Jorge Gómez
El proceso de lograr un instrumento político, unitario, con personería jurídica, avanza no libre de dificultades, de incomprensiones y preocupaciones.
El tiempo se acorta para tomar las decisiones políticas, jurídicas y administrativas para dar el paso que reclama la historia que, seguramente, será bien recibido por las mayorías del pueblo colombiano, que siente la necesidad de reformas y cambios trascendentales en lo económico, político y social.
El compromiso político se abre paso en medio de intercambios fraternales, respetuosos y, especialmente, propositivos. Esto lo demuestra la búsqueda de un programa que recoja las tareas del momento: de apoyar el proceso de cambios iniciado por el gobierno de Gustavo Petro, defenderlo y ampliar sus alcances, programa que ubique las metas transformadoras los objetivos urgentes, pero también los de fondo.
Este programa debe movilizar y orientar las políticas de un proyecto transformador. En este mismo sentido, la tarea inmediata es lograr definir las reglas de juego que permitan al Partido Movimiento Pacto Histórico establecer formas organizativas amplias, incluyentes, pluralistas, unitarias. En este proceso se debe precisar con claridad el papel de los territorio, de los órganos nacionales, de las organizaciones políticas y sociales fundadoras, y de aquellos que, en el futuro, se adhieran al programa y al estatuto acordado de manera democrática.
Las fuerzas del Pacto Histórico están en la tarea, no fácil, de concretar los documentos, avanzar en su implementación y puesta en marcha. Es un reto que exigirá no solamente generosidad, sino, sobre todo, un nivel de compromiso y madurez política, de comprensión de los desafíos que enfrenta la organización del movimiento popular de cara a un nuevo poder.
Avanzar en las decisiones políticas supone también acuerdos en las formas de abordar los debates electorales a partir de la elección de los Consejos Municipales de Juventud y, posteriormente, el proceso eleccionario del 2026. Los acuerdos deben afinar una táctica electoral que permita la representación necesaria, que demanda el proceso de reformas, desde los escenarios de la presidencia, el Senado y la Cámara.
Las decisiones administrativas y jurídicas, que son más técnicas y complejas, se ven obstaculizadas por la maraña tejida por más de doscientos años de un sistema electoral anacrónico, que no ha sido posible reformar. Este sistema interfiere con el proyecto unitario legal a través del Consejo Nacional Electoral, bloqueando su avance con todo tipo de leguleyadas, objeciones y demandas, con el fin de impedir que se logre concretar la unidad.
Sin embargo, la fuerza moral de un proyecto que surge del corazón del constituyente primario, respaldado por una sólida base jurídica que se ajusta plenamente a la legalidad, junto con la decisión de los partidos y fuerzas que luchan incansablemente y sin descanso por la unidad, prevalecerá. Esto permitirá a Colombia un renacer que impulse con mayor profundidad las reformas y los cambios urgentes.