Claves para avanzar

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Magnolia Agudelo Velásquez

El conjunto del movimiento social y popular recibe el año 2022 con el gran reto de dar una nueva dimensión organizativa, política e ideológica con miras a fortalecer las expresiones de resistencia y movilización.

Lo primero es empoderarse desde los territorios con perspectiva de poder frente al modelo neoliberal, las políticas del gran capital y el terrorismo de Estado; lo que indudablemente debe estar ligado a lo que significa el Acuerdo de Paz y la defensa de su implementación, en la construcción de una alternativa que permita, a partir de la agenda programática, entretejer la más amplia unidad del pueblo, y al calor de la movilización y la lucha electoral, disputar palmo a palmo una amplia mayoría del Pacto Histórico en el Congreso de la República.

Todo esto con el fin de dar paso a un gobierno democrático y popular en cabeza de Gustavo Petro en la presidencia de Colombia desde el próximo 7 de agosto.

Las condiciones objetivas que han llevado a la crisis del régimen político colombiano, muestra su inviabilidad histórica, en tanto que sus políticas continúan siendo depredadoras.

Esta crisis se profundiza en el contexto de la pandemia por el covid-19, expone su voracidad y desprecio por la vida de trabajadoras, trabajadores y su real catadura de clase; su política en contravía de los Acuerdos de Paz, profundos niveles de corrupción, intervencionismo contra países hermanos, el tratamiento de orden público a las protestas y al paro nacional con los resultados nefastos en materia humanitaria ya conocidos, que han llevado al más alto desprestigio el gobierno de Duque a nivel nacional e internacional.

El gran reto es crear las condiciones subjetivas para que las fuerzas del nuevo poder, que se incuban en la lucha popular asuman la conducción de un gobierno de transición democrática que cierre el paso al neofascismo que campea en Colombia y construya de manera colectiva una salida democrática a la crisis.

En la historia republicana, hoy como nunca estamos ad portas de esa posibilidad, siempre y cuando actuemos de manera clara, unitaria, convergente y tengamos la capacidad de leer las nuevas realidades de los movimientos sociales en Colombia.

En este camino urge fortalecer organizaciones sociales más compenetradas con sus territorios, redes de trabajo comunitarias, la necesidad de una amplia plataforma comunicativa social que permita que los proyectos y denuncias fluyan; debate en el movimiento social y político sobre los efectos del neoliberalismo y avanzar en la consolidación del Pacto Histórico en clave de frente amplio.

Además de la agenda programática multicolor en construcción precedida de los postulados, reivindicaciones, pliegos abanderados por los movimientos de protesta, paros y acciones del movimiento sindical, magisterial, estudiantil, feminista, indígena, campesino, afro, de derechos humanos, ambientales; las exigencias surgidas del paro nacional y las nuevas problemáticas que genera la pandemia.

Agenda en la que la implementación del Acuerdo de Paz con enfoque de género, la solución política y los diálogos con el ELN, la defensa de la vida, las garantías políticas, los derechos humanos, la defensa del ambiente, la renta básica, políticas del cuidado que garanticen equipamientos y la redistribución de roles, derechos sexuales y reproductivos,  despenalización del aborto, derecho a una vida libre de violencias, educación democrática, emancipadora y no sexista, por un estatuto del trabajo que garantice trabajo pleno y digno, hacen parte de las claves para avanzar en el 2022.