Pietro Lora Alarcón
En momentos de crisis las políticas de los Estados Unidos – EU y la Unión Europea – UE contra la migración se tornan más agresivas. El discurso xenófobo de la ultraderecha, que gana espacios en gobiernos y parlamentos, culpabiliza a los y las migrantes por el aumento de la criminalidad y las fluctuaciones del mercado laboral.
Es necesario afirmar, contundentemente, que no hay seres humanos ilegales, denunciando la lógica de mercado aplicada a las migraciones y la economía criminal asociada al tráfico de personas, organizada desde los centros de poder capitalistas.
Recordemos que los mismos países que hoy expulsan migrantes, facilitaron el ingreso de personas oriundas de los más diversos lugares del mundo. Cubrían la demanda de fuerza de trabajo con migrantes, que discriminados y racializados soportaron las condiciones de esclavitud de fábricas de fronteras.
Aun así, las políticas migratorias instauraron una visión utilitarista y de control social, condenando a los migrantes a ser deudores eternos del país, con el argumento de que “la migración impide la cohesión sociocultural”.
Esa lógica se intensificó con la “Directiva de la Vergüenza”, impulsada en el 2008 en Europa para expulsar la migración indocumentada, por considerarla una amenaza a la seguridad. El retroceso prosigue porque hoy se criminaliza el propio ejercicio de migrar, institucionalizando el tratamiento policial y negando refugios y derechos mínimos a personas oriundas de escenarios de gravísimos conflictos.
Las deportaciones masivas y expulsiones colectivas de Trump en los EU obligan a retornos forzados e inmediatos, basados en decisiones administrativas, sin derecho a un debido proceso con cada persona.
Así como no hay personas ilegales, no hay movimientos migratorios fuera de la dinámica histórica y estructural del capitalismo. Años de pillaje y colonización, de depredación económica y ambiental, de ultrajes a la soberanía, generaron los éxodos globales de quienes esperanzadas buscan sobrevivir en los países de economías más avanzadas.
Este panorama debe discutirse en abril en Bogotá en la reunión del Sistema Económico Latinoamérica y del Caribe – SELA – y al final del año en el Foro Mundial sobre Migraciones y Desarrollo – FMMD- en Barranquilla. En este ciclo de eventos, la participación de la Mesa de la Sociedad Civil para las Migraciones, recién elegidos, es imprescindible.
Hay problemas que no se resuelven por falta de voluntad política en varios lugares. Por ejemplo: mientras se define la condición de refugio, en un proceso que puede durar años, la migración forzada no es atendida en sus necesidades básicas.
En el caso colombiano, es esencial fortalecer el sistema nacional de migraciones y la atención a las víctimas en el exterior, coordinar una política migratoria regional para atender situaciones lamentables como la del Darién y establecer un programa de retorno para nacionales en situación de vulnerabilidad.
¡Porque ninguna persona es ilegal!