A las diez de la mañana del pasado domingo 14 de enero se celebró la marcha en conmemoración del asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, cumpliendo con una tradición creada en la posguerra
Alejandro Cifuentes
Este 2024 se cumplen ciento cinco años del asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Estas dos ejecuciones se registraron el 15 de enero de 1919 durante el levantamiento espartaquista, un acto protagonizado por los sectores más avanzados de la clase obrera alemana para convertir la revolución que estalló en este país, en noviembre de 1918, en una verdadera revolución social.
A las diez de la mañana del pasado domingo 14 de enero estaba citada la marcha en conmemoración de los dos revolucionarios, cumpliendo con una tradición creada en la posguerra. Aunque durante la década de 1920 se hacían actos para recordar a Luxemburgo y Liebknecht, fue en 1946 cuando se institucionalizó el segundo domingo de enero como el día para la demostración pública que concluye en el cementerio de Friedrichsfelde, donde se localiza el monumento a los socialistas, el cual fue destruido por los nazis y reconstruido por el gobierno de la República Democrática Alemana, RDA. Tras la desaparición de la RDA, varias organizaciones de izquierda le dieron continuidad a la tradición hasta la actualidad.
Lenin, cien años
Varios miles de personas se concentraron este domingo en Frankfurter Tor para marchar en línea recta por casi cuatro kilómetros hasta el cementerio. La temperatura era baja, pero el tiempo presentó una mejoría frente a días pasados. En la movilización confluyeron varias organizaciones comunistas e izquierdistas alemanas, así como destacamentos de partidos extranjeros como Izquierda Unida, el Partido Comunista Marxista Leninista de Turquía, y el Partido Comunista de Grecia, KKE. Además, estaba presente un nutrido grupo de solidaridad con Palestina.
Entre la marcha los retratos de Luxemburgo y Liebknecht compartían espacio con los de Lenin. Este año el revolucionario ruso, fallecido un 21 de enero, será también recordado, pues han pasado 100 años de su muerte. Pero este no es el único motivo de la presencia de Lenin en la conmemoración berlinesa, pues desde 1924, año de su deceso, el Partido Comunista de Alemania estableció que las demostraciones públicas en honor a sus camaradas caídos serían también el espacio para homenajear al líder revolucionario ruso.
Las dificultades alemanas
La movilización de este año se presentó en medio de la situación compleja que vive el país europeo. El gobierno, en manos de una coalición del Partido Socialdemócrata ─el mismo que decidió el destino falta de Luxemburgo y Liebknecht─ y los Verdes, parece sacado de una república bananera, pues se ha sometido sin más a los lineamientos de la política exterior norteamericana: mientras sigue alimentado el conflicto en Ucrania, la diplomacia justifica y avala todos los actos de Israel en Gaza.
Y como es de esperarse, esta situación tiene sus consecuencias en la sociedad alemana. El impacto sobre el gas ruso ha significado una inflación creciente, así como un proceso de desindustrialización, pues las fábricas localizadas en el país comenzaron a buscar nuevos espacios geográficos donde los costes energéticos sean menores. Además, el militarismo en ascenso ha implicado mayores gastos en el sector de defensa, mientras se recortan fondos en el sistema de salud, educación, movilidad, protección frente al cambio climático y la agricultura.
Por eso, las arengas recurrentes en la movilización del domingo eran contra la destinación de cien mil millones de euros a la Bundeswehr ─las fuerzas armadas─, contra la OTAN y por la paz. Además, se invocó la solidaridad con los maquinistas de la empresa estatal que opera los trenes del país, la Deutsche Bahn, que están en huelga desde el 11 de enero.
Todas estas dificultades han llevado también a un crecimiento de los sectores más reaccionarios de la política, representados por Alternativa para Alemania, AFD por sus siglas en alemán, partido conocido por sus nexos con el movimiento neonazi, y el cual va teniendo una mayor acogida entre la clase obrera, según se dice, ganando incluso votantes de Die Linke.
Esta organización, que se considera a sí misma como heredera del socialismo de la Alemania oriental, y en la cual confluyen sectores del espectro comunista, se ha resquebrajado. Un sector liderado por Sarah Wagenknecht, conocido por su reivindicación de la experiencia socialista de 1949-1990, dejó el partido para crear su propia colectividad. Wagenknecht, conocida por ser una de las primeras voces que públicamente criticaron la implicación alemana en la guerra ucraniana, ha basado su nueva trayectoria en una postura beligerante contra el modelo migratorio, por lo que ciertos sectores de la opinión la califican de xenófoba y derechista.

El internacionalismo
Palestina fue protagonista de la marcha. Es importante destacar que fueron muchas las expresiones de solidaridad con Gaza, invocadas desde el internacionalismo proletario, el cual hoy quieren enterrar las izquierdas posmodernas para darle paso a un abstracto cosmopolitismo funcional al capital trasnacional.
Se escuchaban los gritos de “¡Palestina libre!”, e incluso desfilaban banderas sudafricanas en agradecimiento a la acción judicial emprendida por esta nación contra el Estado de Israel. Pero las autoridades de un país, cuyo gobierno niega la existencia de un genocidio en Gaza, y que quiere prohibir toda voz crítica contra esa matanza, no iban a dejar pasar impunemente estos hechos.
El bloque de Palestina era el único que estaba vigilado de cerca por la policía, cuyos agentes grababan y fotografiaban a sus participantes. En un punto de la movilización, las autoridades consideraron que las arengas eran una expresión de antisemitismo y procedieron contra el bloque con violencia. Los grupos comunistas y antifascistas de jóvenes alemanes acudieron para ayudar, bloqueando la acción policial con gritos de “¡Palestina libre!”. El saldo fue de algunos heridos y detenidos, y algunas personas afectadas por el gas pimienta usado por los policías. Sin embargo, el internacionalismo mantuvo en alto las banderas palestinas, que llegaron, finalmente, hasta el monumento a los socialistas para presentar sus respetos.
Por la memoria
Aunque ninguna organización latinoamericana participó oficialmente en la demostración, esta fue un lugar de confluencia de gentes venidas de Nuestra América con trayectorias diversas, pero con la convicción común de un mundo mejor. Nos encontramos con personas de Colombia y Chile, que llegaron a Europa porque sus acciones y principios les costaron la persecución en sus países, y para salvar la vida solo quedó el exilio.
La movilización por la memoria de los dos revolucionarios alemanes, que hace un siglo entregaron su vida luchando contra la opresión y militarismo, fue el escenario de encuentro de hombres y mujeres que combatiendo desde orillas diferentes confluyen en la lucha por la emancipación. Ana María del MIR, Córdoba el socialista, Nancy la comunista y Esperanza, la de la JUCO que no tuvo tiempo de promoverse al Partido porque tuvo que dejar el país en la adolescencia para evitar la vorágine de la guerra.