Noventa vidas de arte, política y ambientalismo

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Calarcá en el 23 Congreso del Partido Comunista. Foto Gabriel Ramón Pérez

Los y las lectoras perspicaces habrán notado el cambio en la sección editorial de nuestra edición pasada, donde se exponen nuevas caricaturas de nuevos artistas. Por primera vez en 60 años de estar vinculado con el semanario, no aparece el arte, la crítica severa y la opinión política de Calarcá

Zabier Hernández Buelvas

Sí, Calarcá ha decidido dejar su puesto de combate en este frente para ir a batallar a otros. Es una decisión personal, radical y firme. No tuvimos argumentos para convencerlo de lo contrario. Según sus palabras, “me voy para dedicarle tiempo a las causas ambientales ligadas a las comunidades, al Festival Internacional de Caricatura en Defensa del Agua, a la pintura más allá de la caricatura y a la defensa y apoyo a la lucha de los pueblos originarios, en especial de la mujer indígena”. Es difícil refutar esa visión, pero ante todo respetársela era nuestro deber de camaradas.

Las despedidas son muy tristes y más si quien se va es alguien de las entrañas del colectivo. Nos harán falta su franqueza, su radicalidad, su humor, su sátira, su escepticismo ante las promesas, su crítica al poder y sus regaños fundamentados ante los errores y momentos en que nos faltaba claridad y decisión.

Nos faltará su persistente inventario de ideas e iniciativas. Él a todo momento propone, inventa, se compromete y hace. Es un creador permanente pero su creación no es aislada del contexto y la realidad de la que se nutre, por ello, sus iniciativas son siempre pensando en los y las excluidas.

Ahora bien, el maestro no se irá del todo del Semanario, y por lo visto, tampoco a descansar. No tendremos sus caricaturas semanales, pero él siempre hará parte de esta casa, de este colectivo, de las dificultades y también de los logros de VOZ. No sobra decir que las páginas de este Semanario siguen abiertas para cuando sienta la inspiración y el deseo de publicar su arte. Serán felices las oportunidades cuando el maestro se anime a enviarnos sus trabajos, cuando nos visite y podamos compartir un aguardiente en diálogo y camaradería.

Se va a dedicar sus noventa vidas a otras luchas. En el día a día extrañaremos esa forma tan segura e inquebrantable de ser militante del Partido Comunista. Lo seguirá siendo en otros frentes, pero contar con su pincel, su palabra y acción cada semana viéndolo a los ojos, no es igual que saberlo luchando en otras iniciativas. De alguna manera, las generaciones que tuvimos el honor de compartir con el maestro Calarcá en un consejo de redacción y en el ejercicio periodístico semanal, somos parte de su legado, aprendimos a sostener la esperanza y, como dice él, aprendimos a “romper las cadenas de la mente y el corazón y poder así construir desde las acciones una Colombia donde se respete la vida, la naturaleza y los derechos humanos”, legado que intentamos reflejar en cada edición de VOZ.

Le quedan muchas vidas por delante, noventa años es apenas la cuota inicial. Un ¡Hasta luego, maestro! Esta es su casa. Su arte y sus caricaturas serán bienvenidas cuando la nostalgia y la convicción lo impulsen a regresar a la sede de VOZ. Seguro el reencuentro será permanente, sus opiniones, visiones y propuestas siempre serán bienvenidas.