de lo poco que saben sobre las personas que conforman estos grupos.
Este fenómeno tiene implicaciones significativas para el debate público, los grupos de trabajo al interior de las instituciones y el diálogo social. El gran problema de la confianza equivocada consiste en que puede conducir a que las personas se aferren a estereotipos o creencias erróneas sobre las demás personas, aumentando la fricción en lugar de promover la empatía, el entendimiento e incluso el respeto y la solidaridad. Este sesgo cognitivo termina siendo una barrera importante para reducir la polarización y dificultar la empatía.
Una de las conclusiones del estudio se centra en la necesidad de que las personas aumenten su conciencia sobre sus propias limitaciones. Si fueran más conscientes del peso que tienen sus predicciones sobre las creencias del grupo externo y que éstas generalmente tienden a ser inexactas, podrían ser más cautelosas al hacer suposiciones y, además, podrían optar por hacer preguntas directas o buscar más información antes de emitir juicios.
Referencias: Payne, B., Bird, G. & Catmur, C. Poorer representation of minds underpins less accurate mental state inference for out-groups. Sci Rep 14, 19432 (2024). doi:10.1038/s41598-024-67311-3