El cambio necesita mejor educación

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Omer Calderón (*)
@omer_calederon

El nuevo gobierno se propone un cambio jalonado por la ciencia como factor estructural para afrontar el cambio climático, avanzar en la transición energética, lograr la ampliación de la base productiva agraria e industrial; en la perspectiva de realizar, por fin, un régimen republicano. Perfila una sociedad moderna, pero sin cambiar el horizonte pedagógico de la educación básica, media y superior.

El proyecto de Plan Nacional de Desarrollo plantea garantizar mejores condiciones para la educación básica y media, ampliar el derecho a la educación a la primera infancia y avanzar hacia la universalización de la educación superior. Se propone dignificar la labor docente, ampliar la jornada escolar, impulsar el deporte y las artes en las instituciones educativas, y crear un sistema de articulación de la educación media y los niveles de educación superior.

Para este plan de educación tiene previsto mecanismos para conseguir recursos presupuestales que garanticen el derecho a la educación de la niñez y la juventud. Todo muy bien, no obstante, está ausente el tema del bajo nivel académico alcanzado por el alumnado en las pruebas de Estado y en las PISA.

Al respecto, el Ministerio de Educación proyecta continuar los lineamientos curriculares de los gobiernos anteriores, que orientan debilitar al magisterio en su principal recurso didáctico, que no es otro que el conocimiento profundo de la ciencia que comparte con sus alumnos, para llevarlo a limitarse a ser un acompañante pasivo del estudiante.

Los expertos educativos de los ministerios de Educación han dictado que el quehacer docente debe atender de modo reactivo a los intereses del alumno según su medio social.

También la propuesta de Plan propende por una escuela a partir de las “motivaciones e intereses de los estudiantes y a las particularidades de los territorios” para que luego sigan estudios superiores en “lo que quieran”, con lo cual dejan los fines y objetivos de la educación al amparo de las circunstancias de socialización del niño en su familia, de su posición social, y de los imaginarios que siembran medios de comunicación y las redes sociales.

Los intereses del niño y el joven tienden a responden a los rasgos predominantes en el país, que están cimentados en una economía extractivista, un régimen político arcaico, y una cultura consumista. Por eso, una sociedad así no necesita de las ciencias y las humanidades. Solo precisa reforzar en los alumnos competencias cognitivas, afectivas y conductuales mínimas, por lo que priman los métodos activos sobre la enseñanza de los contenidos de las áreas obligatorias de aprendizaje que establece la Ley General de Educación.

Los resultados de dichas directrices pedagógicas se evidencian en los bajos resultados de los exámenes del ICFES y en el retiro de los estudiantes universitarios por bajo rendimiento académico.

El país votó por un cambio progresista, el nuevo gobierno encamina al país hacia una sociedad moderna, en la que el conocimiento es un factor estratégico del desarrollo de condiciones de existencia sabrosa en todas las formas de vida.

Por ello, se requiere que el conjunto del sistema educativo se encause hacia la elevación de su nivel académico, hacia el amor a las ciencias, a las artes, a la convivencia solidaria. Es hora de avanzar hacia el objetivo de mejor educación para el derecho al conocimiento.

(*) Decano de la Facultad de Ciencias y Educación de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.