Alfredo Holguin M.
¿Lo redimirán sus pretextos peregrinos? «Perder es ganar un poco» es una frase para una charla coloquial; pero, de allí dar el salto argumentativo para justificar los resultados electorales del Pacto Histórico, raya con el ridículo. Varios congresistas voceros blandieron el argumento peregrino que: «el Pacto ganó en las elecciones regionales porque no tenía nada, ahora tenemos presencia nacional». Pobres argumentos para la galería que, al tiempo, no encajan en el caso de Bogotá.
Tratan de justificarse frente al establecimiento y, por otro lado, esgrimen subterfugios hacia la abigarrada base del Pacto. Veamos los vacíos argumentativos. Primero, «El Pacto nació, en lo territorial, con las elecciones del 29 de octubre de 2023». Sus defensores olvidan que no surgió por generación espontánea, sino que es un acumulado histórico. Segundo, el Pacto, a diferencia del Polo Democrático Alternativo ─PDA─, el Frente Social y Político ─FSP─, la Unión Patriótica ─UP─, A Luchar ─AL─, el Frente Popular ─FP─ y la Unión Nacional de Oposición ─UNO─, participa, en esta ocasión, siendo el partido de Gobierno y del Presidente. Tercero, la elección de Gustavo Petro y su bancada tuvo como base la movilización y, en particular, el Paro del 28 de abril de 2021. Es decir, el Pacto va más allá de las clásicas organizaciones que hoy lo «conducen». Cuatro, el Pacto Histórico está ligado a cuarenta años de procesos de paz desde los Acuerdos de la Uribe, los de Santodomingo con la Constitución del 91 a los Acuerdos de La Habana Teatro Colón. Los Acuerdos de paz son la base programática del Pacto Histórico. A pesar del anuncio derechoso que se incendiaría el país, nunca antes la izquierda había tenido un escenario tan reposado para disputar espacios políticos territoriales. Quinto, en lo regional tampoco somos novicios, venimos de ganar en diecisiete departamentos y en Bogotá con Gustavo Petro. Aunque los votos no son transferibles, no tiene lógica que en muchos territorios no alcanzamos ni el 5 por ciento de la votación presidencial o de Congreso. Además, contamos con unas curules de paz y la significativa presencia del Ejecutivo en las regiones. Sexto, en Bogotá, entendiendo el movimiento pendular, pasamos de ser la fuerza más importante a ser la tercera fuerza.
La lista cerrada al Concejo de Bogotá, escogida en conclaves non sancto y que son eco de las pasadas listas para el Congreso, le ha hecho daño al Pacto Histórico. Con una bancada de Concejo activa, con la base burocrática del Gobierno nacional que reside en Bogotá y ser la primera fuerza en las presidenciales con 850.000 votos y en las legislativas con 370.000 sufragios, se pudo haber tenido un mejor resultado. Repetir la lista cerrada garantizó que cada tienda política en la dirección del Pacto Histórico obtuviera su curul pero, al tiempo, apartó a significativos sectores sociales y de la opinión, lo que agujereó la campaña de Gustavo Bolívar, amén del soberbio monotema del metro.
Aunque al PC y a la UP les fue bien, teniendo en cuenta que tienen que afinar en la conducción, hemos de entender que el Pacto comienza a tener un piso territorial que debe colocarse al servicio de la movilización en defensa de las reformas, la implementación de los Acuerdos, el apoyo a la Paz Total y de la organización del instrumento político.
Estamos a tiempo de dar un timonazo, entender las representaciones como encargos sociales, que los puestos burocráticos no son para acomodarnos ni para embellecer el establecimiento. Estamos a tiempo de rendir homenaje a las víctimas y no fallarle al movimiento popular que aún ve al Pacto Histórico como parte de la esperanza.