M. G. Magil (*)
La derecha y ultraderecha colombiana están desesperadas. Los avances sociales del Gobierno del Cambio, cada día los atormenta más. La popularidad del presidente sigue creciendo en apoyo y efectividad, en cuanto al programa de gobierno y el Plan Nacional de Desarrollo construido con las comunidades en los territorios.
Están mortificados, no pueden dormir. Llega a tanto el absurdo que incluso han presentado una demanda contra la reforma pensional y la mesada, que fue aprobada para los adultos mayores que no alcanzaron a cotizar el tiempo suficiente para tener derecho a una pensión, entre otras razones por la sobreexplotación a la que fueron sometidos durante toda su vida.
No es de extrañar tal actitud de desprecio a las personas de la tercera edad, a lo mejor las elites del poder consiguieron el elixir de la eterna juventud y lo mantienen en secreto, como todo su carrusel de corrupción y genocidio, desde los tiempos del abuelo de una senadora, quien fungió de presidente, genocida y promotor de la violencia en Colombia, con asesinatos encubiertos, como el de Guadalupe Salcedo Unda, comandante en jefe de las guerrillas liberales del Llano, quien fue traicionado en plena negociación por la dirección de ese partido.
El gobierno del Frente Nacional no cumplió a las guerrillas ni al pueblo colombiano, en 1957, obligaron al general Rojas Pinilla a dimitir, optaron por el fraude, para evitar que la figura del general llegara al gobierno democráticamente ese 19 de abril de 1970. Tras bambalinas y sin cámaras se firmó un acuerdo “para evitar otro baño de sangre”, se optó por aceptar los resultados a cambio de muy buena “mermelada de todos los sabores y colores”. En esta fecha histórica nace el M-19 como movimiento insurgente, al que se vincula el joven estudiante y ahora presidente de Colombia Gustavo Petro Urrego.
En la instalación de la II Asamblea de la Colombia Humana, el presidente Petro afirmó que “son más de 70 años de guerra continuada y traiciones, por parte del establecimiento contra las clases populares. Una oligarquía corrupta que ha hecho su fortuna esquilmando al pueblo colombiano, desangrándolo de manera cruel y sin compasión, por eso, no es de extrañar la actitud soberbia y desestabilizadora de la derecha colombiana, el fascismo criollo no tiene límites y utiliza todas las formas de sabotaje”.
El presidente planteó la necesidad de continuar trabajando por la unidad y mantenerla, hasta que se logre ese frente amplio, que garantice continuar el Gobierno del Cambio en 2026. Puede llamarse Pacto Histórico, o consensuar un nombre que identifique a los distintos partidos y movimientos sociales que hicieron posible el triunfo electoral de 2022. Es una prueba de madurez política para las fuerzas progresistas, evitar que el fascismo criollo vuelva con sus falsos positivos, desapariciones forzadas y el baño de sangre. La unidad es el camino que garantiza la paz.
(*) Escritor colombiano. Castellgalí, Barcelona