Reivindicar a Gramsci

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Mauricio Jaramillo Jassir

Mauricio Jaramillo Jassir (*)

Vivimos una transición, así algunos no lo sepan. Por eso, vale la pena recordar la relevancia descomunal del pensamiento de Antonio Gramsci, en especial su idea del “claroscuro”, que resulta relevante en la coyuntura colombiana, regional y global. Se trata de la célebre afirmación sobre “el viejo mundo muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.

El sistema mundo construido sobre valores liberales y capitalistas, bandera de la hegemonía occidental, atraviesa por uno de sus momentos más críticos en que nos conducimos irremediablemente a su fin. No en el corto plazo, eso sí.

Es innegable que la superioridad militar de Estados Unidos ha servido de poco a sus intereses geopolíticos, pues no sólo fracasó estrepitosamente en Afganistán, Libia e Irak sino que ha hecho hasta lo imposible ahora por empujar al mundo a una confrontación nuclear en Ucrania, sin reparos por las consecuencias catastróficas.

Como paroxismo de esta crisis, Occidente que se autodenominó alguna vez “de las luces” apoya de manera expresa y directa un genocidio, tal es el caso de Gaza. Mientras este sistema mundo liberal (como lo llamaría Wallerstein) no muera y no termine de cuajar un modelo alternativo, multipolar y popular, el neofascismo aprovecha para surgir con fuerza, aunque valga decir, sin trascendencia.

Para superar este momento crítico, se requiere de un progresismo que, para contrarrestar la ausencia de los medios que la izquierda jamás tendrá (financieros, empresariales, comunicación, poder de convocatoria religioso, etc.) invierta en aquello en lo que tiene ventaja: formación y militancia. El ejemplo de Morena en México es revelador: tres millones de personas formadas en política, factor que habría tenido mucho que ver en la permanencia del bloque de izquierdas en el poder con Claudia Sheinbaum.

El progresismo en el mundo no puede organizarse únicamente para el proceso electoral, pues siempre estará en desventaja. La derecha no necesita apelar a la militancia, ni a la formación, pues tiene los recursos financieros para poner a disposición, de quien considere una plataforma, ingentes recursos.

Para contrarrestar esta deriva neofascista es clave la formación política y la militancia. Es indispensable un bloque intelectual como pensó Gramsci para articular las demandas cada vez más variopintas del progresismo y evitar las fracturas que tanto han afectado a la izquierda en el último tiempo. A diferencia de una derecha cohesionada alrededor del discurso antiderechos, el progresismo tiende a la desunión.

El progresismo se equivoca al dejarse convencer de un avance inevitable de la derecha que, aunque gane espacios, no ha sido capaz de transcender. La derecha se limita a un neofascismo disruptivo, demagogo y transgresor, pero que carece de pueblo, capacidad y voluntad de trasformación real. Por ello, sin complejos, la izquierda debe volver al populismo para radicalizar la democracia.

(*) Profesor Universidad del Rosario

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