Manuel Antonio Velandia Mora
Retomando un comentario de una lectora quien me escribe directamente, me insulta y se refirió al título de esta columna al no escribir nada sobre “el presidente y su novia trans”, y que considera que por usar la palabra “ maricada” ya “sabe de dónde viene la bajeza del lenguaje y la perfidia de los sentimientos, que están marcando a muchos colombianos”, pues “hay una forma baja, arrabalera de expresarse”, quiero recordarle a ella y otros lectores que “Marica”, según la Real Academia Española de la lengua, es un hombre afeminado y de poco ánimo y esfuerzo, así que cuando hago referencia a “Dejémonos de maricadas”, estoy hablando precisamente de tomar la homosexualidad como lo que es, un tema serio, una cuestión de hombres.
“Apreciada lectora”, déjeme decirle que la vida sexual o genital del presidente no me importa, es más, tampoco debería importarle a Usted, porque de un presidente lo realmente importante no es qué ha hecho o dejado de hacer en la cama sino lo que ha logrado por el país y sobre esto ya nos comunicó este semanario en esta misma semana.
El chisme mueve montañas y tal vez por ello los pseudo periodistas se aprovechan de chismes que no se consideran de vecindad, dado quienes son sus protagonistas, para enganchar lectores y televidentes incautos.
La genitalidad, especialmente si es clandestina o bañada por la homofobia, es una fuente inagotable de información. Recordemos que en el siglo pasado Larry Flint, el magnate de la industria pornográfica, invirtió en un anuncio de página completa en el diario The Washington Post, para incitar a los lectores a contar sus más íntimos secretos, si estos se relacionaban con algún miembro del congreso norteamericano. Ya en 1998 la revista Hustler hizo una oferta similar tras el escándalo sexual de Bill Clinton de la Casa Blanca.
Esto de la maricada no siempre se toma como debe tomarse y es allí cuando esta parece ser tan rentable, por mucho tiempo ha estado de moda escribir sobre el tema; para la muestra un botón: La literatura de tema homosexual existe desde hace décadas. Ya a principios del siglo XX se dieron algunos indicios velados en este sentido; específicamente la poesía homoerótica de Porfirio Barba Jacob. La primera novela con temática abiertamente homosexual colombiana, Por los caminos de Sodoma, llegaría en 1932, de la mano de Bernardo Arias Trujillo. En décadas posteriores, entre los autores que han tratado la temática LGBT se cuentan a personalidades como Fernando Vallejo, con obras como La virgen de los sicarios y El Desbarrancadero, y Efraím Medina Reyes con Técnicas de masturbación entre Batman y Robin. Pero vamos, que este no es un curso sobre la mal llamada “literatura homosexual”.
Una tradicional elucubración mental, desde la que se piensa que se es mejor marica si se está al lado de maricas más importantes, hace que algunos para darse bombo y platillo relaten que bailaron con un expresidente, y claro que hay maricas expresidentes, pero también los hay presidentes de sindicatos, grandes empresas, asociaciones de padres de familia, organizaciones religiosas… incluso maricas presidenciables hay más de uno.
Es triste pensar que un político homosexual sea conocido por el país por su gaycidad visible, pero “escondida” y no por sus propios méritos. Hay políticos que a pesar de su experiencia de bien atrás están en contra de los derechos de las personas de los sectores LGTBI y de la diversidad de géneros y cuerpos, políticos que creen tener “méritos” por sus posturas anti derechos como es el caso del representante “bisexual” Polopolo, quien dice que no pertenece a la comunidad LGBTI, y que no miente, del todo, porque realmente no somos una comunidad.
Por supuesto tenemos políticos en importantes cargos con méritos suficientes quienes nos muestran que ser marica no es un lastre, tal y como otros maricas políticos lo consideran; pensamiento que los ha llevado a construirse un closet tan grande como el país, eso sí con una sala de recibo tan amplia que cabe cualquier cargador de Corabastos o cantante internacional que nos visita.
De chismes sexuales está lleno el congreso de la república, así que mejor callo para que no se entrevea maledicencia y cizaña al hablar sin nombres propios. Pero “querida lectora” si su interés es la bajeza que se inmiscuye en la privacidad de las personas, le recomiendo que mejor no pierda el tiempo leyéndome.