1 de abril, Día del Libro de Temática LGBT

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Manuel Antonio Velandia Mora

Está celebración tuvo su origen en Madrid, España, en Arcópoli Asociación LGTBI+ con motivo del natalicio de Juan Gil-Albert Simón, seudónimo por el que quiso ser conocido Juan de Mata Gil Simón, poeta y ensayista español, nacido el 1 de abril de 1904, Alcoy, España, y fallecido el 4 de julio de 1994, en Valencia, España.

Juan Gil-Albert, vanguardista y surrealista en sus comienzos y poseedor de un gran y cuidado estilo, se muestra posteriormente más comprometido con la realidad de su tiempo a raíz de su experiencia durante la guerra civil española. Se exilia desde 1939 a 1947 a México y Argentina.

En el período 1936-1938, Manuel Altolaguirre le publica sus primeros libros poéticos, bastante tardíos; el primero apareció en 1936 con el título «Misteriosa presencia», colección de sonetos de tema amoroso. En «Heraklés: sobre una manera de ser» (1975), aborda el tema de la homosexualidad inspirándose en el Coridón de André Gide. Su obra en prosa es una de las más memorables del siglo XX, como poeta influyó poderosamente en la lírica de los años 70, a partir sobre todo de su eclosión en 1974 cuando publica su autobiografía en prosa, Crónica general y, en años siguientes, los también autobiográficos Heraklés (1975) y Breviarium Vitae (1979).

La literatura es universal, pero hay nichos en ésta ya sea por sus autores o por su temática. La literatura tiene el poder incalculable para empoderar y concienciar a la sociedad sobre la diversidad del mundo. Visibiliza el amplio espectro de la diversidad sexual, da voz a quienes temen y se sienten obligados a callar, sirve de plataforma para dar a conocer las luchas, los avances y los logros obtenidos. También nos ayuda a conocer la realidad, a emocionarnos y hacer nuestras experiencias vitales del conocimiento de otros seres humanos.

Afirma Vilma Álvarez (2022) de la Biblioteca de la Fundación Stavros Niarchos, que si bien es cierto que hemos dado pasos agigantados hacia una inclusión la literatura con temática lésbica, gay y trans latinoamericana es poco conocida.

Históricamente, este surgimiento se da a mediados del siglo XX, y el corpus propiamente dicho aparece en la década de los 70’s con la apertura política, social y cultural que se vivía en los Estados Unidos y Europa, y que luego llega a Latinoamérica. Algunas escritoras y escritores de este canon comprenden a Cristina Peri Rossi (Uruguay), Manuel Mujica Laínez (Argentina), Luis Zapata (México), Sylvia Molloy (Argentina), Pedro Lemebel (Chile), Reina Roffé (Argentina), Copi (Argentina) ), Rosamaría Roffiel (México), Albalucía Ángel Marulanda, Fernando Vallejo, Jaime Enrique, Fernando Molano Vargas, Porfirio Barba Jacob, Raúl Gómez Jattin, Manuel Velandia (Colombia), Reinaldo Arenas (Cuba), Carmen Ollé (Perú),  Pablo Palacio (Ecuador) entre otros y otras; autores clásicos contemporáneos que ilustran hermosa, ya veces implacablemente, las penas y alegrías de esta experiencia humana.

Nadie niega que la lista se inicia con Sor Juana Inés de la Cruz, mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. Ella es la protofeminista por excelencia debido a su radical inconformidad con respecto al género.

Colombia cuenta con una tradición que se remonta a las primeras décadas del siglo XX, se destaca la poesía homoerótica de Porfirio Barba Jacob, quién publica su primera novela de temática abiertamente homosexual; «Por los caminos de Sodoma» (1932), de Bernardo Arias Trujillo (Sir. Edgar Dixon): «Te quiero mucho, poquito, nada» de Félix Ángel, novela publicada en 1975, inmediatamente retirada de las librerías por su carácter atrevido y transgresor. En 1985 «El divino» de Gustavo Álvarez Gardeazabal. En la década de 1990 también apareció el autor Fernando Molano, quien publicó «Un beso de Dick» (1992), «Todas mis cosas en tus bolsillos» (1997) y «Vista desde una acera» (2012).

Más recientemente

En este siglo XXI despuntan (2003) Efraim Medina Reyes con «Técnicas de masturbación entre Batman y Robin»; Alonso Sánchez Baute «Al diablo la maldita primavera» (2003); César Alzate Vargas «La ciudad de todos los adioses» (2001) «Mártires del deseo»  2007, «La familia perfecta» (2014), y algunos cuentos del volumen Medellinenses, 2009); José María Vargas Vila «La conquista de Bizancio»; Gonzalo García Valdivieso por su autobiografía «Los putos castos: Memorias inconfesables de un doble deseo» (2011); Laura Restrepo «Delirio» (2004); Jorge Franco (Melodrama, 2006); el barranquillero Jaime Manrique Ardila (autor de novelas, poemarios y libros de cuentos), quien fue considerado por The Washington Post el mejor escritor gay latino de su generación; la primera novela de Manuel Valdivieso «Los hombres no van juntos a cine» (2014).

Las representaciones en la literatura de personas en tránsitos de género han existido durante miles de años, apareciendo quizás por primera vez en el libro “Las metamorfosis”, del poeta romano Ovidio. En el siglo XX destaca la novela Orlando (1928), de Virginia Woolf, considerada una de las primeras novelas transgénero en inglés y cuya trama sigue a un poeta bisexual que transita del género masculino al femenino y vive durante cientos de años. Algunos de los escritores latinoamericanos más reconocidos en la segunda mitad del siglo XX, como los cubanos Severo Sarduy y José Lezama Lima, José Donoso “El lugar sin límites” (1966), Manuel Puig “El beso de la mujer araña” (1976) y Reinaldo Arenas fueron notorio por las transgresiones de género en sus escritos.

En la primera década del siglo XXI destaca en este subgénero la novela “Tengo miedo, torero” (2001), de Pedro Lemebel; “Las malas” (2019), de la argentina Camila Sosa Villada; “Gabriel(a)” (2019) de Raúl Vallejo. Sobresalen en España “La mala costumbre” (2023), de Alana S. Portero, que se tradujo a once idiomas, Roberta Marrero (2022) “Violencia contra las personas trans existió siempre, pero ahora es más virulenta por las redes sociales” y los ensayos de Paul B. Preciado, que se mueven entre la filosofía y la literatura.

Los libros son un patrimonio cultural inmaterial de primer orden, con un papel dentro del activismo tan importante como las manifestaciones o las leyes. Sin embargo, la literatura de esta temática no se restringe autores que pertenezcan a este sector social. Nadie puede olvidar en «La hojarasca» (1953), la novela debut de Gabriel García Márquez, el personaje del niño que muestra un deseo homoerótico hacia su amigo Abraham, con quien pasa gran parte de su tiempo libre. «Quiero ir solo con Abraham, para verle el brillo del vientre cuando se zambulle y vuelve a surgir como un pez metálico. Toda la noche he deseado regresar con él, solo por la oscuridad del túnel verde, para rozarle el muslo cuando caminemos. Siempre que lo hago siento como si alguien me mordiera con unos mordiscos suaves, que me erizan la piel».

«Que podamos escribir y publicar libros de temática LGTB+, y que estos sean comprados y leídos, es un símbolo de progreso y avance social», afirma Barra40; sin embargo, no pueden negarse que la mayoría de nuestros lectores siguen perteneciendo a los sectores LGTBI; aun cuando en mi caso, por su temática, un amplio porcentaje de lecturabilidad de mi obra poética es por parte de víctimas del conflicto armado colombiano.

Hemos necesitado mucho tiempo, considera Barra 40, «para que nuestra literatura, aquella que habla de nosotros y nos representa, se normalice y se pueda encontrar con cierta facilidad. Y ni siquiera esto es algo que ocurra en todo el mundo” hoy en día. Por esto mismo, para concienciar sobre la relevancia de la literatura LGTB+ y de nuestras historias, el día 1 de abril celebramos el Día del Libro de temáticas y autores pertenecientes a los sectores LGTBI y de géneros y cuerpos diversos.

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