El futuro partido y el PCC

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Guillermo Linero Montes

En su cuenta de X, el presidente Petro propuso realizar un “congreso progresista” para “configurar un solo partido político”. Algo muy razonable, si consideramos el preocupante ascenso al poder de la derecha en otros países, y la necesidad de evitar que en Colombia regrese al poder la derecha y su narcocracia; pero, también algo que implica una suerte de inmolación de proyectos políticos singulares.

Aunque todas las fuerzas de izquierda compartan los mismos propósitos políticos básicos, como la búsqueda de la igualdad y el respeto a las ideas de los otros (coincidencias que permitirían sin contracorriente la formación de un nuevo partido) lo cierto es que cada una de esas fuerzas es movida por un espíritu distinto, que les es propio.

Cabe preguntarse, entonces, si el Partido Comunista, siendo el partido de izquierda más antiguo en Colombia (fundado en 1930) y aparte de la Unión Patriótica el más excluido y perseguido en la historia política del país, si estaría dispuesto a disolverse sacrificando otros principios que lo singularizan, como la búsqueda de la llamada “segunda y definitiva independencia” o su lealtad a la estrella de la china maoísta y al martillo de la que fuera la Unión Soviética, ambas imágenes insertas en la sigla de su atractivo logo y que dan perfecta cuenta de la inamovilidad de algunas de sus estructuras.

No obstante, mientras no haya ocurrido un primer encuentro para negociar condiciones, la falta de concreción del asunto da pie para que nadie pueda hablar con palabras definitivas. En efecto, Jaime Caycedo, presidente del Partido Comunista Colombiano, pese a considerar la propuesta del presidente como “muy buena y oportuna”, descontó en ella la condición natural que implica un nuevo partido, como es la creación de una nueva estructura y no el desarrollo ni la permanencia de otras anteriores, como sí ocurre en las coaliciones semejantes al Pacto Histórico de hoy. En entrevista a periodistas de la W Radio, ha dicho Caycedo que la idea del presidente Petro: “No es una propuesta que desparezca las orientaciones ni los partidos ni las estructuras”.

No obstante, a mi juicio, el Partido Comunista Colombiano, que ha sido excluido y perseguido directa o indirectamente por una sociedad que le teme al cambio y sufre de repulsa por la igualdad, tiene hoy, como nunca antes las había tenido, las puertas abiertas, no sólo por contar con un gobierno afín, en términos de esos mentados principios de izquierda que el partido comunista comparte con el progresismo; sino, que podría entrar a la palestra de las realidades gubernativas, promoviendo sus criterios acerca de cómo debe administrarse un estado proclive al beneficio social, y de no estar de acuerdo con el marketing político, puede dejarle a sus copartidarios las decisiones estratégicas sobre lo meramente electoral.

Es una oportunidad, además, porque ya están desgastándose las críticas generalizadas contra el Partido Comunista, acerca de su lealtad religiosa a los pensamientos y a los modos y maneras de personajes como Lenin, Stalin o Mao Tse Tung. Las nuevas generaciones, saben bien que los principios comunistas no provienen originalmente de estos líderes a los cuales la historia endilga triunfos y equivocaciones; sino de personajes como Hegel, Marx y, entre otros pocos, de Friedrich Engels, filósofos que plantearon la necesidad de buscar la armonía social basada en la igualdad.